Persecución anticristiana y fobia a Israel

RAYMOND IBRAHIM

Enlace Judío México | ¿Hay algo peor que el silencio de los cristianos de Occidente respecto a la persecución musulmana de sus correligionarios en el mundo islámico? Respuesta: aprovecharse cínicamente de esa persecución con fines políticos; en el caso de un reciente artículo del Daily Beast, para atacar al Estado de Israel y a sus partidarios.

Con el título de “¿Por qué Occidente no va a defender a los cristianos de Oriente Medio?”, el artículo, escrito por Diarmaid McCulloch, miembro del St. Cross College, aborda el tema de la persecución a los cristianos, pero lo hace principalmente como medio para atacar el apoyo de los cristianos norteamericanos a Israel. Consideremos el siguiente párrafo:

Uno de los silencios que me parecen más frustrantes es, precisamente, la falta de ruido por parte de los cristianos occidentales respecto al destino de los ancestrales grupos cristianos de Oriente Medio. En el centro de los problemas de esa región hay siete décadas de conflicto no resuelto entre Israel y Palestina (…)

Sí, el silencio de Occidente en lo relativo a los cristianos mesoorientales es tan real como frustrante, pero ¿cómo, exactamente, puede McCulloch precipitarse a sacar la conclusión de que el conflicto árabe-israelí es “el centro” del problema? ¿Qué ocurre con las doctrinas islámicas, que, como está ampliamente documentado, sistematizan la supresión y persecución de cristianos y de otros no musulmanes? ¿Qué hay del hecho demostrado de que, bajo el islam, los cristianos han sido perseguidos durante más de 1.300 años antes de la existencia del Estado de Israel, siguiendo plenamente las doctrinas mencionadas? ¿Qué decir del hecho de que los cristianos sean perseguidos en la actualidad en cada rincón del mundo islámico, y no sólo en Oriente Medio, como documento en mi serie mensual de artículos “La persecución musulmana a los cristianos” (se incluyen países como Pakistán, Indonesia, Kazajistán, Filipinas y todo África)?

Seguro que éste es el verdadero “centro del problema”, y no el diminuto y relativamente nuevo Estado de Israel.

Por supuesto, para pensadores como MacCulloch, todos los puntos antes mencionados, relativos a la hostilidad musulmana hacia los cristianos, no admiten consideración alguna, pues presentan al islam de forma negativa, por lo que deben ser falsos (puede obtenerse amplia documentación que muestra lo contrario en Crucified Again: Exposing Islam’s New War on Christians [“Crucificados de nuevo: la nueva guerra del islam contra los cristianos, al descubierto”]).

En vez de eso, McCulloch presenta clichés políticamente correctos como éste:

Los cristianos son usados como chivos expiatorios debido a su fe por una minoría extremista y radical de musulmanes, que, con su intolerancia, traiciona a su propia religión y hace que otros musulmanes se avergüencen de lo que sucede.

En realidad, es McCulloch quien se traiciona a sí mismo al describir al islam como una fe “tolerante”, cuando cualquier examen medianamente objetivo de su doctrina e historia -ambas se ven reflejadas en los titulares diarios- demuestra lo contrario.

Asimismo, en vez de abordar y mostrar el auténtico “centro del problema”, McCulloch critica la escatología protestante y el apoyo estadounidense a Israel, cuyas consecuencias “han sido especialmente graves para el cristianismo en Oriente Medio”.

Habría resultado más útil y sincero si se hubiera referido a cuestiones más evidentes, como por ejemplo:

Cuando los Hermanos Musulmanes de Egipto y sus partidarios incendiaron unas ochenta iglesias y asesinaron cristianos, niños incluidos, por no mencionar las demás atrocidades anticristianas que han cometido antes y después de ello, ¿fue por Israel o por otro motivo?

Cuando los rebeldes musulmanes de Siria aterrorizan a los cristianos, decapitan a sus sacerdotes y pastores, rompen crucifijos y destruyen imágenes, todo ello mientras profieren proclamas islámicas, ¿es por culpa de Israel o por algo más innato?

Cuando los musulmanes de Indonesia cierran iglesias ilegalmente, obligando así a que los cristianos celebren la Navidad en la calle, donde les arrojan bosta de vaca y orines, ¿es a causa de Israel o por algo que está más arraigado?

Cuando el grupo islamista nigeriano Boko Haram destruye cientos de iglesias y masacra a miles de cristianos, y cuando, al otro lado de África, el grupo islamista somalí Al Shabab aterroriza y decapita a cristianos conversos, ¿se debe a Israel o a una cuestión más doctrinal?

Cuando miembros de las minorías cristianas de la Franja de Gaza, controlada por Hamás, son secuestrados y obligados a convertirse al islam, ¿es por culpa de Israel o del elefante que hay en la sala?

McCulloch acierta en algo: muchos musulmanes odian a Israel. Pero dicho odio, lejos de causar la persecución a los cristianos, es, en realidad, un subproducto generado por la misma hostilidad que alberga el supremacismo islámico hacia todos los no musulmanes. El motivo de que ésta sea mucho más virulenta para Israel es que el Estado judío se halla en un posición de autoridad sobre los musulmanes que es única, a diferencia de las vulnerables minorías cristianas (como se explica ampliamente en este artículo).

En el artículo de MacCulloch en el Daily Beast predomina el tema del silencio; concretamente, el de que los cristianos occidentales guarden silencio respecto a la angustiosa situación de sus hermanos perseguidos. Dicho silencio es real y resulta preocupante, y muchas de las principales denominaciones protestantes norteamericanas son, ciertamente, culpables de ello.

Sin embargo, en vez de aprovechar el sufrimiento de las minorías cristianas simplemente para usar a Israel como chivo expiatorio (una nación que, irónicamente, libra una lucha existencial contra la misma ideología y las mismas fuerzas que persiguen a los cristianos), el propio MacCulloch habría hecho mejor en guardar silencio.

© elmed.io – Middle East Forum

*Raymond Ibrahim ocupa la cátedra Shillman del David Horowitz Freedom Center y es miembro del Middle East Forum.

Fuente:libertaddigital.com

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