Enlace Judío México | “La impresión que tengo de ti es muy positiva. Nunca estuve en Uruguay pero estaría muy feliz de llegar por allí algún día”. El autor de esta cita es Michael Levitt, premio Nobel de Química 2013. La destinataria, Andrea Scaiewicz, una química uruguaya que dio sus primeros pasos en un barrio de Paysandú y hoy comparte el laboratorio con uno de los científicos más prestigiosos del mundo.
“Antes que nada quiero aclarar que yo no gané el Nobel; el premio lo ganó él junto a Martin Karplus y Arieh Warshel, por el trabajo que hicieron hace 40 años, cuando yo no era ni nacida”, subraya Scaiewicz en contacto con El País. “Yo trabajo en el laboratorio de Michael Levitt, él es mi tutor en mi postdoctorado en (la Universidad de) Stanford. Tenemos muchos proyectos de investigación y hace tres años que trabajamos juntos, pero el premio es suyo”.
Con la misma naturalidad que cuenta lo anterior, Scaiewicz rememora la mañana del 9 de octubre pasado, cuando su marido la despertó para contarle que “Michael” había ganado el Premio Nobel.
“Hablamos por teléfono y a las 10 de la mañana lo vi en la conferencia de prensa que dio Stanford. Más tarde, hubo un brindis con todos los miembros del departamento de Biología Estructural, al cual pertenecemos, y unos días más tarde nos invitó a almorzar a todos los miembros del laboratorio con nuestras respectivas familias”.
El camino.
Scaiewicz nació en Montevideo en mayo de 1975. “Nací en Montevideo porque mi madre justo estaba allá pero vivíamos en Paysandú”, apunta desde Palo Alto (California), a unas seis horas de diferencia con Uruguay y 10.500 kilómetros de distancia.
La suya ha sido una vida de movimientos y traslados. Cuando tenía 14 años se mudó con su familia de Paysandú a Montevideo y en el Instituto Ariel Hebreo Uruguayo encontró su vocación. “Tuve una profesora de Química en 5to año que era excelente, gracias a ella me interesé” por esta carrera, relata.
Cuando terminó el liceo entró a la Facultad de Química de la Universidad de la República y a los dos años se trasladó a Israel. Allí, en la Universidad Hebrea de Jerusalén recibió su título de Química.
Pero eso era solo el comienzo de los estudios para Scaiewicz. “En Israel hice un máster en Química Orgánica y después un doctorado en Diseño Computacional de Medicamentos”, recuerda. Por esos días, asistió a una conferencia de Michael Levitt, pioneros de la Biología Computacional, una disciplina que se basa en el uso de algoritmos y computadoras para facilitar el entendimiento de problemas biológicos y químicos.
Mientras pensaba concentrarse en esta área, Scaiewicz asistió a la conferencia del autor de tantas publicaciones que había estudiado. “No recuerdo mucho de ese día pero sí me acuerdo que fui a verlo porque” cuando uno empieza lo primero que lee es lo que él y los otros ganadores del Nobel escribieron, apunta.
El tiempo pasó, conoció a quien hoy es su marido, se casaron y se fueron a vivir juntos a California (Estados Unidos). Meses después, la uruguaya aplicó para realizar un postdoctorado en Stanford, donde Levitt tenía, y tiene su laboratorio. Fue la primera vez que se encontró personalmente con el.
“Me acuerdo que estaba muy nerviosa, naturalmente, porque era mi primera entrevista de trabajo en Estados Unidos”, rememora. “Pero él hizo que me sintiera muy a gusto. Me cayó muy bien”. Hoy trabaja a metros de su escritorio.
Actualmente comparte el laboratorio con otros cinco científicos, pero la cantidad de investigadores varía constantemente. En ambiente tan cercano, con el paso de los años el Nobel se ha vuelto “Michael” para Scaiewicz. Es el profesional “brillante” a quien admira, pero también es su jefe y el compañero con quien publica artículos, plantea desafíos y comparte almuerzos y cenas en familia.
“Sin dudas que es un orgullo trabajar con él, ya desde antes del premio; soy una privilegiada por poder aprender de el”, precisa. “No imaginaba que iba a ganar el Nobel pero no me sorprende nada” .
Al ser consultada sobre si alguna vez “le pesó” el no nacer en un país desarrollado, la uruguaya asegura que no, que siempre lo tomó con naturalidad (aunque nadie sabe dónde queda su país) y que a Levitt le encanta trabajar con científicos de distintas partes del mundo.
“Él está súper contento de que sea uruguaya, le encanta sudamérica, se muerte por ir”, asegura, quien en estos años ha trabajado con colegas de España, Israel, Hungría y otras partes del mundo.
A qué se dedican.
En la Biología computacional, también llamada Química computacional, la computadora simula ser un laboratorio. En vez de realizar los típicos experimentos con tubos de ensayo, los científicos utilizan una o varias PC.
Si bien no manipulan las sustancias químicas, la computadora las representa virtualmente. ¿Para qué sirve? Su función básica es analizar y predecir reacciones complejas. Por ejemplo, cómo surge una enfermedad o si un medicamento podrá dar o no resultado.
A mediados de los años 70 ya existía la química computacional. Pero no como la lograron desarrollarla Levitt, Kaplus, y Warshel. Ellos crearon un modelo capaz de analizar átomos mucho más específicos. Es decir, pasaron de analizar unas pocas decenas de átomos a combinarlos por miles.
Sobre aquellas bases, Scaiewicz trabaja hoy en métodos para analizar y clasificar datos de millones de proteínas. En los últimos años se han obtenido detalles de estructuras presentes en 3.000 especies. Sin embargo, se trata de una base de datos confusa, de la que se desconoce lo que contiene.
“Yo desarrollo métodos para clasificar esos 20 millones de proteínas en grupos que tengan características comunes y reducir la dimensionalidad del problema”, ilustra la uruguaya.
Este campo también se ha desarrollado en Uruguay, de la mano de Oscar Ventura, doctor en Química Computacional que lidera a 10 investigadores especializados en la Facultad de Química.
Su equipo diseña investigaciones que involucran 500 procesos diferentes. Para llevarlas a cabo, en su laboratorio hay un “cluster”, un conjunto de PC y elementos informáticos que se comportan como si fuesen una única computadora y pueden realizar 1.000 millones de operaciones en un segundo.
Consultado sobre si aconseja a sus estudiantes viajar al exterior como Scaiewicz, Ventura asegura que no solo lo aconseja sino que busca que lo hagan, ya sea como ponentes en congresos o como investigadores de laboratorios extranjeros. “Mis estudiantes lo han hecho en España, Suecia, EE.UU. Francia, Argentina, Brasil y Alemania”.
El tema es qué hacer cuando se tiene éxito y se forma una familia en el proceso. En el caso de Scaiewicz, con dos hijos y una posición estable, el futuro es una gran interrogante.
-¿Ya sabés qué vas a hacer después del postdoctorado? ¿Es una opción volver a Uruguay?
-“No te lo puedo responder porque no lo sé. Por supuesto que me encantaría volver pero no es solo volver, uno tiene que ver qué hace, hay que tener trabajo y poder vivir”.
Fuente:elpais.com.uy
Comunidad Enlace Judío
¿Nuestro periodismo es importante para ti?
¿Confías en Enlace Judío para una cobertura precisa y oportuna en este momento?
En ese caso, únete a la comunidad Enlace.
A partir de $200.00 MXN al mes, podrás:
- Apoyar a nuestros periodistas independientes que trabajan las veinticuatro horas del día
- Ser reconocido como parte de nuestra comunidad una bendición semanal
- Acceso a contenido exclusivo
- Acceso a eventos exclusivos, en caso de haberlos
- Servicio de noticias instantáneas sobre Israel y el mundo judío a tu celular, así como a nuestras transmisiones en vivo.