JESSICA KREIMERMAN LEW PARA ENLACE JUDÍO
De niña, Ada Yonath quería ser escritora. A los 17 años produjo el único trabajo literario que su maestro calificó excepcional. Como no lo pudo repetir, se dedicó a lo que más fácil le venía: matemáticas y ciencia. Se obsesionó con una idea, una pregunta. ¿Cómo se replica el código genético en el cuerpo humano?
En su época como científica junior del Instituto Weizmann, ya habían libros y artículos que determinaban que su búsqueda era imposible. El tema se consideraba cerrado, se afirmaba que no había manera de encontrar cómo se copiaba el DNA. Sus colegas la miraban como fantasiosa, soñadora, tonta, loca. Solo por inofensiva, pudo continuar su investigación. “La gente menos dogmática decía, si quiere hacerlo, que lo haga, porque es algo que no se debe de frenar, pero no lo va a encontrar. Se rieron mucho.”
Yonath, quien se presentó en Guadalajara en contexto de la Feria Internacional del Libro, fue loba solitaria buscando el lenguaje de la vida, la genética del DNA. No la promovían, la arrinconaron en una esquina del instituto y al final la corrieron de ahí. Luego se amontonó en Berlin con otros 245 científicos que investigaban el mismo tema. Cuando estuvo a punto de perder su financiamiento, un golpe de suerte le proporcionó apoyo institucional en el National Institutes of Health de Bethesda Maryland. Su trayecto tomó veinte años de persistencia cuando le dio al clavo. Y ese clavo, le produjo el Premio Nobel de química en 2009.
En dialogo con Hanoch Gutfreund, rector de la Universidad Hebrea de Jerusalem, Yonath explicó su trayecto en la ciencia, su pasión por una profesión que no es que le da para vivir, sino que vive por ella. Todos creemos que podemos mejorar los problemas en la agenda de la humanidad, como curar, como sentir, como prevenir los daños al medio ambiente, pero no podemos hacerlo solamente con la ciencia y tecnología, dice Gutfreund. Gutfreund ilustra el trayecto de Yonath con un dicho Chino: “Si quieres ir a la fuente, tienes que nadar en contra de la corriente.”
Yonath dice, “Cuando niña, leí sobre Madame Curie. Yo no sabia que existía una profesión llamada ‘científica’ pero ella me inspiró. La ciencia es un placer cuando llegas a aprender algo que no sabías anteriormente.”
El laboratorio de Ada Yonath está poblado de mujeres, para comprobar que puedes ser buena científica y ademas tener hijos. Muestra como grandes creadores como Mozart, Schubert, Chopin, Kafka y Keats, todos murieron jóvenes por enfermedades infecciosas, antes de la presencia de antibióticos. Con esto en mente, ahora enfoca su trabajo en contrarrestar los nuevos virus mutantes que se resisten a los antibióticos.
“Si no puedo escribir un libro, por lo menos puedo leer el lenguaje de la vida,” dice Yonath. “Creo que tenemos que hacer todo lo que podemos para mostrar la diversión de esta profesión, la manera en que la ciencia te involucra y te apasiona. Me encantan los premios, pero hay muchas satisfacciones más allá de estos. Yo recibí el Premio Nobel, pero el premio más importante que obtuve vino de mi nieta, que me hizo un premio por ser la mejor abuela del año. Y ese premio lo tengo que refrendar cada año.”
VEAN AQUÍ “RIBOSOMAS POR DUMMIES”, EL POWER POINT DE ADA YONATH CON EL QUE EXPLICA A LOS NIÑOS EL PROCESO DE FABRICACIÓN DE LAS PROTEÍNAS POR LOS RIBOSOMAS:
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