LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO
El Día de los Muertos
Enlace Judío México | El 2 de noviembre es el día de los muertos y los festeja una inmensa mayoría de la población católica de México, comunidades de mexicanos y latinos radicados en EUA y en países de Centroamérica. Esta celebración se remonta a las culturas prehispánicas; existen registros de rituales vinculados con la misma en las etnias Mexica, Maya, Purépecha y Totonaca, principalmente, también en Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá; la Unesco declaró esta festividad como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en noviembre del 2003.
El día de muertos originalmente se conmemoraba en el noveno mes del Calendario Mexica y las celebraciones duraban un mes; empero, con la llegada de los españoles a México en el siglo XVI, estos trajeron su propia fiesta: el Día de los Fieles Difuntos y Todos los Santos que se lleva a cabo el 2 de noviembre. En este contexto, al convertirse los indígenas al cristianismo, se dio un sincretismo entre ambas celebraciones como un intento de conciliar dos culturas distintas en un ambiente de cohabitación y armonía; los españoles movieron la fecha del día de muertos de agosto a noviembre.
El 2 de noviembre se privilegia el recuerdo de los muertos sobre el olvido; a la vez que es una ocasión de recogimiento, lo es de fiesta, porque los muertos regresan a convivir con sus parientes y amigos. Las familias concurren a los cementerios y limpian y decoran las tumbas con coronas de rosas, girasoles, entre otras flores; empero, sobre todo, con flores de cempasúchil, las cuales se cree atraen y guían a las almas de los muertos. Los niños regresan el primer día (primero de noviembre) y los adultos el segundo (dos de noviembre) y son recibidos con ofrendas en el panteón o en altares en las casas de los deudos con comida, (la que más agradaba a los difuntos); pan de muerto, vasos de agua, mezcal, tequila, pulque, atole, calabazas elaboradas con dulce cocido con azúcar, canela, tejocotes y trozos de caña de azúcar, entre otros ingredientes; además, en las ofrendas se colocan retratos de los muertos y veladoras.
En la Isla de Janitzio en Michoacán y en San Andrés Mixquic en Tláhuac, esta celebración adquiere mayor solemnidad y colorido; a estos lugares acuden miles de turistas nacionales y extranjeros; en alguna Crónica previa relaté las visitas que hice con mi primera esposa a estos sitios hace cuatro décadas. En el presente, las fiestas de muertos en Janitzio y Mixquic tienen un tinte más comercial, sin embargo, aún develan el misterio entre la vida y la muerte que se planteaban los indígenas que habitaron estas tierras.
En este marco, el pasado 2 de noviembre fui con mi esposa al jardín central de Coyoacán para ver la ofrenda que las autoridades delegacionales habían instalado. Esta era de gran tamaño, no obstante, para mi gusto, desprovista del toque artesanal que suelen imprimirle a las ofrendas que he visto en pueblos; me desilusioné, también visitamos el “tianguis internacional” de comida del día de muertos; una gran carpa de decenas de pequeños expendios con amplia variedad regional de tamales, pan de muerto, atole, chocolate, café, helados, quesos, carne de cecina, longaniza y enchiladas potosinas. El tianguis estaba repleto de compradores; escuché comentarios de que los productos que adquirían eran muy caros y en muchos casos de baja calidad; lo de siempre; los productores y distribuidores se aprovechan de la gran concurrencia de compradores para obtener altas utilidades. Nosotros compramos varios platillos típicos de los puestos de Honduras y Colombia; los disfrutamos mucho, eran de buena calidad y un sabor auténtico.
El tianguis estaba ubicado a un costado de la Iglesia de Coyoacán; parte de la homilía de los sacerdotes franciscanos que la dirigen trató sobre la usura que realizaban los prestamistas judíos a su pueblo, que por la actividad de los mismos vivía en condiciones de pobreza en la época en que empezó a predicar Jesús. La Iglesia en México ha vuelto a resurgir como un difusor de odio. No creo que las peroratas sacerdotales sean una inspiración de los oficiantes en turno, sino que siguen directrices de la jerarquía eclesiástica. Pienso que para que estas expresiones medievales se atenúen, debe realizarse un diálogo entre los representantes de la comunidad judía y las autoridades de la Iglesia. La patología antisemita en el país se está propagando como una epidemia.
Retomando la celebración del día de los muertos, ésta ha perdido autenticidad al confundirse con la celebración de la fiesta de Halloween, ampliamente difundida en EUA y Canadá, y que tiene un carácter netamente comercial. El Halloween originalmente era una práctica pagana de origen Celta ligada a la conmemoración del Samhaiw, que significaba el fin del verano, cuando los celtas celebraban el final de la cosecha. Los celtas creían que el vínculo que une a este mundo con el otro se estrechaba con la llegada de Samhaiw; el uso de trajes y mascaras en el Halloween era para ahuyentar a espíritus malignos. Adoptando la apariencia de espíritus malignos la gente evita ser dañada. Los inmigrantes irlandeses transmitieron el Halloween a América del Norte.
Sin considerar el aspecto religioso, el día de los muertos es parte de las tradiciones y de la cultura de México.
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