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viernes 22 de noviembre de 2024

¿Quién está destruyendo la mezquita de Al Aqsa?

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Enlace Judio México – La mezquita de Al Aqsa, el tercer lugar más sagrado del islam, fue construida sobre el Monte del Templo, el lugar más sagrado del judaísmo, donde estuvo situado el Templo, destruido hace casi dos mil años.

La mezquita ha sido una de las cuestiones centrales en el conflicto árabe-israelí. Casi todas las organizaciones políticas árabes conocidas han jurado “liberar Al Aqsa de los judíos”. En una reciente visita a Jerusalén, durante la que visité esta mezquita y oré en ella, se me ocurrió que quizá éramos nosotros, los árabes y los musulmanes, quienes estábamos dañando Al Aqsa, y no los judíos, como sostenemos.

En 1948, cuando el Gobierno de Jordania ocupó Judea y Samaria, la mezquita de Al Aqsa se puso bajo el control del ministerio jordano del Waqf, que se ocupa de los edificios y emplazamientos islámicos. En 1967, cuando Israel venció en la Guerra de los Seis Días y recuperó Jerusalén, no se hizo con el control de Al Aqsa, sino que lo transfirió al Waqf Islámico de Jerusalén, una institución religiosa independiente que se ocupa de custodiar los lugares sagrados del islam en la ciudad.

El régimen hachemita de Jordania siguió pagando los salarios del personal de la mezquita, en virtud de lo que el rey Husein describió en 1988 como un deber religioso que había heredado como supuesto descendiente del profeta Mahoma.

La responsabilidad de Israel se limita a brindar seguridad y, cuando es necesario, realizar patrullas y registros. Además, las fuerzas de seguridad israelíes siguen una estricta política de impedir la entrada a Al Aqsa a los no musulmanes (judíos israelíes incluidos), excepto con fines turísticos y sólo a determinadas horas.

Al entrar en la mezquita de cúpula plateada, uno se da cuenta enseguida de lo descuidada que está; necesita mantenimiento desesperadamente: tiene las paredes sucias, los techos cubiertos de polvo y las sillas desgastadas, incluida la que utiliza el imán. El equipo antiincendios, tirado de cualquier manera en un rincón, parece no haber sido tocado desde hace mucho.

Cuando se les preguntó por el terrible estado de la mezquita, los miembros de su personal hablaron al respecto con la condición de permanecer en el anonimato, pese a que se les estaba grabando en audio. “Los funcionarios y los miembros del personal son la causa”, dijo uno de los encargados de seguridad de la mezquita. “Este caos y esta indiferencia proceden de los altos cargos de aquí, que ganan enormes salarios, si se los compara con los miembros corrientes del personal”. Señaló a los andamios que llegaban hasta la cúpula:

“¿Ve esos andamios? Ellos [los encargados] los pusieron para decir que se están haciendo trabajos de mantenimiento y así poder pedir dinero a los donantes. Esos andamios llevan años, ahí sin que se haga nada… El jeque de aquí se limita a hacerles fotos para enseñárselos a los donantes.”

Indicó dos grandes huchas para donaciones situadas en el centro de la mezquita. Se recoge una media de un millón de shekels (284.000 dólares) al mes. No tenemos ni idea de adónde va el dinero… Los pobres y necesitados nunca reciben nada.

En el centro de Al Aqsa, dos vitrinas muestran cartuchos de gases lacrimógenos empleados por la policía israelí en la primera Intifada palestina, que comenzó en 1987. “Los hemos tenido ahí desde la Primera Intifada”, dijo un guardia árabe de seguridad. “Los encargados los usan para despertar las simpatías de los visitantes y que hagan donaciones; son instrumentos de mendigo, eso es lo que son”.

En los baños de la mezquita, donde los fieles se lavan conforme a los preceptos islámicos, un grafito en la pared dice: “El jeque Azam al Jatib ha destruido Al Aqsa”. Al Jatib es el director general de la mezquita; se encarga de todos los asuntos financieros y administrativos.

Los encargados de los baños no permitieron que se tomaran fotos del grafito. Sin embargo, un anciano me hizo señas para que me acercara y dijo:

“Son unos vagos, aquí no tenemos más que vagos (…) El desastre que ve aquí es responsabilidad nuestra; los culpables son de los nuestros… están entre nosotros… Aquí no podemos rezar como es debido, ellos [el personal] son mala gente.”

Cuando se le pidió que diera nombres, se negó a ello, pero dijo: “Los culpables son de nuestro propio pueblo, hijo. Somos los que han destruido Al Aqsa… He trabajado con los jordanos, con los judíos y con los palestinos, los he visto a todos, y sé lo que ocurre realmente”.

Otro de los guardas de Al Aqsa declaró:

“En el mundo no quedan musulmanes a los que les importe Al Aqsa (…) El dinero viene de Jordania, pero no va a los pobres, sino que se entrega a los que la dirigen. Son todos unos ladrones. Al Aqsa es como un plato con comida al que se lanzan todos los perros para llevarse un bocado (…) Todos ésos que están en el Waqf son unos ladrones (…) Se culpan unos a otros, y, en realidad, trabajan juntos. Debería ver la basura que se acumula aquí durante el Ramadán [cuando la gente viene a visitar la mezquita]; los encargados no están cumpliendo en absoluto con sus responsabilidades. Todas las donaciones y ayudas que los Estados árabes entregan a Al Aqsa no llegan hasta aquí; no vemos nada de ello. Jordania proporciona el dinero de los salarios, pero no procura en absoluto que se exija responsabilidad al personal que maneja ese dinero.”

Otro miembro del personal se unió a la discusión:

“Jordania y todos los países árabes que dan dinero para Al Aqsa deben de estar recaudando mucho más en donaciones de lo que entregan en realidad; si no, créame, no darían nada en absoluto. Mire los baños; el Gobierno de Turquía concedió 2 millones de dólares para repararlos y ampliarlos; la administración de Al Aqsa recaudó luego otros dos millones de dólares en donaciones [para el proyecto]… aun así, nunca se reparó ni construyó nada”.

Cuando a varios de miembros del personal que estaban almorzando se les preguntó por qué Al Aqsa estaba en tan mal estado, uno de ellos contestó: “Debería preguntarle a Azam Al Jatib [el encargado de la mezquita]; pregúntele por qué Al Aqsa está sucia y llena de moscas. Todos los países árabes donan dinero para ella; pregúntele a Azam al Jatib a dónde va ese dinero”. Otro de los hombres dijo:

“Ni siquiera tenemos altavoces como es debido para que los fieles oigan al imán. ¿Esos judíos nos harían eso si Al Aqsa estuviera gestionada por ellos?”

Un miembro del personal de la cercana Cúpula de la Roca, desde donde, según el Corán, el profeta Mahoma ascendió a los cielos y se encontró con Dios, dijo: “El personal de aquí es descuidado, juegan un papel en todo este penoso estado de cosas”. Y añadió: “Esto es todo culpa de los judíos; a ellos hay que culpar de todo esto”.

Cuando se le preguntó cómo los judíos tenían la culpa de las paredes sucias, los muebles desgastados y las instalaciones descuidadas, no respondió.

En la oficina del encargado de Al Aqsa, situada en el interior de la mezquita, no había ningún miembro de la directiva con quien poder reunirse. Me dijeron que no había nadie.

Ni una sola vez contestaron a las insistentes llamadas para solicitar un comentario a la oficina encargada de Al Aqsa en el Ministerio del Waqf de la Autoridad Palestina

Como musulmán practicante, me entristeció escuchar que a los responsables de Al Aqsa les preocupaban más las donaciones y su bienestar particular que la propia mezquita.

Y eso nos lleva a plantear esta pregunta: ¿Al Aqsa es un lugar sagrado del islam, o un instrumento para conseguir donaciones tratando de despertar la simpatía universal de los musulmanes; tan sólo una gallina que pone huevos de oro para sus gestores?

Parece que somos los árabes y los musulmanes quienes estamos dañando a Al Aqsa, y no Israel o los judíos.

Por Mudar Zahran

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