Enlace Judío México | Tras el histórico acuerdo entre Irán y el Grupo 5+1 (Estados Unidos, China, Rusia, Reino Unido, Francia + Alemania) sobre la supervisión de las armas nucleares de la República Islámica, se abre la incógnita de cómo afectará esto a la política exterior estadounidense respecto a los países de Oriente Medio. La firma de este pacto podría poner fin a más de treinta años de hostilidades entre Irán y los Estados Unidos, pero también podría suponer un rechazo por parte de Israel y Arabia Saudí hacia la primera potencia mundial tras años de una alianza estratégica.
Desde la década de los noventa la política exterior de Estados Unidos se ha caracterizado por el control estratégico del petróleo y por el respaldo a la política israelí. Durante los años de la Guerra Fría el apoyo norteamericano a Israel se debió a la consideración de este país como un aliado fundamental para los intereses estratégicos norteamericanos en el mundo árabe aparte, de que es un país que siempre ha estado más identificado con occidente y durante la existencia de la Unión Soviética funcionaba como dique de contención del comunismo hacia los países adyacentes.
Tras la desintegración de la URSS se redujo la necesidad para Estado Unidos de un Israel fuertemente armado y comenzó una política más equilibrada hacia todos los países de Oriente Medio. Aunque desde hace una década parece que Norteamérica está optando por retirarse de la zona, algunos expertos consideran que las nuevas tecnologías podrían otorgarle una independencia energética que relegaría a un segundo plano su política exterior hacía los países árabes.
Islamismo radical
Durante los años de gobierno del rey Mohammad Reza Pahlevi en Irán, Estados Unidos se proclamó como su protector en defensa de los intereses occidentales.
Pero hace ya 34 años se produjo en el país del Golfo Pérsico una revolución islámica que rompió las relaciones diplomáticas entre los dos países hasta el acuerdo de supervisión nuclear que se firmó el mes pasado. El 4 de noviembre de 1979 el imán Ruhollah Jomeiní, proclamó en Irán una República Islámica y declaró a los Estados Unidos como el “Gran Satán”. La política exterior iraní se desvió hacia el antiimperialismo, la defensa de islamismo revolucionario, el total rechazo hacia Israel y la aceleración de programa nuclear.
Desde que se instaló el islamismo radical en Irán, Estados Unidos ha ido aplicando una serie de paquetes sancionadores conforme al Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares de la ONU que se ha endurecido en los últimos años.
El 17 de junio de este año Hasan Rohani, un clérigo chiita con ideas más moderadas que sus predecesores, ganó las elecciones presidenciales iraníes. Tras su toma de poder declaró que uno de sus principales objetivos era mejorar las relaciones con la comunidad internacional, incluido Estados Unidos y excluyendo totalmente a Israel. Así y tras varias negociaciones fallidas entre el país islámico y occidente se firmó un acuerdo temporal que entrará en vigor el próximo 20 de diciembre y que permitirá a Irán seguir produciendo uranio enriquecido aunque bajo estrictos controles.
Pero si la comunidad internacional ha calificado de histórico el acuerdo, los aliado tradicionales de Estados Unidos en Oriente Medio, Israel y Arabia Saudí, no están tan satisfechos. Los dos países se encuentran ahora en una nueva posición y su principal preocupación es un posible abandono que erosione los intereses de protección de Estados Unidos contra el expansionismo de Irán sobre estos dos países. Desde la revolución islámica de Jomeiní las monarquías árabes han considerado a Irán como una amenaza inminente.
Desde hace años el gobierno de Irán ha enviado dinero y armas a grupos islamistas que operan en la periferia israelí y mientras Irán tenga la capacidad de enriquecer uranio, Israel puede temer un aumento de la militarización del país islámico bajo el beneplácito de la Administración Obama.
Por otra parte, Arabia Saudí tenía a Estados Unidos como un potente aliado que le ayudaría con las hostilidades entre la mayoría islámica suní de su país y la que predomina en Irán, la chií. Con este nuevo pacto, Irán podría sentirse más cómodo, gracias a la suspensión de ciertas sanciones, para la construcción de una bomba atómica en un futuro.
Así, en los últimos meses, Arabia Saudí ha tenido un especial acercamiento a Pakistán y según informó la BBC a principios de noviembre, los sauditas ya tienen un armamento nuclear preparado en el vecino pakistaní para frenar los posibles avances iraníes en terreno atómico.
Israel se ha pronunciado de manera continuada mostrando su total desacuerdo con la decisión. Arabia Saudí, en cambio, ha sido más silenciosa pero ha tomado una impactante decisión: rechazar un puesto como miembro del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, propuesto por Estados Unidos, a modo de rechazo.
La posición de Egipto desde la retaguardia, también podría verse amenazada por la tensión entre el gobierno chiita que dirige Irán y el fundamentalismo suní que impera en grupos como los Hermanos Musulmanes.
El analista Manuel Coma del Grupo de Estudios Estratégicos ha opinado a LA GACETA que la causa suní y judía tienen las mismas consideraciones acerca del pacto decidido en Ginebra: Estados Unidos le ha permitido a Irán seguir con el enriquecimiento de uranio bajo el beneplácito del Tratado de No proliferación, aunque en este no se reconoce el enriquecimiento de manera explícita.
El uso del uranio como reactor nuclear no es imprescindible, de hecho, pocos países lo siguen produciendo.
La cuestión entonces es porque no prohibir a Irán directamente el enriquecimiento. El analista ha considerado que si no hay acuerdo, la Administración estadounidense tendría que intervenir en Irán para destruir el arsenal nuclear. Pero Obama se ha abanderado como el gran pacificador de Oriente Medio y una nueva guerra provocaría otra caída en picado de su popularidad que ya está bajo mínimos. En el 2014 hay elecciones al Senado, y si los republicanos aumentan sus senadores comenzaría el final de la “Era Obama” así, el líder demócrata se ha mostrado dispuesto a hacerle cualquier tipo de concesión a Rohaní con tal de firmar la paz lo antes posible.
Fuente:intereconomia.com
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