En la fértil basílica de la Navidad

SAL EMERGUI

Enlace Judío México |La cara de Nariman es la máxima expresión de felicidad. Hace sólo dos horas esta palestina dio a luz en el Hospital de la Sagrada Familia en Belén. Aunque es musulmana, le gusta saber que su Baylasan ha nacido a 800 metros del rincón donde la tradición cristiana sitúa el nacimiento de Jesús. El lugar de culto cristiano más antiguo del mundo volverá a ser hoy y mañana un hervidero de peregrinos que saborean las originales gotas de espiritualidad navideña.

El centro donde Nariman sonríe es menos visitado estas fechas que la Basílica de la Natividad aunque para los habitantes de Belén es vital los 365 días del año. Se trata del mejor servicio de Maternidad en Palestina y la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales más moderna. Una institución cristiana en el corazón de la urbe mayoritariamente musulmana.

Nariman (32) juega con los dedos de su pequeña. “Estoy muy contenta por el tratamiento médico y ser otra vez madre aquí. Es mi quinto hijo en el hospital”, nos explica la mujer que a los 18 años se convirtió en madre. La hija mayor, de 14 años y con velo, no quita ojo a su nueva hermana.

Desde el primer parto que tuvo lugar el 16 de febrero de 1990, más de 59.000 palestinos han llegado al mundo en este centro de la Orden de Malta, responsable de los cuatro millones de presupuesto.

‘Nunca hemos rechazado a un paciente’

“Aunque la situación económica es muy difícil, con un 27% de desempleo en Belén, nunca hemos rechazado a un paciente. Muchas palestinas no tienen recursos para pagar los servicios y ni siquiera el transporte hasta aquí. Sufragamos todos los gastos si es necesario. Además, llegamos a las que no pueden venir”, explica la portavoz, Elizabeth Anastas, en alusión a la clínica móvil que asiste a las mujeres embarazadas en campos de refugiados o alejadas aldeas. Muchos palestinos deben su vida a la ambulancia que acude a descampados y colinas para asesorar a futuras madres sin seguro, electricidad o mínimas condiciones. Mujeres que viven en las afueras y que debido a checkpoints, 20 minutos de viaje se convierten en dos horas de suplicio.

“Los doctores que nos han tratado son cristianos y no hemos tenido problema alguno. Todos somos hermanos, musulmanes y cristianos”, añade Nariman negando tensiones interreligiosas. En el hospital, sin embargo, reconocen casos donde islamistas se negaron a ser tratadas por ginecólogos.

Aunque la Nochebuena llena Belén con más de 100.000 peregrinos, es una ciudad de abrumadora mayoría musulmana. “No somos cristianos pero nos encanta el ambiente navideño en Belén. Trabajo de carpintero desde hace 25 años con judíos y cristianos y nunca he tenido problemas”, explica su marido Nasem.

Ignora que el lugar donde hoy sonríen era hace 131 años un enorme solar comprado por las Hijas de la Caridad para poner la primera piedra de 80 camas. Tras sobrevivir a las guerras, tuvo que ser cerrado en 1985. La Orden de Malta intervino y lo convirtió en un centro puntero para la maternidad y la tabla de salvación para bebés prematuros.

Referencia internacional

“Ofrece la posibilidad de dar a luz en excelentes condiciones y, además, crea muchos puestos de trabajo”, sostiene Vera Baboun, la primera alcaldesa en la historia de Belén y con dos de sus cinco hijos nacidos aquí. El hospital, que intenta llenar el enorme agujero de las infraestructuras sanitarias palestinas, siente cada despunte del violento conflicto. En el gráfico de partos, los años 2001 y 2002 registran un descenso vertiginoso a causa de la Intifada y la dificultad de acceso. “¿Su bebé verá la paz con Israel?”, les preguntamos. Mientras la madre es muy escéptica, el padre responde: “Inshalá. Creo que sí. ¿Por qué no?”.

“Somos la referencia para la Autoridad Palestina y la agencia de la ONU para los refugiados”, comenta a EL MUNDO el responsable médico, Saba Abu Farha. Tras una carrera en Ucrania y Bélgica, el dilema llamó a su puerta: seguir en el apacible extranjero o volver a su conflictiva tierra. “En Europa tenía más posibilidades y un mejor sueldo pero no puedo sin vivir sin estar en mi casa. Aunque mi mentor en Bélgica insistió mucho, debía volver a Belén”.

Tras cruzar el muro israelí fronterizo, los autobuses de turistas ignoran la parada del hospital y van directos a la Basílica de la Natividad. Nombre que también podría asignarse al lugar donde Nariman sigue sonriendo.

Fuente:elmundo.es

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