Enlace Judío México- En la “carrera armamentista” frenética entre las bacterias y la medicina moderna, las bacterias han ganado una ventaja. En las últimas décadas, la resistencia bacteriana a los antibióticos se ha desarrollado más rápidamente que la producción de nuevos antibióticos, por lo que las infecciones bacterianas son cada vez más difícil de tratar. Los científicos temen que una “superbacteria” particularmente virulenta y mortal se una algún día unirse a las filas de las bacterias intratables existentes, provocando una catástrofe de salud pública comparable con la Muerte Negra.
Ahora, una investigación liderada por el doctor Udi Qimron del Departamento de Microbiología e Inmunología en la Facultad de Medicina Sackler de la Universidad de Tel Aviv, ha descubierto una proteína que mata a las bacterias. El aislamiento de esta proteína, producida por un virus que las ataca, es un paso importante hacia el desarrollo de un sustituto de los antibióticos convencionales. “Para mantenerse a la vanguardia de la resistencia bacteriana tenemos que seguir el desarrollo de nuevos antibióticos. Lo que encontramos es una pequeña proteína que podría servir como un antibiótico de gran alcance en el futuro,” dijo Qimron.
La resistencia bacteriana es un proceso natural. Pero en los últimos 60 años el mal uso y abuso de antibióticos ha empujado a que más y más bacterias se vuelvan resistentes, lo que socava uno de los pilares de la atención sanitaria moderna. Recientemente, la Organización Mundial de la Salud dijo que la creciente resistencia a los antibióticos es una de los tres mayores amenazas para la salud pública.
Los bacteriófagos, a menudo referidos como “fagos” son virus que infectan y se replican en bacterias.
Debido a que co-evolucionaron con las bacterias están optimizados para matarlos. Como prueba de su resistencia, los fagos son la forma más común de la vida en la tierra, superando en número a las bacterias 10 a uno. En lugares como la antigua Unión Soviética, los fagos se han utilizado para tratar infecciones bacterianas en los últimos cien años. Inofensivo para los seres humanos, inyectan su ADN en bacterias y rápidamente se replican, matando a sus anfitriones.
“Desde el descubrimiento de los bacteriófagos en el siglo XX, los científicos han entendido que, en el principio “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”, el uso médico podía hacerse de los fagos para luchar contra los virus”, explicó Qimron.
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