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domingo 22 de diciembre de 2024

¿Cómo será el ser humano?

Arnoldo-Kraus

ARNOLDO KRAUS

Enlace Judío México | Ni por error pretendo escribir ciencia ficción. Dirijo la pregunta del título al ser íntimo, al ser humano tal y como lo conocemos; el encabezado es una invitación para reflexionar sobre la estructura ética del ser humano en los años por venir.

No actuamos ni nos comportamos como lo hacían nuestros antepasados hace un siglo o hace cinco décadas. Nuestras conductas se han modificado. Los saberes —tecnología imprescindible para comunicarse las veinticuatro horas del día, ciencia capaz de crear bombas atómicas o sucedáneas—, las actividades que desarrollamos –modificar el medio ambiente, contaminar, deforestar- así como las imposiciones del mercado en todas nuestras actividades —rentar úteros, vender córneas, prostituirse para estudiar, decapitar al narco non grato— son ejemplos de conductas contemporáneas. Esas actividades han cambiado el “esqueleto ético” de los seres humanos

Al hablar de “esqueleto ético” me refiero a la forma por medio de la cual la persona se vincula consigo mismo, y a las interrelaciones con el otro, y con los otros: sociedad y madre Tierra. No existen determinantes genéticas para ser o no ser una persona moral; no se han descrito, y no se describirán, supongo que nunca, cromosomas o genes encargados de codificar comportamientos éticos.

El ser ético se mama en casa, en los primeros años de vida; se afina en la infancia, al jugar en la calle, con niños, de preferencia, de clases sociales diversas; se moldea al escuchar como los padres se dirigen a otras personas, y, finalmente, se construye en la escuela, sobre todo durante los primeros años. En síntesis, el tejido social, ya lo decía Marx, determina el esqueleto ético y la conciencia de las personas. Escapar de lo que se ve y se escucha no es posible; el ser humano tiende a mimetizar. En la infancia, las redes sociales imprimen sus huellas en las conductas y en las redes psíquicas de los niños.

El ser humano sobrevivirá mientras no acabe con la Tierra; la cuestión es cómo será el ser humano orweliano del futuro, cómo será su “esqueleto ético”. El entorno actual demuestra modificaciones “serias”. Matar no es suficiente, decapitar es necesario; vejar a inmigrantes no basta: violar a las mujeres y asesinar a quienes no cubran las cuotas es cotidianidad; prostituir infantes y jóvenes para fomentar el turismo, sotto voce, es parte de la realidad mundial; crear términos como desaparecidos o homeless es imprescindible, y, por último, luchas fratricidas como la que se vive en Siria, o guerras étnicas entre musulmanes y negros como acontece en Darfur, son cotidianidad y ejemplos de las modificaciones del “esqueleto ético”. El fracaso es evidente. Ni las religiones, ni el mercado económico, ni la política, ni la ciencia, ni la educación, han servido para detener la depauperación íntima, moral, de nuestra especie. El tejido social se ha roto en múltiples sitios. Recomponerlo es difícil o quizás imposible. Cuando se cavila en la ética, los saberes y los conocimientos acumulados de poco o nada sirven.

En mi juventud se hablaba de despersonalización y alienación -“proceso mediante el cual el individuo o una colectividad transforman su conciencia hasta hacerla contradictoria con lo que debía esperarse de su condición”. Alienar y despersonalizar es labor sencilla cuando el “esqueleto ético” se ha debilitado; sin él, no hay voluntad ni suficientes elementos sociales para luchar contra la corriente.

La voracidad de los dueños del mundo, de quienes dirigen la economía, de quienes imponen fanatismos religiosos, o de los grupos que crean gobiernos independientes dentro de otros gobiernos como es el caso del narcotráfico, se reproduce sin cesar cuando no hay elementos éticos individuales y comunitarios para responder. Dotar a las personas y la comunidad con argumentos morales para impedir que triunfe la alienación debería ser la apuesta. Romper el círculo perverso de todos los mercados, económico, tecnológico, religioso y el del narcotráfico supera con creces las respuestas éticas de la sociedad.

¿Cómo es y cómo será el ser humano en el futuro no lejano? Recetas mágicas, para contrarrestar la realidad no existen. La única solución –siempre me repito: o carezco de imaginación, o la realidad es demasiado apabullante- es contagiar y divulgar los valores de la ética, de preferencia laica, desde la primera infancia. Intentarlo, aunque sea difícil o imposible, es obligatorio. Pensemos en México. En el sexenio de Martha Fox, ella, Vicente, y sus ministros “educadores” quitaron del currículo escolar materias como civismo y filosofía. Pensemos en la ilustre Europa; Putin y Berlusconi son ejemplos indignos de la sabiduría europea y ejemplos vivos de la destrucción de la ética. El nuevo ser humano es realidad. Su esqueleto ético, huelga escribirlo, tiene incontables fracturas.

*Médico

Fuente:eluniversalmas.com.mx

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