DAVID M. WEINBERG
Enlace Judío México | Hace un año pronostiqué con exactitud en estas páginas que el presidente de EEUU, Barack Obama, llegaría a un acuerdo con Irán frente a las objeciones de Israel, lo que permitiría a Teherán mantener sus instalaciones de enriquecimiento nuclear y liberarse de las sanciones con la promesa de poner fin al 20% del enriquecimiento. Precisamente lo que pasó.
También calculé correctamente que Washington se introduciría como una cuña entre Israel y la Autoridad Palestina en unas renovadas conversaciones de paz, y que el primer ministro Netanyahu volvería a congelar los planes para construir en la E1. Calculé que el dirigente de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Morsi, no duraría mucho tiempo como presidente de Egipto. Bingo.
En cambio me equivoqué al esperar una rápida ruptura del actual gobierno de coalición israelí. (esperen quizás un poco más…) También me equivoqué, por desgracia, en prever la elección de un gran rabino sionista religioso. Y me equivoqué, por suerte, en que el ajuste de cuentas que se lleva a cabo en la guerra civil siria podría desbordarse en conflictos reales en los Altos del Golán.
Mirando mi bola de cristal para el próximo año, esto es lo que veo:
Obama: El presidente de EEUU aborrece verdaderamente la proliferación nuclear. Así que realmente no desea que los iraníes puedan intentar producir o produzcan una bomba nuclear durante su mandato. En Ginebra, recortará lo que sea, además de hacer las ofertas necesarias para aplazar la producción de bombas de Teherán durante unos pocos años, es decir, los tres años que restan de su mandato para ser exactos. En cuanto al resto de nosotros, bueno… a Obama realmente no le interesa ni Israel ni los palestinos, ni los egipcios, sirios y saudíes. Él no va a invertir más “sangre, dinero y lágrimas” americanas en el Oriente Medio. Los drones asesinos contra la gente de al-Qaida hacen el trabajo muy bien desde casa. En cualquier caso, Obama sabe que su legado se reduce a esto solamente: si los estadounidenses podrán mantener sus planes de salud.
El secretario de Estado de EEUU John Kerry: Todo este proceso de paz en el Oriente Medio solamente es un preludio de la prevista candidatura de Kerry para las primarias demócratas – en contra de Hillary Clinton – a la presidencia de los Estados Unidos. Él será un contendiente formidable, así como es ahora un formidable diplomático. Por supuesto, es más fácil para Kerry golpear a Netanyahu y al presidente palestino Mahmoud Abbas por ser los dos actores del Oriente Medio que más dependen de los Estados Unidos. Desafiar a los rusos o a los iraníes (como debería haber hecho) hubiera sido mucho más difícil, pero entonces sí habría estado mejor preparado para vencer a Hillary. Ella no será una presa fácil.
Netanyahu: El primer ministro ha “cruzado el Rubicón” y ya no siente ninguna residual lealtad política hacia los residentes en Judea y Samaria o hacia los votantes más derechistas. Su disposición a deshacerse de la Yesha (la organización directiva de los colonos de Judea y Samaria) se deduce fácilmente de su insistencia en una presencia militar israelí solamente en el Valle del Jordán. Mientras que no tiene planes a corto plazo para desalojar a los israelíes de sus hogares en Bet El o Hebrón, su inminente acuerdo con la fórmula presentada por John Kerry para un estado palestino basado en las fronteras de 1967 marcará un retroceso más en la postura diplomática de Israel. Netanyahu cree por lo tanto que un retórico “acuerdo marco” con los estadounidenses y los palestinos es la mejor manera de manejar el conflicto desde hace varios años. Él cree que así va a restringir las opciones de palestinos, evitando que la Autoridad Palestina criminalice a Israel en los foros jurídicos internacionales, y repelerá los boicots europeos. Pero creo que está jugando con fuego, y que la táctica se volverá en contra de Israel. Las demandas del mundo hacia Israel no harán sino aumentar a raíz del acuerdo marco y, después de agasajar a Israel por unos días y alabar a Netanyahu durante unos minutos, ese mismo mundo estará de vuelta en algún momento para amenazar a Israel con boicots a menos que otorgue las últimas concesiones.
Abbas: El líder palestino se está volviendo muy viejo y muy frágil, y no hay ningún plan de sucesión en su lugar, a falta de una amarga lucha de todos contra todos en la que intervendrán los líderes de Hamas. Abbas está en busca de su legado, lo que podría ser un “acuerdo marco” con Israel, pero fácilmente también podrían ser “más movimientos unilaterales contra Israel” en el frente global. De cualquier manera, Abbas tiene que darse prisa, y no estoy seguro de que pueda estar al mando el próximo año por estas fechas. Mientras tanto, la Autoridad Palestina sigue dirigiendo una malvada incitación contra Israel mientras a la vez rastrilla el dinero de la ayuda internacional, dólares, euros, yenes, etcétera…. Es casi tan difícil darse cuenta de todo ese dinero como contar el número de veces que Saeb Erekat ha renunciado como negociador en jefe palestino.
El ministro de Defensa Moshe Yaalon: “Bogie”, como se le llama a menudo, está demostrando ser el político más lúcido y firme del gabinete. Mientras todo el mundo está corriendo asustado ante un inminente “tsunami diplomático” por el cual Israel podría ser marcado como un “estado canalla” por estar en el lado equivocado del consenso internacional en lo referente a las cuestiones iraníes y palestinas, Bogie mantiene la calma. Cuando Tzipi Livni chilla “démonos prisa, vamos a ser boicoteados” y preconiza el comienzo de la retirada israelí de Judea y Samaria, Ya’alon responde lógicamente que “en la vida, todo es una cuestión de alternativas. Si las alternativas son un boicot europeo o ver llover los cohetes desde Nablus, Jenin y Ramallah sobre nuestro frente estratégico y el aeropuerto internacional Ben-Gurion, entonces sí, un boicot europeo es preferible”. Esperemos que Ya’alon se mantenga firme.
El ex ministro Moshe Kahlon: El likudnik que derribó el coste de los móviles obteniendo una gran popularidad, frente al creciente descontento social-económico generado por el Yesh Atid, volverá este año con un nuevo partido político acompañado por el sindicalista Ofer Eini, el economista Manuel Trajtenberg, los generales Gabi Ashkenazi y/o Shlomo Yanai, y otras figuras prominentes. Netanyahu, Yair Lapid, Isaac Herzog y Aryeh Deri deberían preocuparse. Los israelíes aman los nuevos partidos políticos y la programación nueva y fresca de Kahlon podría aprovechar el descontento público con presteza.
El presidente Shimon Peres: Este astuto anciano de 90 años de edad ha protagonizado una gran recuperación política dentro del espectro político israelí cuando su mandato como presidente de Israel termina este verano. Él se sentará como un “primer ministro a la sombra” para hacer avanzar fervorosamente sus planes de paz con los palestinos. Convocará conferencias internacionales para poner a Netanyahu contra la pared e improvisará junto a otros políticos israelíes nuevas plataformas políticas con las que desafiar a Netanyahu en las urnas. No esperen más ñoñas conferencias patrocinadas por Peres sobre el “mañana” donde “audaces” empresarios, “provocadores” sexólogos y “destacados” intelectuales europeos elaboren un galimatías sobre como “embotellar el genio judío” y “la generación de los líderes del mañana”. En cambio, esperen a un agresivo y centrado Peres que con un instinto asesino se ha propuesto redefinir el Oriente Medio Oriente y salvar a Israel como sólo él sabe hacerlo.
El presidente de la Agencia Judía, Nathan Sharansky: A fuerza de personalidad y experiencia, en deferencia a la historia sionista, y para impulsar la unidad judía mundial, Nathan debería ser el próximo presidente del Estado de Israel. Su elección debería ser pan comido. Por desgracia, el ministro Silvan Shalom del Likud y el diputado laborista Binyamin (Fuad) Ben-Eliezer tienen mejores posibilidades de conseguir los votos necesarios en la Knesset para convertirse en el próximo presidente a causa de interesados cálculos políticos. La elección de Silvan liberaría tres carteras ministeriales (cooperación regional; desarrollo del Negev y Galilea; infraestructura nacional, energía y agua) para otros tantos miembros del Likud en la Knesset. Por su parte, Fuad puede tirar de los votos de todo el espectro político, incluyendo el centro, la izquierda y los partidos árabes. Qué pena. Yo todavía apoyo a Nathan.
Fuente:safed-tzfat.blogspot.mx
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