La Carta de Moussali: Yitzhak Rabin y Nelson Mandela

ANDRÉ MOUSSALI EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO

Enlace Judío México| En 1993 le fue otorgado el premio Nobel de la Paz a Nelson Mandela, un hombre que luchó por la paz entre los ciudadanos de Sudáfrica y que estuvo prisionero 27 años por el régimen del Apartheid (Separación de las razas blanca y negra).

El 5 de Diciembre del 2013 falleció y a sus funerales asistieron los líderes más importantes del mundo.

En 1994 le fue otorgado al primer ministro de Israel, Isaac Rabin, el premio Nobel de la Paz.
El 4 de Noviembre de 1995 fue asesinado. En su último discurso menciono, “Sí a la paz, no a la violencia.”

A sus funerales asistieron los líderes más importantes del mundo incluso aquellos que otrora fueron sus enemigos.

A continuación mencionaremos extractos que fueron de sus discursos ante el comité del premio Nobel.

RABIN:

“A una edad en que la mayoría de los jóvenes se esfuerzan para descubrir los secretos de las matemáticas y los misterios de la Biblia; a una edad en que florece el primer amor; a la tierna edad de 16 años, me entregaron un rifle para mi defensa.

Yo fui un hombre joven y ahora sobrellevo la carga de los años. En hebreo decimos “naar haiti, ve gam zakanti” [fui hombre joven, pero he envejecido]. Y de todas las memorias que he acumulado en mis setenta y dos años de vida, lo que más he de recordar, hasta mi último día, son los silencios: el terrible silencio del momento después, y el ominoso silencio del momento antes.

Ese es el momento en el que uno se da cuenta de las consecuencias de la decisión recién tomada: han de morir muchos. Gente de mi nación, gente de otras naciones. Y ellos todavía no lo saben.

En ese momento ellos todavía están riendo y llorando; todavía hacen planes y sueñan sobre el amor; todavía sueñan plantar un jardín o construir una casa — y no tienen idea de que esas son sus últimas horas sobre la tierra. ¿Cuál de ellos está destinado a morir? ¿Quién saldrá retratado en un recuadro negro en los periódicos del día siguiente? Qué madre pronto estará de luto? ¿A quién se le derrumbará el mundo bajo el peso de la pérdida?

En ese momento de gran tensión, poco antes de que el dedo apriete el gatillo, poco antes de que la mecha comience a arder, en la terrible calma de ese momento, todavía hay tiempo para pensar tan sólo: “Es realmente imperante actuar? No hay alternativa? No hay otra salida?”

Nuestro pueblo nos ha elegido para darles vida. Aunque sea terrible decirlo, sus vidas están en nuestras manos. Esta noche, sus ojos nos miran y en sus corazones preguntan: ¿cómo está siendo usado el poder que confiamos en las manos de estos hombres y mujeres?, ¿Qué decidirán?, ¿En qué tipo de amanecer nos levantaremos mañana? ,¿Un día de paz?, ¿De guerra?, ¿De risas?, ¿De llantos?

Es un mensaje que el pueblo judío ha trasmitido desde hace miles de años, un mensaje tomado del Libro de los Libros: “Ve nishmartem meod le nafshoteijem — “Y cuidaréis mucho de vuestras almas” — o, en términos contemporáneos, el mensaje de la santidad de la vida.

Sólo hay un medio extremo para santificar la vida humana. Esa única solución radical es la paz verdadera”.

MANDELA:

“En el extremo sur del continente de África, una rica recompensa, un regalo invaluable es la disposición de quienes sufrieron en nombre de toda la humanidad, cuando ellos lo sacrificaron todo por la libertad, la paz, dignidad humana y la plenitud humana.

Las grandes masas habrán dado la espalda al grave insulto a la dignidad humana que describe a algunos como dueños y a otros como sirvientes, y que transforma a cada uno en un depredador cuya sobrevivencia depende de la destrucción del otro.

Por lo tanto vamos a vivir, porque crearemos una sociedad que reconoce que todas las personas han nacido como iguales, con igual medida de derecho a la vida, libertad, prosperidad, derechos humanos y buen gobierno.

Una sociedad así nunca debería permitir otra vez que hayan prisioneros de conciencia o que los derechos de alguna persona sean violados”.

Estos fragmentos de dos discursos, pronunciados ante el Comité del Premio Nobel, fueron expresados por dos hombres: uno negro y otro judío, quienes ofrendaron su vida a fin de que la paz impere entre los hombres. Aunque esto, lamentablemente, sigue siendo una ilusión.

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