JUDAICA/ Entre el silencio y la orgía

CICLO HANNAH ARENDT/ YEHUDIT LEV PARA ENLACE JUDÍO

No hay condiciones de vida a las que el ser humano no se puede acostumbrar, especialmente si las ve aceptadas por todos a su alrededor.”

Tolstoy

Enlace Judío México- Y CUANDO termina la guerra, después de la orgía de sangre, llega el silencio. Mas no es el silencio viviente que proponen las prácticas zen de iluminación, sino un tenebroso silencio ante el horror de ver a la humanidad en su peor exponente. En el verano de 1945, durante meses retumban en silencio las calles de Berlín y prácticamente toda otra importante ciudad en Alemania, la vida sofocada bajo dos millones de toneladas de bombas británicas y estadounidenses. Es un silencio de asombro.

ENTRE 50 y 70 millones de personas pierden la vida, 30 millones en batalla y los demás civiles. Quedan decenas de millones más, perdidos, escondidos, desplazados, arrestados, cansados, confundidos, desamparados, furiosos, hambrientos, enfermos y heridos, marcados para el resto de su vida.

“ESCENAS DIGNAS de Dante,” anuncia el New York Times ante el escombro de la civilización, y la visión de los campos de concentración y sus esqueléticos sobrevivientes sumidos en la inmundicia. Los ingleses que entran a Bergen-Belsen encuentran a los prisioneros liberados más allá del lenguaje articulado. No encuentran idioma común. En Londres, aquellos que buscan un momento de diversión yendo al cine, se encuentran con esas imágenes y quieren salir corriendo. Pero los soldados británicos bloquean la salida del teatro: Face it! Regresen a enfrentarlo. Alguien tiene que responder por esto.

CUANDO TERMINA la orgía de sangre, comienza la orgía de sexo. Las mujeres europeas reciben a los soldados del continente americano como si fueran santos caídos del cielo. Las holandesas dejan vacíos sus jardines para lanzarles flores a estos valientes hombres, bien alimentados proveedores de cigarros y chocolates y dulce abandono. “¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias!” Sus hombres están muertos, desaparecidos, arrestados, desmoralizados, desgastados, emasculados. Ahora ellas reciben consuelo en los placeres carnales con extranjeros.

EN LOS campos de personas desplazadas, genera shock y vergüenza ajena ver a sobrevivientes de campos de exterminio, esqueletos andantes, sueltos en desenfrenado libertinaje sin pudor alguno. ¿Qué esperan en lugares donde más de mil personas comparten un solo grifo de agua? Es el fin de la era del cortejo. La guerra disipa el velo y muestra crudamente el deseo femenino. Ellas también quieren. Y ahora pueden. Es el comienzo del final del patriarcado.

“AL LEER crónicas contemporáneas en la prensa,” escribe Ian Buruma en su libro Year Zero: A History of 1945, (Año Cero: Una Historia de 1945) “uno puede tener la impresión que el verano del ´45 es una larga orgía en la que dan rienda suelta los soldados extranjeros y las mujeres locales, por avaricia, o lascivia, o soledad…en Paris del 1945 son hospitalizadas por enfermedades venéreas cinco veces más mujeres que en 1939; En la historia de Holanda, 1946 es año record con el nacimiento de 277 mil bebés ‘legítimos’ además de siete mil bebés fuera del matrimonio, tres veces más que antes de la guerra. La mujeres de los países vencidos tienen pocas opciones de supervivencia, y una de ellas es venderse. Lo hacen porque tienen familias que alimentar.

EL AÑO después de la carnicería nacen cientos de miles de nuevos humanos manchados de la culpa y el terror de sus madres y padres, quienes algún día les tendrán que contar qué papel jugaron en el violento encuentro. Pero mientras tanto, estas personas están retomando la vida a bocados. Atraviesan el infierno, y ahora se enfrentan al epílogo: hambre, frío, disentería, tifoidea, tifus, tuberculosis, cólera y polio. Y pérdidas emocionales devastadoras. Se acomodan a la misma realidad de la guerra, que dicta sálvese quien pueda, enriquézcase quien pueda, coma quien pueda.

ES LEY espiritual que todo lo que mandas hacia fuera, te regresa en triplicado. A veces toma tiempo, mas en el caso de Alemania, este retache comienza de inmediato. El fin de la guerra trae consigo la necesidad de compensación, reparación, retaliación. Es hora de la venganza. Berlín – corazón del Reich – es rota en cuatro pedazos divididos entre los gobiernos de Estados Unidos, Francia, Inglaterra y la Unión Soviética. Diez millones de alemanes étnicos son expulsados de sus países natales en Europa del Este con completa aprobación de los gobiernos aliados.

EN CHECOSLOVAQUIA se establece en 1945 cerca del pueblo de Budweis (hogar de la cerveza), un campo de concentración en cuya puerta principal cuelga un cartel que anuncia: “Ojo por ojo, Diente por Diente.” Emergen entonces de las sombras del anonimato, dedos que apuntan a perpetradores, a veces de manos que evitan ser descubiertas en su propia complicidad. Se intensifica la caza de traidores y los linchamientos. Ahí pagan todos, incluso aquellos cuyo único crimen es haber nacido en el lado que perdió. Nadie los defiende porque las voces de los inocentes masacrados ahora gritan a través de sus vengadores.

‘COMPLEJO DE liberación’ es nombre del síndrome de sobrevivientes quienes, plagados por necesidades de venganza, hambre y exaltación, generan problemas para sus salvadores en lo que concierne comportamiento, cuidado y alimentación, desinfección y repatriación. No son las dóciles ovejitas que esperan los liberadores.

“EN DACHAU,” cuenta Buruma, “Los soldados estadounidenses observan mientras guardias de la SS son linchados, ahogados, cortados, estrangulados, o golpeados hasta la muerte con espadas, en un caso guillotinado con una bayoneta que un soldado le presta a un sobreviviente para este propósito.”

LA ENTRADA del ejército soviético fue menos gentil que la de los aliados occidentales. Aquí mujeres de todas edades reciben violaciones grupales, botín indicado para soldados del país que sacrifica el mayor número de muertos: 10 millones de soldados y 10 millones de civiles son víctimas de la bestia germana. Stalin anuncia que los soldados que cruzan miles de millas a través de sangre y fuego tienen derecho a “divertirse con las mujeres.” La venganza sabe dulce ante el recuerdo de los miles de pueblos y ciudades soviéticas desaparecidas y millones de personas sepultadas bajo los escombros.

HANS GRAF von Lehndorff, administrador de un hospital en Köninsberg, ahora ciudad rusa llamada Kaliningrad, describe en su diario en abril de 1945 a los soldados rojos totalmente ebrios después de asaltar una licorería, entrando a las salas del hospital violando toda mujer que encuentran, incluyendo las muy viejas y las muy niñas, enfermeras tanto como pacientes, algunas gravemente heridas e inconscientes.

ESTE ES el momento que muchos alemanes eligen para construir su historia de guerra. Porque no es fácil despertar de la hipnosis colectiva para encontrar tus manos ensangrentadas. En la Alemania de la posguerra, el humor nacional se desgarra en autocompasión ante su propio sufrimiento. Ahora cada adulto se procura exonerar en el famoso Fragebogen, cuestionario de 131 preguntas que determina el grado de complicidad de la persona que lo rellena.

 

UNAS 140 mil personas son despedidas de su trabajo, mas son personajes medios, como maestros de escuela que por patriotismo enseñan la doctrina a sus alumnos. No pueden condenar a todos los que participan. Demasiadas purgas son contraproducentes en la educación, servicios sociales y el funcionamiento cotidiano. La recuperación económica toma precedencia al sentido de justicia. Son tantos los peces gordos que con mayor carga de culpabilidad se escabullen hacia la normalidad del renacimiento, al anonimato del olvido y a la creación de nuevas identidades. En el mercado negro se vende de todo, incluso certificados que por 25 mil marcos alemanes demuestran que uno ha sido prisionero en un campo Nazi de concentración.

 

“LA DESHONESTIDAD se propagó como la peste bubónica,” escribe el húngaro Sandor Marai.

 

AQUELLOS QUE colaboran desde los países invadidos, ahora se enfrentan a la furia de sus compatriotas. En Italia, más de 20 mil fascistas y colaboradores son ejecutados entre abril y julio de 1945. Aún antes del fin de la guerra, los comunistas y miembros de la resistencia francesa llevan a cabo l’epuratio sauvage, la depuración salvaje donde seis mil personas son eliminadas por colaboración; y el doble de mujeres son públicamente humilladas: rapadas, desnudas, emplumadas con alquitrán, tatuadas con swastikas por todo el cuerpo. La colaboración horizontal de las jóvenes francesas que se acuestan con sus opresores y viven en lujo por encima de la miseria de los demás es un punto muy doloroso de la sumisión. Más de dos mil de ellas son despachadas por sus conciudadanos después de la liberación.

PARA LOS Judíos, el horror no termina. Es conocida la historia de aquellos que regresan a sus hogares para encontrar sus casas y posesiones tomadas por la población local, quienes los reciben con varios grados de rechazo entre la culpa y el asesinato. Más de mil judíos viven este destino en Polonia entre los veranos de 1945 y 1946. Buruma describe como en este país emerge de los escombros una clase pudiente, que ocupa el lugar de sus tres millones de judíos asesinados. Esta nueva burguesía odia a los judíos con mayor fervor que nunca.

“LO QUE NO voy a perdonar de los alemanes es que sacaron nuestro odio,” dice una sobreviviente en un reciente documental. También los judíos claman venganza. Abba Kovner, jefe de la resistencia del ghetto de Vilnus, forma parte de un grupo llamado Dam Yehudi Nakam, (La sangre judía será vengada). Un principio fundador es, “La idea que la sangre judía puede ser derramada sin represalia debe de ser borrada de la memoria de la humanidad.” Es un accidente de destino el que previene que Kovner coloque químicos mortales en la reserva de agua de varias importantes ciudades alemanas para envenenar a seis millones de un golpe. Con la perspectiva del tiempo, Kovner reflexionaría esa terrible idea. Mas en esos días, dice, “la gente estaba loca.

LOS SOBREVIVIENTES sin papeles languidecen años en campos de desplazados. Se encuentran desarraigados de ambas Europas porque los países comunistas los declaran capitalistas, y los países capitalistas los asocian con los comunistas.

Y AMBAS aseveraciones son verdaderas.

LA PAZ trae consigo tantas paradojas y ambigüedades como la guerra. Hay intereses y agendas de por medio. Por un lado está el movimiento que busca atrapar y enjuiciar a los criminales de guerra. Por otro lado están aquellos que miran más allá del dolor particular, para enfocarse en estrategia política. También los Imperios desean sobrevivir. Porque esa posguerra es la cuna del conflicto entre los países comunistas y los capitalistas, la Guerra Fría, y los Aliados no pueden permitir que el vacío de poder sea secuestrado por el comunismo.

LAS ELITES industriales y bancarias sacan provecho de la guerra a través de empresas criminales, incluso vastos imperios fundados en campamentos de trabajo esclavizado. Hay quienes amasan grandes fortunas de este infortunio. Los Aliados se dan cuenta que lejos de condenarlos, necesitan a estos ambiguos personajes para la reconstrucción del país. Ese, consideran, es el menor de los males.

A SOLO unos meses de terminada la guerra, 800 mil prisioneros alemanes son liberados para trabajar en granjas y recuperar lo que se puede de la cosecha. Todos se enfrentan a un nuevo mundo donde la supervivencia disuelve las distinciones de clase.

HIJAS DE familias aristocráticas forman uniones con nuevos ricos de dudoso escrúpulo. Otras mujeres se escapan de tiranías sociales y familiares desposándose con miembros de las fuerzas estadounidenses movilizadas. El hecho que muchos de estos soldados son negros añade a la humillación del concepto de superioridad Ario. Se puede añadir también una capa de hombres y mujeres que, destituidos de todo trazo de conexión familiar, se relacionan con sus antiguos victimarios o rescatadores.

LO MÁS difícil es establecer responsabilidad. Un crimen tan grande requiere de un ejército de perpetradores. Hay líderes, hay facilitadores y hay colaboradores por omisión. Y hay colaboradores que son parte de los grupos condenados. No existen líneas claras que pueden valorar el grado de complicidad de cada persona, de cada grupo, de cada nación. No hay blancos y negros. Existe la ‘zona gris’ que Primo Levi describe en Los Hundidos y los Salvados, donde la moral y la ética no tiene lógica. Un lugar donde no hay ‘porqué’, como le explica un guardia SS a su entrada de Auschwitz. “Hier ist kein Warum

LOS JURISTAS tienen que escribir leyes para acomodarse a esta nueva realidad. Además de los desechos de guerras pasadas, los países coloniales tienen que lidiar con las naciones sujetas a su ocupación, cuyo nacionalismo despierta ante la Europa destruida. Ya no serán súbditos de nadie en tierra propia. El viejo mundo se colapsa en desgracia, no sólo físicamente, sino cultural, intelectual y espiritualmente. Es necesario encontrar los responsables de esta hecatombe.

ESTE ES el escenario de apertura que eventualmente nos lleva al juicio de Adolf Eichmann y al libro de Hannah Arendt y a la guerra civil entre Judíos que éste generó. Hoy día, ya no hay silencio, sino una cacofonía de voces y una orgía de interpretaciones que intentan dar sentido a esta historia.

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