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domingo 22 de diciembre de 2024

Victor Klemperer, el judío que sobrevivió en la Alemania nazi

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ILONA DUKÁSZ PARA ENLACE JUDÍO

Enlace Judío México | El crepúsculo del humanismo se enfrenta al paradigma de Auschwitz, dejando al hombre en su radical desnudez frente a la interrogante de hasta qué punto podrá emerger algo nuevo de un trabajo profundo de reflexión acerca de sus actos tanto en contra de sí, como de su propia especie.

Victor Klemperer (1981-1960) quien es conocido por su extraordinaria obra filológica sobre la deformación imperceptible de la lengua alemana en los años del nazismo, La lengua del tercer imperio. Apuntes de un filólogo, crece pensando que los alemanes eran de nivel superior al resto de la humanidad en tanto libres pensadores. En 1920 es nombrado profesor en filología románica en la Universidad de Dresde.

Era miembro de una familia connotada: su padre conocido rabino reformista, un hermano prestigioso cirujano, y su primo Otto Klemperer director de orquesta. Se casó (1906) con la pianista Eva Schlemmer, después de un noviazgo que duró dos años, y que despertó la oposición de ambas familias, la de la novia porque era judío, y en la de él, sus hermanos consideraban a Eva un mal partido. En 1915 fue llamado a enlistarse en la Gran Guerra.

Al llegar las leyes raciales primero lo despojan de su cátedra, pero él piensa que esto es transitorio, a pesar que sus conocimientos le indican lo contrario. Poco a poco termina expulsado de su domicilio, privado de su biblioteca y sin posibilidad de publicar, sólo su matrimonio con una mujer “aria” podrá aplazar una y otra vez la deportación.

Su voluntad de resistir a tanta marginación se manifestará en su diario clandestino, escritura que le sirve de válvula de escape y que, de ser descubierta, acarrearía su muerte y la de Eva. A causa de tantas angustias, y de no tener una válvula de escape como él, su mujer padece ataques nerviosos y se enferma de depresión. Eva arriesga continuamente su vida al llevar a las afueras de la ciudad a la casa de una amiga aria, lo que su marido iba escribiendo. Además, muestra una especial su calidad humana al soportar las mismas vejaciones que él sin poner en cuestionamiento jamás su matrimonio.

Al terminar la guerra, él comienza a trabajar sobre sus diarios dando luz a La lengua del Tercer Reich. Minucioso estudio que rastrea las perversiones lingüísticas impuestas por el régimen de Hitler, y cómo se deformaba el idioma en un intento de generar una fe irracional en la superioridad de la cultura germánica. Klemperer alemán de nacionalidad, y de religión judía como tantos otros intelectuales europeos hasta que los nazis les recordaron su condición de extranjeros, lo llevaron a la reflexión sobre su lengua: “Así, he vuelto, a pesar de todo, al tema judío. ¿Es culpa mía? No, es culpa del nazismo, única y exclusivamente culpa suya”, escribirá en su diario develando el carácter nocivo de todo nacionalismo.

Su texto La Lengua del Tercer Imperio lo dedica a su esposa: “Hace veinte años, querida Eva, te escribí ante la dedicatoria de una colección de ensayos que no podía hablarse de dedicatoria en el sentido de un regalo mío para ti, por ser tú la copropietaria de mis libros, fruto todos ellos de una comunidad espiritual de bienes.

Sigue siendo así hasta el día de hoy. En este caso, sin embargo, la situación es algo diferente que en mis publicaciones anteriores; esta vez tengo mucho menos derecho a dedicarte nada y estoy, al mismo tiempo, incomparablemente más obligado a hacerlo que en aquella época de paz en que nos dedicábamos a la filología, pues sin ti este libro hoy no existiría, como tampoco existiría hace tiempo su autor… Tú sabes, y hasta un ciego debería percibirlo con su bastón, en quién pienso cuando hablo de heroísmo a mis oyentes. “ (Dresde, 1946)

Heroísmo consiste en algo más que arriesgar la vida.

En su origen, esta palabra se aplicaba a una persona que realizaba actos positivos en pos de la humanidad. Klemperer señala la deformación al concepto de héroe aplicado por el nazismo por su continua dependencia con lo decorativo, dependencia exacerbada a lo imaginario. “Sin embargo, sé de un heroísmo mucho más desolado, mucho más silencioso, de un heroísmo que carecía el apoyo de la pertenencia a un ejército, ó a un grupo político, que carecía de cualquier esperanza de un futuro esplendor y que se encontraba en la más absoluta soledad. Me refiero a las pocas esposas arias que se resistieron a todas la presiones para que se separaran de sus maridos judíos….. ¡cuántas ofensas, amenazas, golpes y escupitajos soportaron, cuántas privaciones tuvieron que padecer por combatir la escasez normal de sus tarjetas de racionamientos con sus maridos, limitados a las tarjetas judías “subnormales”, mientras que sus compañeros arios recibían en sus trabajos los suplementos correspondientes a los obreros que realizan trabajos pesados.”

Klemperer observa cómo el nacionalsocialismo ponía énfasis en la cuestión judía, que el nombró como la bolsa de veneno en la víbora de la esvástica. El antisemitismo siempre existió, pero no era tema. La fricción entre judíos y arios no era ni la mitad de intensa que entre protestantes y católicos.

Poco a poco percibe cómo la población va leyendo entre líneas los partes de guerra. Un día de diciembre del 41 alguien menciona que la situación en África es adversa. Pese a que el discurso oficial es : “nuestras tropas luchan heroicamente”. A partir de ahí, “heroicamente” comenzó a sonar como un aviso necrológico.

A la frase de Schiller la: “lengua culta que crea y piensa por ti” se le suele dar una interpretación estética e inofensiva, desconociendo que el lenguaje crea y piensa por uno mismo mediante asociaciones fonéticas inconscientes. El poeta recuerda con nostalgia a los numerosos amigos que el viento se llevó, y cómo el viento sopló ante su puerta, pero el viento lo arrojó junto a la ausencia de voces, voces supuestas a la espera de la palabra por venir.

Lo anterior pone en evidencia que con el nazismo las palabras se introducen imperceptiblemente bajo la piel, aparentemente inocentes y que, a fuerza de escucharlas y repetirlas sin pensar, terminan encarnándose. Entonces las palabras pueden actuar como dosis ínfimas de veneno, uno lo ingiere sin darse cuenta, y paulatinamente va generando una transformación silenciosa.

Joseph Goebbels –doctor en literatura- anotó en su diario algo similar: “Ahora será fácil llevar a cabo la lucha… La prensa y la radio están a nuestra disposición.” Uno de sus primeros actos políticos fue la quema de libros. Heinrich Heine escribió en Almansor la admonición famosa: “Ahí donde se queman libros se acaban quemando también seres humanos”.

Al igual que muchos pensadores del lenguaje después de Auschwitz, Klemperer entiende que el Cuarto Reich se ha instalado silenciosamente entre nosotros, representando la ruina del humanismo.

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