De los 10 que yo tenía

DAVID HOFFS*

Enlace Judío México | Como la canción de los perritos, de los buenos amigos que me quedaban en México cada vez me quedan menos, pues en unos meses otro más optará por irse al extranjero. Entre muchos motivos, incluyendo preferencias personales, percepciones de seguridad y hasta perseguir al sueño americano, también está la mayor facilidad para que siendo relativamente jóvenes, las oportunidades laborales sean mayores en el extranjero para aquellos con el privilegio de contar con títulos universitarios.

En general, la cultura laboral en México prioriza la experiencia sobre el conocimiento teórico-técnico. Por el contrario, en muchos países de primer mundo esto resulta al revés. Los conocimientos teórico-técnicos son priorizados sobre la experiencia. Así, una maestría en México según consulta Mitofsky representa un incremento salarial menor al 40%, mientras que en EEUU, según Forbes, el incremento es cercano al 80%, y en Inglaterra, al 65% según la organización Graduates UK.

Esta condición no sorprende pues en una economía como la mexicana, el conocimiento académico resulta poco útil ante la complejidad de operación real de un negocio en donde es necesario contar con mucha experiencia (mañas y contactos) para sortear los múltiples obstáculos que se presentan. Entre ellos se encuentran las aplicaciones diferenciales de la ley, en donde saber con quién o cómo y no un conocimiento académico, representa al éxito (la planeación fiscal consiste en tener al mejor contador, el cual a su vez debe conocer bien a las autoridades y no en una interpretación exitosa de la ley).

También está la desconfianza generalizada entre los mexicanos en donde contar con amigos o palancas ayuda a que las cosas se lleven a cabo (es más común contratar al cuate del cuate que a un desconocido con un título de la mejor universidad del país). Para un negocio pequeño, conseguir fuentes de financiamiento que le den oportunidades de crecimiento, es casi imposible en las condiciones de poca permeabilidad al sistema financiero mexicano (hay que conocer al billetudo que le quiera entrar en vez de participar en un mercado eficiente y acceder a cualquier instrumento financiero).

Es por esto que contar con un currículo académico en México por supuesto no es atractivo. Los jóvenes universitarios (y los no tan jóvenes de posgrados) que terminan sus estudios, solo podrán explotar sus conocimientos dando clases en la academia, pues de poco les servirán los modelos, supuestos y teoría aprendida en un contexto donde el colmillo es más importante. Esto no solo explica lo planteado inicialmente sino también la baja participación que las universidades tienen en la vida empresarial.

Mientras que en países como Alemania, EEUU, Israel, Holanda las universidades son centros de desarrollo de “start-ups”, en México las universidades rara vez participan como asesores empresariales, pues ningún investigador contará con la experiencia suficiente para dar un consejo útil al menos para la realidad mexicana. Si las leyes no fueran doblables, los mercados fueran más eficientes, hubiera más competencia y no desconfiáramos de todos (y nadie anduviera de ratero), probablemente el consejo y conocimiento académico no desentonaría con las necesidades reales.

Es como pretender correr un automóvil de última tecnología entre baches y topes; por bueno que sea el carro mejor irse en bicicleta. Si el objetivo de mis amigos es manejar autos hiper-tecnológicos, entiendo que decidan irse (aunque me gustaría que se quedaran a tapar los baches).

*Ingeniero Industrial y Maestro en Administración y Finanzas.
Profesor en el TEC de Monterrey y asesor financiero para el sector público y privado.

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Fuente:capitaldemexico.com.mx