Enlace Judío México | El laureado escritor israelí Amos Oz destacó hoy los especiales vínculos entre Israel y España, al recibir hoy de manos del embajador español en Tel Aviv, Fernando Carderera, la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil, que le ha sido concedida por el rey Juan Carlos por su larga y prolífica carrera.
“La relación (de Israel) con España es especial, ha sido así siempre, y entre los judíos y España. No es una historia simple, es una historia de altibajos, con profundos bajos, pero los genes que quedaron son poderosos en la base de España y también en la de los judíos”, afirmó el novelista en una ceremonia en la ciudad de Herzlíya, al norte de Tel Aviv.
Por su parte, el embajador de España destacó “la labor de la literatura, y especialmente la de Oz, como puente para unir culturas y dar oportunidades a la paz” y recordó los lazos del escritor con nuestro país a través no sólo del Premio Príncipe de Asturias, que obtuvo en 2007, sino del “cariño especial” que le tiene a España.
Hijo de emigrados rusos llegados a Palestina en la década de los treinta, Oz es uno de los autores más reputados de la narrativa israelí, y su nombre ha sonado en varias ocasiones para el premio Nobel, que por ahora se le resiste.
Nacido en 1939 en Jerusalén en el seno de una familia de profesores e investigadores, algunos afines al ala derechista del sionismo, abandonó el hogar a la edad de quince años para trasladarse a vivir en un kibutz, donde completó sus estudios de secundaria y trabajó en campos de algodón.
Concluido el servicio militar, comenzó a combinar su trabajo en el campo con la actividad literaria, publicando cuentos en la prestigiosa revista Keshet, lo que condujo a la dirección del kibutz a enviarle a la Universidad Hebrea para cursar estudios de filosofía y literatura.
Con el título bajo el brazo, regresó al kibutz, donde durante un cuarto de siglo compatibilizó la escritura con la agricultura y la enseñanza en la escuela secundaria.
Como otros miles de israelíes, Oz participó como reservista en la Guerra de los Seis Días de 1967, y seis años más tarde en la Guerra del Yom Kipur, experiencias ambas que marcaron algunos de sus textos.
Trece años después, abandonó el kibutz y se estableció en la localidad de Arad (sur), en busca de un clima más seco y beneficioso para el asma de su hijo.
Considerado uno de los defensores del movimiento por la paz, en su obra ensayística ha apoyado la solución de los dos estados, bajo el compromiso del reconocimiento mutuo y la coexistencia tras fronteras seguras.
Hoy, al recibir la condecoración, Oz se mostró confiado en que los esfuerzos de paz del secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, lleguen a buen puerto, si bien se mostró en contra del boicot a Israel, porque, aunque él no compra productos de los asentamientos desde 1967, cree que “los boicot en general sólo sirven para fortalecer a los que están en contra” de la paz.
Galardonado en países como Alemania, Francia o Noruega, por su calidad literaria y su activismo en favor del diálogo, en 2004 recibió, junto al intelectual palestino, Sari Nuseibeh, el Premi Internacional Catalunya por su contribución al desarrollo de los valores humanistas en el mundo.
Ese mismo año obtuvo el Die Welt Literary Prize, concedido a aquellos autores cuyos libros comparten calidad literaria e impacto mundial para abrir debates.
La actividad política de Oz comenzó en la pasada década de los sesenta en el seno del grupo de izquierdas Min Hayesod, y tras la guerra de 1967 se sumó a distintas corrientes pacifistas hasta convertirse en 1977 en uno de los fundadores del movimiento Paz Ahora, del que también fue uno de sus portavoces.
En 2003, prestó su apoyó la denominada “Iniciativa de Ginebra”, un movimiento que aglutina a promotores de la paz y el diálogo palestinos e israelíes.
Autor de 35 libros, trece de ellos aclamadas novelas, cuatro colecciones de cuentos y otras publicaciones infantiles, además de ensayos e infinidad de artículos, su obra ha sido traducida a 42 lenguas.
En una valoración personal de la literatura española, el escritor sostuvo esta noche que “uno puede hacer turismo, visitar ciudades, museos, disfrutar de la excelente comida de España y puede volver a casa con muchas fotos sobre lo que ha visto”.
“Pero no hay nada -apostilló- como una buena novela española para entrar en las cocinas de los españoles, en sus dormitorios, en un territorio al que nunca llega un turista y donde se genera diálogo entre una cultura y otra y entre un pueblo y otro”.
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