El raro caso de Josef Nassy

JULIÁN SCHVINDLERMAN

Enlace Judío México | Si ser judío en Europa durante la era nazi era algo sumamente riesgoso, ser un artista judío era altamente problemático. Pero si además de judío y artista uno tenía color de piel negra eso era algo decididamente peligroso. Tal fue el caso de Josef Joahn Cosmo Nassy, oriundo de Surinam, residente en Bélgica durante la ocupación nazi y sobreviviente de la Shoá.

Según ha documentado su biógrafa Monica Rotschild-Boros, Josef Nassy nació en 1904 en lo que entonces era la Guyana Holandesa. Su padre era parlamentario, descendía de judíos españoles fugados de la Inquisición y tenía por nombre el de quien atormentaría a su hijo, y a tantos otros, más adelante: Adolph. La familia no era practicante -ya la generación de sus abuelos había dejado de serlo- pero se veía a sí misma como judía. Adolph abandonó la isla rumbo a los Estados Unidos junto con dos de sus hijos, entre ellos Josef, dejando atrás a su esposa Caroline, quién no fue al funeral de su marido en Brooklyn en 1926. Josef eventualmente viajaría a Bélgica y sus hermanos se esparcirían por diversos países: Surinam, Aruba, Holanda, Estados Unidos. Josef se graduó de ingeniero y comenzó a trabajar para una compañía subsidiaria de Warner Brothers, la que le ofreció un puesto en Europa.

Al solicitar la visa de entrada al viejo continente, Josef alteró datos de su identidad: su nombre lo anunció como Josef John Nassy, su fecha de nacimiento la adelantó a 1899 y declaró a San Francisco como su lugar natal. Pero lo más crucial sería que al registrarse como ciudadano norteamericano ante la embajada en Bruselas omitió listar su identidad religiosa. El no haberse declarado judío y tener a la vez ciudadanía estadounidense resultaría crítico para su futura supervivencia en la Europa ocupada. A Bélgica arribó luego de haber pasado un tiempo en Inglaterra y Francia. Allí se casó en 1939, cinco años después de haberse inclinado por la pintura artística.

Los nazis entraron a Bélgica en 1940. Luego del ingreso de los Estados Unidos a la guerra, como consecuencia del ataque japonés a Pearl Harbour en 1941, los alemanes comenzaron a detener a los estadounidenses en la Europa ocupada. En 1942, Josef fue arrestado y enviado a la prisión Beverloo que oficiaba de cárcel transitoria hacia otros campos de internación. Siete meses más tarde fue despachado a Laufen y a su subcampo Tittmoning en Alemania. Sin ser una panacea, estos campos no eran tan terribles como los campos de concentración y exterminio donde predominaba el trabajo forzado y todo tipo de vejaciones, pues allí regían las Convenciones de Ginebra.

Los reclusos tenían la posibilidad de expresarse artísticamente, podían enviar tres cartas y cuatro postales por mes a sus parientes y tenían alimentos suficientes para su subsistencia. Josef recibió utencillos por parte de la Cruz Roja y la YMCA suiza. Como ha observado el historiador Clarence Lusane, el trato relativamente moderado dado por los alemanes a los prisioneros de guerra y civiles estadounidenses en estos campos parecía basarse en la expectativa alemana de que sus propios soldados apresados por los Aliados no fuesen tratados brutalmente.

Josef enseñó arte y retrató escenas de la vida en el campo. Allí conoció a otros prisioneros negros, judíos (con documentos falsos) y de varias nacionalidades. Durante los tres años que duró su encarcelamiento, hasta el fin de la guerra, Nassy realizó 277 esquemas, dibujos y pinturas. Él y su arte sobrevivieron a la hecatombe y posteriormente fueron montadas exhibiciones en varios países de Europa y los Estados Unidos. Así describió una muestra el periodista Leonard Boasberg del Philadelphia Inquirer: “Hay fuerza y pathos en los dibujos. Hay soledad y comunidad, un sentido de la desesperación del individuo -el preso, la víctima- que, en las garras de la brutalidad malévola, mantiene sin embargo su voluntad de sobrevivir. Hay torres de vigilancia y puertas de alambre de púas y guardias armados, y hay retratos de hombres pensativos que podrían estar en cualquier otra parte, pero que están, de hecho, confinados por el crimen de su existencia”.

En 1984, el coleccionista de arte californiano Severin Wunderman adquirió toda la colección de Josef Nassy y en 1992 donó gran parte de ella al Museo de la Memoria del Holocausto de Washington, el cual exhibió su obra en 1998. El propio Wunderman nació en Bélgica y sobrevivió al Holocausto gracias al oficio de un sacerdote que lo escondió en un convento para niños ciegos. De adulto se aseguró que todo el mundo pudiera ver el arte de quien quizás haya sido el único negro y judío en sobrevivir a Hitler.

Fuente:Revista Compromiso

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Julián Schvindlerman: Analista político internacional, escritor y conferencista. Posee una licenciatura en administración de la Universidad de Buenos Aires y una Maestría en Ciencias Sociales de la Universidad Hebrea de Jerusalem. Es autor de los libros “Roma y Jerusalem: la política vaticana hacia el estado judío” y “Tierras por Paz, Tierras por Guerra”, así como de los ensayos “Introducción al Nuevo Antisemitismo” y “El Otro Eje del Mal: antinorteamericanismo, antiisraelismo y antisemitismo”. Es columnista del periódico Comunidades, de Radio Jai, de FM Identidad y de Radio Universidad de Belgrano. Es profesor invitado en la materia Tópicos de Política Mundial en la Universidad del Centro de Estudios Macroeconómicos de Argentina (UCEMA).