Amos Oz: «’Primavera Árabe’ es un término que no existe motivado por la ignorancia»

SAL EMERGUI

Enlace Judío México | Es la voz de la conciencia de Israel. Realista y utópica, crítica y patriota, popular y criticada. Amos Oz escribe del pasado como los ángeles y vaticina el futuro como los profetas bíblicos de su pueblo que elogia y reprende con idéntica pasión y dolor. Conversar con él es hacerlo con el fiscal y a la vez abogado más clarividente de un país con más opiniones que habitantes.

Hijo de padres que huyeron de Europa antes de la barbarie nazi, empezó a escribir a los 15 años en el kibutz Hulda que no le abandona, aunque lo dejó hace décadas. Traumatizado por el suicidio de su madre tres años antes e influenciado por sus cuentos y Los árboles de Kafka. La traducción de sus obras a 42 idiomas convierte a Oz en un icono universal de calidad literaria y lucha por la paz. «La solución de dos Estados, Israel y Palestina, es inevitable por que no hay otra alternativa. Los dos pueblos saben que el otro existe y la mayoría sabe que el otro no se irá a ninguna parte», nos dice. Para ello los dirigentes deben subirse al tren (¿el último?) hacia el acuerdo definitivo que conduce hoy John Kerry. Oz (coraje, en hebreo) no pierde la esperanza.

«Si tengo pluma y palabra debo usarlas para expresar mi opinión», explica el fundador del movimiento Paz Ahora, faro de la paz con los palestinos. Opuesto a las colonias, aclara en un mensaje a algunos sectores europeos: «No apoyo la idea simplista que Israel es el único malo. Es una tragedia porque es un choque entre derecho y derecho».

«Nunca lucharía por más territorios o supuestos intereses nacionales pero lucharía y lucho por la vida y libertad. Supongo que esto me diferencia del pacifista europeo al uso que mantiene que el mal supremo en el mundo es la guerra. Para mí, la guerra es terrible pero el mal supremo es la agresión. Si en el 39 todo el mundo menos Alemania mantuviera que la guerra es el fenómeno más espantoso, Hitler sería ahora el señor del universo», opina.

Más de 30 libros y 35 premios después, Oz se emocionó al recibir la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil de la mano del embajador español en Tel Aviv, aunque no sea el Nobel de Literatura que cada año casi gana.

P. Tras los atentados y la retirada de Gaza, los israelíes no confían en los palestinos que están desesperanzados ante tantas colonias en una Cisjordania bajo ocupación ¿Es posible una Palestina con continuidad territorial?

R.- Sí, por supuesto. No hay ningún problema para construir un túnel entre Gaza y Cisjordania. Hay túneles como éstos mucho más largos en Noruega.

P.- Si fuera doctor, ¿qué parte médico daría de la sociedad israelí? La difunta Shulamit Aloni decía que era muy grave.

R.- La situación puede ser peor. Sólo hay que ver lo que sucede en tres continentes. Si comparo la situación de Israel con China y no hablo ya de muchos países africanos, no creo que nuestra situación sea la peor.

P.- ¿Qué opina del llamamiento de boicot a Israel?

R.- El boicot no es un arma efectiva cuando se emplea contra las personas equivocadas. Yo no compro productos de las colonias y puedo llegar a entender la lógica de boicotearlas, pero no entiendo la del boicot en general a Israel como por ejemplo contra las universidades israelíes, donde judíos y árabes estudian juntos. No entiendo el boicot al sector académico y a los más comprometidos con la paz.

P.- ¿Qué siente hacia Europa? El lugar donde los judíos se sintieron los más europeos acabó diseñando su exterminio.

R.- Mi relación con Europa es muy ambivalente ya que mis padres y abuelos eran europeos hace 80 y 90 años cuando nadie en esa época era europeo sino patriota español, sueco o búlgaro. Los únicos europeos fueron los judíos, mis padres. Europa no les devolvió el mismo amor sino odio y violencia. Tuvieron que irse. Menos mal que huyeron a Jerusalén porque si no Europa les hubiera matado.

P.- ¿La Primavera Árabe es un fracaso o una oportunidad por cumplir?

R.- “Es un término inexistente dado por personas no muy inteligentes que pensaron que lo que pasó en la Europa comunista pasaría aquí en Oriente Próximo. Es un pensamiento motivado por ignorancia y tendencia a las comparaciones superficiales. Sucede una gran tragedia en parte del mundo árabe con países que se desintegran. En tres años de guerra en Siria han muerto más personas que en 120 años del conflicto entre nosotros y el mundo árabe. El mundo no tiene coraje para parar este derramamiento de sangre”.

P.- ¿Pronostica cambios importantes en el orden social y económico del mundo que hoy conocemos?

R.- Me pide ser profeta y es muy difícil serlo en la tierra de los profetas donde hay demasiada competencia en la profesión de la profecía. Lo que sí creo es en la necesidad urgente e importante de la solidaridad social. Es el tercer camino entre el capitalismo darwinista y el comunismo dictatorial y brutal. Creo en la solidaridad social.

P.- ¿Realmente siente algo especial? Que le premien me parece algo rutinario.

Respuesta.- No es una rutina. Estoy muy emocionado por este reconocimiento porque tengo una relación muy especial con mis lectores en España. Hay vínculos culturales muy profundos entre el pueblo español o el que habla español esté donde esté y el pueblo judío e Israel. Sólidos genes españoles permanecen en la cultura judía e israelí y sólidos genes judíos en la española.

P.- Tras tantos años, ¿hay algún cambio en la forma de escribir, en la búsqueda de inspiración o temas?

R.- Me gustaría corregirle. Yo no creo en la inspiración ni tampoco busco temas. Normalmente los personajes de mis historias vienen a mí y yo convivo muchos meses con ellos sin escribir una sola palabra. Sólo cuando les conozco muy bien y hacen cosas entre ellos entonces tengo la trama y empiezo a escribir.

P.- Sostiene que Kafka fue el «profeta del siglo XX»…

R.- Efectivamente. Más que cualquier otro escritor, ideólogo o filósofo, fue la persona que mejor supo ver la situación del hombre moderno en el mundo en el que vivimos de los últimos 100 años.

P.- Vivir y -permítame añadir- sufrir una realidad tan convulsa, ¿no es una ventaja para un escritor?

R.- Por supuesto que no. Su pregunta es válida para un periodista que le va mejor en lugares donde pasan muchas cosas. Le quiero recordar que Chejov escribió cosas maravillosas sobre pequeños bosques en la provincia de Rusia donde no pasaba nada. Kafka escribió de forma sublime sobre despachos en una capital de Europa donde no pasaba nada. García Márquez contó cosas maravillosas sobre Aracataca sin que pasara mucho allí. No hay relación entre la intensidad política o histórica y la calidad de la escritura literaria.

P.- Su último trabajo Entre amigos (Siruela) son ocho historias sobre la condición humana y un Kibutz. Tras décadas en Arad (desierto del Négev) y ahora en Tel Aviv ¿Hulda sigue enrocado en su alma?

R.- Mi familia y yo lo abandonamos hace casi 30 años y desde entonces no ha pasado una sola semana en la que no he soñado al menos una vez con el kibutz Hulda. Sueños buenos, malos, triviales o raros. Entendí que había llegado el momento de escribir sobre mis primeros años en el Kibutz en los 50.

P.- Por cierto, cuando tiene un sueño ¿lo retiene para plasmarlo en sus novelas?

R.- A veces.

P.- ¿Por qué el fenómeno de periodistas israelíes convertidos en políticos no se contagia a los escritores? ¿Lo recomienda a otros países?

R.- Si los escritores fuéramos a la política, los políticos empezarían a escribir novelas y eso sería el fin de la civilización tal como nosotros la conocemos.

P.- Le cito sus palabras: «No hay que esperar una luna de miel entre Israel y Palestina sino un divorcio justo. Los divorcios nunca son felices. Y éste será doloroso y raro porque las dos partes en litigio se quedarán en el mismo apartamento». ¿No es muy pequeño para dos inquilinos que se odian?

R.- Hace unos años, Checoslovaquia se dividió pacíficamente en dos Estados, Chequia y Eslovaquia. Tenían un hogar pequeño y lo convirtieron en dos casas. Es la solución también para los palestinos y nosotros.

P.- Pero el barrio de Checoslovaquia no era tan conflictivo como el de Oriente Próximo…

R.- Es cierto. Nuestro vecindario es más duro y difícil pero eso no quiere decir que tengamos otra alternativa a los dos Estados. Es más, en nuestro vecindario el hallazgo de la solución al conflicto es mucho más necesario que en la Europa del siglo XVI.

P.- No parece que los custodios de las llaves, Abu Mazen y Netanyahu, quieran o puedan usarlas…

R.- Si no lo hacen, lo harán otros. No lo dude, se hará. ¿Cuándo? No le puedo decir, pero alguien lo hará por la sencilla razón que no hay alternativa. Esta operación debemos hacerla y el paciente, israelí y palestino, sabe en el interior de su corazón que es inevitable y necesaria.

P.- ¿Y si no lo desea?

R.- El paciente quiere pero los doctores son cobardes.

P.- ¿Ve algún líder valiente que firme el acuerdo?

R.- Sí, sólo hay que encontrarlos. No sé quién lo hará y ni él mismo lo sabe pero esa persona existe en las dos partes. No le doy nombres porque no tiene importancia ya que la vida y las personas están llenas de sorpresas. La belleza de la naturaleza humana es la capacidad de sorprenderse a uno mismo y a los otros. Si le diera el nombre de De Gaulle como el que retira Francia de Argelia, usted se hubiera reído de mí ya que pertenecía a la derecha radical. O el de Churchill como el que desmantela el imperio británico. Sadat nunca pensó venir a Jerusalén, pero lo hizo y firmó la paz. Beguin tampoco imaginó retirarse del Sinaí a cambio de la paz con Egipto.

P.- En esta época de crisis mundial, ¿cuál es el rol del escritor?

R.- No puedo hablar en nombre de todos. Yo cuando detecto que el lenguaje es corrompido por expresiones racistas o de odio, levanto mi voz. Mi papel es ser una especie de detector de humos o cuerpo de bomberos de la lengua.

P.- ¿Cansa ser candidato al Nobel ?

R.- Recibí los premios que merecía e incluso más de los que merecía. Es más que suficiente.

P.- ¿Cómo le gustaría ser recordado?

R.- Por mis libros. Espero que se acuerden de lo que escribí cuando ya no esté aquí.

Fuente:elmundo.es

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