DAVID HOFFS*
Enlace Judío México | Escombrando cajones, curiosamente encontré una cajita fuerte que probablemente pertenecía a mi abuela. Como pirata engolosinado procedí a abrir el tesoro en potencia y el contenido resultó ser unos cuantos hidalgos de plata (como quisiera ser el Rey Midas). Atesorar la antigua moneda de plata no solo es algo que los abuelos hacen sino un planteamiento aparentemente obligatorio para cada legislatura. Sexenio con sexenio, la añoranza por la plata se apodera de los legisladores y termina en propuesta de ley fracasada.
Sorprendentemente usar “dinero bueno” (que tiene un valor por sí mismo) como la plata, no es tan bueno, pues cuando las personas esperan cambios en el valor de la misma, el sistema de pagos colapsa. Por ejemplo, si usáramos plata como moneda y se esperara que próximamente esta valiera más, ni de locos la gastaríamos hoy prefiriendo guardarla. Por otro lado tampoco se puede evitar, como muchos alegan, que caiga su precio pues si el Gobierno le pone un valor fijo y su precio real es menor, al comerciar con el extranjero éste pagaría la plata al precio real y el Gobierno sería el que pone la diferencia hasta quebrar y forzar la devaluación. Así, el uso de monedas de plata solo sería una ventaja en tiempos de estabilidad (pero en estos tiempos nadie se queja de los billetes). Curiosamente en los últimos 10 años, la plata ha sido todo menos estable, variando entre los 10 y 50 dólares por onza.
Otros ven como ventaja el que el Gobierno no pueda controlar su valor. Argumentan que no se dependería de la buena voluntad del gobernante para la economía (hasta cierto punto tienen razón…pues si el Gobierno pudiera imprimir dinero, estaríamos repletos de pistas de hielo en cada plaza). El primer problema de usar un metal finito como moneda surge al aumentar la producción del país, pues si no se aumenta la cantidad del metal en circulación, se generaría deflación ya que con la misma cantidad de metal ahora se comprarían más bienes y nuevamente se paralizaría a la economía pues se esperaría que el valor de la plata aumente. Por otro lado en momentos de recesión, no se podría inyectar liquidez al mercado para reactivar el consumo y la inversión.
Así, la plata no es la cura para el mal Gobierno, pues si se cuenta con uno, no hay forma de evitar los problemas ya que o imprimirá más dinero generando alta inflación o quebrará la economía. Contra el mal Gobierno existen mecanismos, como independizar al Banco Central, (o plantarse en el Monumento a la Revolución como está de moda). También se argumenta que el dinero fiduciario es un derivado del dólar y que esto es un riesgo (si quieren yo me arriesgo a que me paguen en dólares). La realidad es que todo es derivado de la moneda más fuerte, en este caso el dólar. La plata se cotizará en dólares y aunque el Gobierno mantenga reservas de plata, estas equivaldrán a una cierta cantidad de dólares.
En conclusión, el sistema monetario recomendable es el actual: dinero fiduciario respaldado en la producción y economía del país, cuyo volumen está controlado por un Banco Central independiente del Gobierno.
Los hidalgos de plata que encontré mejor me los quedo (no vaya a ser que suban de valor).
*Ingeniero Industrial y Maestro en Administración y Finanzas.
Profesor en el TEC de Monterrey y asesor financiero para el sector público y privado.
[email protected]
Fuente:capitaldemexico.com.mx
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