Enlace Judío México | Occidente observa con temor cómo la crisis ucrania deriva en un conflicto mundial. Europa y Estados Unidos mueven los hilos para evitar una guerra a las puertas de la UE, aunque de momento las medidas para amedrentar a Rusia son escasas. Bruselas renunció este lunes a penalizar a Moscú por la invasión de la península de Crimea, mientras Washington suspendía las negociaciones sobre acuerdos de comercio e inversión pendientes con Moscú y el Pentágono anunciaba la cancelación de las operaciones militares conjuntas, horas después de que el presidente Barack Obama asegurara, en unas duras declaraciones, que iba a estudiar medidas para “aislar a Rusia”. Más allá de elevar el tono, la UE sabe que no es fácil asustar al presidente ruso, Vladímir Putin, y por eso ha decidido emplearse a fondo en el diálogo. Si no se producen avances, los jefes de Estado y de Gobierno se plantearán dar un paso más en una cumbre extraordinaria convocada para el jueves.
Rusia ha amenazado este martes con reducir “a cero” su dependencia económica de EE UU si Washington le impone sanciones por la crisis en Ucrania. Según las declaraciones del portavoz del Kremlin Sergueï Glaziev a la agencia Ria-Novosti, la medida provocaría el crac del sistema financiero estadounidense: “Encontraremos una manera no solo de reducir nuestra dependencia financiera de Estados Unidos, sino que incluso conseguiremos sacar provecho de la imposición de sanciones”, ha añadido Glaziev. Una fuente del Kremlin ha matizado poco después a la agencia pública Ria-Novosti que las declaraciones obedecen a una opinión personal y no a la posición oficial del Kremlin, informa France Presse.
La estrategia de presión de la Casa Blanca para frenar a Putin subió este lunes un peldaño. A medio día, Obama aseguraba que si Moscú continuaba el camino iniciado en Ucrania, su país tomaría una serie de pasos —económicos, diplomáticos…— que “aislarán a Rusia”. El presidente de EE UU aseguró que “el mundo coincide en su gran mayoría en que los pasos dados por Rusia suponen una violación de la ley internacional” y de acuerdos previos “pactados por Rusia”.
A última hora del lunes, Washington comenzaba a concretar esas medidas. Tras una reunión con el Consejo de Seguridad, la Casa Blanca anunciaba que suspendía todas reuniones previstas con Moscú para impulsar la inversión y el intercambio comercial entre ambos países. EE UU había comenzado a entablar negociaciones con el Gobierno ruso encaminadas a estrechar su relación comercial, justo la semana pasada, el ministro de Economía ruso, Alexei Ulyukayev había visitado Washington para impulsar el proceso. El impacto de esta decisión, con todo, no va a ser muy significativo ya que el intercambio comercial entre ambos países únicamente representa solo el 1% del total de importaciones y exportaciones de EE UU.
Casi al mismo tiempo, el Pentágono anunciaba la cancelación temporal de operaciones militares conjuntas con Rusia, incluyendo prácticas, reuniones bilaterales y conferencias. “Aunque el Departamento de Defensa valora la relación militar que hemos ido desarrollando en los últimos años con la Federación Rusa para incrementar la transparencia, construir un entendimiento mutuo y reducir el riesgo de errores de cálculo de carácter militar, hemos decidido, debido a lo sucedido en Ucrania, suspender las operaciones conjuntas”, ha señalado el portavoz del Pentágono, John Kirby. Esta decisión no tiene consecuencias en cuanto a movimientos de tropas o naves. “No hay cambios en nuestras posiciones en el Mediterráneo o en Europa. Nuestra Armada sigue realizando los ejercicios rutinarios y previamente acordados con nuestros aliados”, ha señalado.
En opinión del presidente, que se sabe con las manos atadas frente a lo que realmente puede hacer frente a Putin más allá de sanciones, estas medidas deberían hacer posible dar marcha atrás a esta situación.
Unas horas antes, el vicepresidente Joe Biden llamó al primer ministro ruso, Dmitri Medvédev, para pedir a Rusia que retire “sus fuerzas” de Crimea e inicie un diálogo. Biden ha solicitado también a Medvédev que respalde el despliegue “inmediato” de supervisores internacionales en Ucrania.
La conversación telefónica precedía la visita que el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, realizará este martes a Kiev para certificar el apoyo de Washington al nuevo Gobierno de Ucrania. Antes de eso, el último paso dado por la Casa Blanca para condenar la incursión rusa fue el anuncio de que EE UU no enviará una delegación presidencial a los juegos paralímpicos de invierno de Sochi. En cambio, los atletas estadounidenses sí participarán en los juegos que se inician este próximo viernes a orillas del mar Negro.
Por su parte, el republicano John Boehner, presidente de la Cámara de Representantes, calificó al presidente ruso de “matón”. “Es hora de que nos alcemos contra Putin”, subrayó.
El diagnóstico sobre lo que ocurre a las puertas de la UE no puede ser más dramático. “Se trata de la situación más grave que ha vivido el mundo desde la caída del Muro de Berlín”, sentenció el ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, al término de la reunión que celebraron en Bruselas los 28 titulares de Exteriores. La frase la había enunciado de manera idéntica el ministro alemán, Frank-Walter Steinmeier. Y, sin embargo, las medidas adoptadas fueron más tibias incluso que las aprobadas hace unos días contra el régimen ucranio, con Víctor Yanukóvich aún al mando.
Lo que iba a ser una suspensión del diálogo que mantienen la UE y Rusia para eliminar la exigencia de visado entre ambos bloques quedó en una amenaza de bloquearlo “si no se dan pasos para rebajar la tensión”. Y entre definir el avance ruso en Crimea como una invasión o considerarlo una violación de la soberanía ucrania y de su integridad territorial, los ministros eligieron la segunda opción. Los jefes de la diplomacia optaron por el guante blanco a la espera de que la alta representante para la Política Exterior, Catherine Ashton, se reúna este martes en Madrid con el ministro ruso del ramo, Serguéi Lavrov.
Lo único que certificaron los ministros fue la anunciada suspensión de los preparativos del G-8 (reunión de las grandes potencias mundiales más Rusia) y el apoyo a una posible misión de observadores internacionales e intermediarios a cargo de la OSCE, el organismo que vela por la seguridad en Europa. También debatieron el acuerdo de destinar ya una primera entrega de 1.500 millones de euros a Ucrania para aliviar su precaria situación económica.
Europa tiene razones poderosas para ir con pies de plomo en cualquier asunto que pueda enfrentarla a Rusia. Margallo lo expuso con claridad: “Las consecuencias de una confrontación entre la UE y Rusia serían muy graves desde el punto de vista del abastecimiento energético”. Alrededor de un tercio de la energía que necesita la UE para sobrevivir proviene de Rusia, un porcentaje que ha descendido en los últimos años precisamente porque Bruselas quiere reducir la dependencia del socio ruso. Pero tampoco Moscú puede prescindir de ese vínculo, pues un 24% de sus exportaciones van a parar al club comunitario. Europa podría intentar jugar mejor esa carta, pero de momento cree tener más opciones de éxito dialogando que penalizando.
Bruselas se marca como primer plazo la cumbre que celebrarán los líderes europeos el jueves. Para entonces, la UE espera que las tropas rusas se hayan retirado de los territorios que han ocupado en Crimea. Si no es así, “decidiremos cuáles son las consecuencias para la relación bilateral”, advirtió Ashton.
Fuente:elpais.com
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