Enlace Judío México | Hace poco más de cien años, donde hoy se levanta una de las ciudades más divertidas y prósperas del planeta, Tel Aviv, solo había arena, y nada más que arena. Descubrimos en un intenso fin de semana esta mágica y afortunada mezcla de hub tecnológico y paraíso hedonista en el que cualquier cosa es posible y que hace bueno su sobrenombre de “ciudad que no para”: bares que no cierran, playas de postal, una escena GLTB que rivaliza con la de Madrid o San Francisco y, a un paso, los escenarios legendarios de Tierra Santa. Tel Aviv está en las brújulas de todos los coolhunters del mundo, y tiene todo para una escapada perfecta, aunque solo sea de fin de semana
POR LA MAÑANA: JAFFA
Nada más llegar al aeropuerto Ben Gurion, ponemos rumbo a Jaffa, la histórica ciudad cuyo puerto -puerta de entrada a Israel desde la Antigüedad- ya fue protagonista en la Biblia y por el que ha pasado -haciendo de las suyas, claro- hasta Napoleón. En las afueras de esta ciudad fue donde un grupo de pioneros decidió, en 1906, construir una nueva, Tel Aviv, a la que se unió a mediados de siglo -el nombre oficial es Tel Aviv-Yaffo- y que pronto superó en población e importancia a Jaffa, que languideció hasta hace un par de décadas, en que las calles empedradas del centro se rehabilitaron y comenzaron a ser ocupadas por artistas, talleres, galerías, showrooms, artesanos…
No es difícil encontrarse con un shooting de moda a cargo de la próxima Bar Refaeli, ni con excelentes locales donde comer o beber: el elegante Cassis (en la playa Givat Aliya) es el mejor lugar para comer marisco, y el muy trendy Kalimera (puerto de Jaffa, Almacén 1), el lugar-donde-ser-visto. Direcciones imprescindibles: el zoco, el Shuk HaPishpeshim (al sur de la torre del reloj, el monumento más importante que queda de los siglos de ocupación turca), Elemento (15 Hazorfim St.), el showroom de Yossif Goldberg, uno de los interioristas más célebres del país, y el Ilana Goor Museum (Mazal Daguim, 4), un pequeño museo que, asomado al puerto en un edificio espectacular, alberga una de las mejores colecciones privadas de arte del Mediterráneo Oriental, la de la mecenas y artista Illana Goor.
Al mediodía: paseando por la Ciudad Blanca y el mercado de Carmel
Tel Aviv presume con orgullo -y razón- de ser la ciudad con mayor número de construcciones de estilo Bauhaus. En concreto, más de cuatro mil, que dan forma a un conjunto llamado Ciudad Blanca, que le ha valido a Tel Aviv ser declarado Lugar Patrimonio de la Humanidad, y que se desperdiga por el centro de la ciudad. Su eje, la calle más importante, el bulevar Rothschild, una sucesión de, además de edificios Bauhaus, tiendas, restaurantes estupendos -dos imprescindibles: el Social Club, en el núm. 45, un bistró a la neoyorquina de lo más sugerente, y el Vong, en el número 15, pura cocina vietnamita- y, desde luego, el que puede ser considerado el corazón de la ciudad: el kiosco en la esquina del bulevar con la calle Herzl, el primero en ser construido en la ciudad, y que es el punto de encuentro por excelencia. Donde quedar cuando se está en Tel Aviv y, también, donde hacer una parada -o comenzar la noche- con un espresso y un sándwich.
Y, como es fin de semana, no hay que dejar de perderse por los dos mercados más importantes y coloridos de la ciudad: el legendario Carmel, en la calle Nachalat Binyamin, todo un festín para los sentidos donde comprar desde especias hasta los mejores hummus de la ciudad, y el adyacente de los Artesanos, en el que más de doscientos maestros montan en la calle paralela todos los martes y viernes sus puestos, donde fabrican y venden desde astrolabios a marroquinería o pan druso…
Por la tarde: a la playa
Nada menos que catorce kilómetros de playa acarician la fachada marítima de Tel Aviv, de la que cuelgan espectaculares rascacielos de apartamentos en los que, confesémoslo, podríamos pasar sin pena alguna un verano. Este paseo marítimo, el Tayelet, que va de la playa de Bat Yam a la de Herzliya, es una pasarela donde los patinadores a toda velocidad sortean a las familias que lo cruzan en dirección a las playas, donde los jugadores de matkot -una especie local del juego de las palas- juegan como si les fuera la vida en ello… Las playas de Tel Aviv son famosas, además de por su melting-pot en el que coexisten desde el colectivo gay hasta los ultra-ortodoxos más clásicos, por una colección de beach bars -el Banana Beach y el Manta Ray son los más destacables- en los que ver atardecer (o amanecer) es un regalo.
Por la noche: de marcha
Sacarle todo el jugo a Tel Aviv no es difícil. Las giras mundiales de los artistas más internacionales recalan en la ciudad con asiduidad, la gente llena los bares, los clubes y los beach bars… El barrio de moda, Neve Tzedek, tiene excelentes wine bars (atentos al Pri Ha’Gefen, en Ehad Ha’Am 4, y al Jajo Vino, en Shabazi 47) donde arrancar una noche que debería continuar en los dos mejores locales de la ciudad: el Block, el club más famoso de todo el país (157 Salame St, en la estación de autobuses), y el Ha’Oman 17 (en 88 Abarbanel St), un templo donde no faltan los mejores deejays del mundo.
El Tel Aviv de Bar Refaeli
La top model Bar Refaeli es, probablemente, la persona más famosa de Israel. Por su carrera como modelo, por sus romances, por su belleza, por sus polémicas políticas… Sea como fuera, es posible encontrarse con ella en Tel Aviv, donde vive -hace unos meses compró un espectacular apartamento de casi cuatrocientos metros cuadrados en uno de los edificios más exclusivos de las playas.
El Otto Bar (Dizengoff St, 344) es uno de los mejores bares de la zona de Dizengoff -de siempre, la mejor de la ciudad- donde no es raro verla. También frecuenta Zinc (Altalef St 9), la trattoria de su hermano, convertida ya en uno de los lugares más cool de la ciudad. ¿El shopping? En las tiendas de marca de la calle Dizengoff y en HaTachana, el centro comercial que ocupa la antigua estación de tren de Neve Zedek.
Fuente:elconfidencial.com
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