Enlace Judío México | Una nueva biografía escrita por un autor de izquierdas arroja luz sobre la controvertida figura del que fuera primer ministro de Israel, Ariel Sharón, al que intenta situar en su “correcto papel” en la historia de Israel, como líder militar y hombre de estado, “ni carnicero, ni santo”.
Bajo el título de “Arik: The life of Ariel Sharon” (Arik: La vida de Ariel Sharón), el periodista David Landau ofrece un repaso detallado del histórico militar y político israelí en un volumen en el que combina la inmediatez del reportaje periodístico con el análisis y un enfoque independiente desde una perspectiva histórica.
El autor ha elegido el apelativo acuñado por seguidores de la ciudad de mayoría sefardí de Kiriat Malaji en 1982, cuando en lugar de censurar su papel en la masacre de los campos de Sabra y Shatila en Beirut, le vitorearon “Arik, melej Israel”, adoptando su apodo al parafrasear el tradicional cántico hebreo, “David, rey de Israel”.
Sharón sufrió un derrame cerebral masivo en enero de 2006 que lo dejó en estado vegetativo hasta su muerte hace dos meses y su figura ha cobrado un renovado interés por su indiscutible influencia en la conformación del moderno Israel.
“Me intrigaba el personaje, pero tenía sentimientos que me incomodaban”, reconoció Landau, que se define como
“hombre de izquierdas”, durante la presentación de libro, esta semana en Jerusalén.
El periodista pasó luego a explicar cómo decidió escribir sobre Sharón, inducido por la editorial neoyorquina Knopf, que le propuso la tarea tras los primeros comicios ganados en 2001.
Tras años de investigación, que “de forma casual” salió a la luz en EEUU un día antes de que el general falleciera, el pasado 11 de enero.
Oriundo del Reino Unido y editor del periódico “Haaretz” después de trabajar durante años en “The Jerusalem Post” y ser corresponsal en Israel de “The Economist”, el autor se posiciona de manera enfática a favor de Sharón en dos hechos que considera centrales.
El primero, el cruce del Canal de Suez en la Guerra del Yom Kipur, octubre de 1973, lo que supuso un punto de inflexión en esa contienda y eleva el mito a la categoría del “Duque de Wellington, que siempre será recordado por la batalla de Waterloo”, en 1815, que supuso la derrota definitiva de Napoleón y el fin del Imperio napoleónico.
Y el segundo, la evacuación unilateral de Gaza, en 2005, hecho que convierte a Sharón en una suerte de “De Gaulle”.
Landau refuta asimismo la narrativa comúnmente aceptada de que en 1982 Sharón, entonces titular de Defensa, engañó al primer ministro de Israel, Menajem Beguin, en su campaña en Líbano.
“Sharón fue el ejecutor de la política de Beguin y cualquier lectura honesta de la historia debe llegar a esa conclusión”, sentencia Landau antes de apuntar que el primero no solo fue responsable de la invasión, sino también de la colonización de Cisjordania.
Arguye que Sharón fue un “cabeza de turco” de la izquierda israelí y los correligionarios de Beguin, que lo acusaron de haberlo engañado de manera alevosa: “Hubo un intento de culparle de que gobernaba el país y no había primer ministro”.
Señala que cuando le encargaron el libro, en el campo de la paz consideraron la llegada al poder de Sharón una tragedia, que llevaría a Israel a nuevas tragedias en la Segunda Intifada.
En paralelo, denuncia que esos sectores no supieron anticipar en el político una transformación hacia el pragmatismo, que ejemplifica con los eslóganes que empleó como el “la abstención es fuerza”, antesala de una de las vueltas de timón más importantes de su trayectoria.
“Los editores en Nueva York me decían que no podía convertirse de “carnicero en un De Gaulle”, recuerda con sorna.
Pero en 2005 Sharón da el paso, porque creyó que era mejor quedarse con una parte que con nada, y lleva a cabo la evacuación de Gaza, que Landau considera “el acto más importante de liderazgo que haya adoptado un primer ministro en Israel”.
Por otra parte, dice que Sharón siempre consideró al actual primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, “su peor enemigo político”, “incapaz de tomar decisiones importantes”, y lo tildaba despectivamente como “el modelo” al reconocer sus dotes de oratoria y relaciones públicas.
Entre otras anécdotas rescata aquella que le relató el hijo menor de Sharón, Omrí, sobre que cada vez que pasaban por Latrún, batalla en la que en 1948 estuvo al borde de la muerte, decía “qué sed tengo”.
“Tras salvarle la vida, una enfermera le dijo que orinara y él respondió que no podía. Luego le besó en los labios y él se sintió vivo”, revela.
El episodio, en el que fue dejado malherido en el campo de batalla y casi muere de sed, forjaría su personalidad como militar y político para siempre.
Fuente:teinteresa.es
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