La operación naval, bautizada como “Revelación Completa”, fue llevada a cabo por el grupo comando de la Armada israelí “Flotilla 13”
EMILIO CÁRDENAS
Enlace Judío México | Que, de pronto, las fuerzas armadas de Israel hayan interceptado en alta mar -con su característica eficiencia- a un buque que llevaba -escondidos en sus bodegas- docenas de misiles y morteros y un importante cargamento de municiones, todos de fabricación siria para ser entregados a los fundamentalistas islámicos de la Franja de Gaza, quizás no sorprenda demasiado a nadie.
Es cierto, no es la primera vez que algo así ocurre. No obstante, en esta oportunidad lo sucedido es diferente. Por la oportunidad en que la intercepción del cargamento letal ha tenido lugar. Cuando Irán es un mar de apretones de manos, abrazos, sonrisas y gestos de simpatía y acercamiento hacia los demás. Cuando está negociando activamente con la comunidad internacional acerca de cómo encarrilar -en adelante- su peligroso programa nuclear para aventar dudas referidas a su posible capítulo militar. Cuando, en derredor de esas negociaciones, existe toda una publicitada apariencia de cambio sustantivo en la conducta del régimen clerical que gobierna -y se ha apoderado- de Irán, ahora pretendidamente más flexible, menos agresivo, más componedor. Distinto, presuntamente más pacífico.
Por ello, el episodio es todo un alerta. Un oportuno llamado de atención. Los cambios que algunos creen advertir en la conducta iraní no son ciertamente lo que aparentan. Boca de miel y corazón de hiel, diría alguno ante el impacto de lo sucedido. Con toda razón.
El buque de bandera panameña (el Klos-C) -con capitán y tripulación turca- fue abordado mientras navegaba en aguas del Mar Rojo. Cerca de la porosa frontera entre Sudán y Eritrea. Cuando navegaba cansinamente hacia Gaza con misiles de largo alcance en su interior. Hablamos de cuarenta M-302, con un alcance de unos 150 kilómetros (similares a los lanzados desde el Líbano por las fuerzas de Hezbollah en 2006); 181 morteros; y unas 400.000 cajas de munición para ellos. Un verdadero arsenal de corte agresivo, capaz de sembrar destrucción y muerte en Israel, si sus componentes hubieran sido alguna vez disparados desde Gaza.
El episodio es todo un alerta. Un oportuno llamado de atención. Los cambios que algunos creen advertir en la conducta iraní no son ciertamente lo que aparentan
La operación naval, bautizada como “Revelación Completa”, fue llevada a cabo por el grupo comando de la Armada israelí “Flotilla 13” (“Shayetet 13”).
Las armas iban escondidas entre el cargamento de bolsas de cemento -de fabricación iraní- que habían sido cargadas en contenedores. Cada misil fue recubierto con una capa de ese material, para trata de evitar ser descubierto. Pero Israel venía rastreando la operación desde hacía ya algunos meses y no fue engañada. En coordinación con los Estados Unidos, sus fuerzas sabían -con certeza- lo que habían ido a buscar. Y lo encontraron. Lo que, sin embargo, no siempre ocurre así.
Lo sucedido demuestra -más allá de toda duda- que la conducta de Irán sigue siendo la misma de antes: la de exportar terrorismo y armar los brazos de sus organizaciones. Con las responsabilidades consiguientes que ello genera. Obviamente todo lo contrario a una actitud pacífica. Lo opuesto a la transparencia. Como realidad, en las antípodas mismas de la paz. Por esto precisamente, en el sur del Líbano se supone que Hezbollah acumula ya un arsenal del orden de los 100.000 misiles. Una verdadera pesadilla para Israel. Y una amenaza para la paz de la región toda.
Tres días y medio después de la captura del Klos-C -realizada a más de mil millas marítimas de distancia- las armas se exhibieron prolijamente en el puerto israelí de Eliat ante la comunidad diplomática, periodistas y especialistas. La tripulación del buque, que aparentemente no sabía lo que su nave transportaba. será dejada en libertad.
Allí, en Eliat, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, acusó a la comunidad internacional de tener una actitud de hipocresía hacia Israel, por el silencio que siguiera a la captura del Klos-C y su carga.
No hay entonces que bajar la guardia, ni alimentar ilusiones cuando la triste realidad queda -de pronto- a la vista. Nítida.
Lo cierto es que la imagen pacifista que procura trasmitir Irán es por cierto engañosa. Irán sigue siendo violento. Y sigue armando, sin descanso, los brazos de los terroristas. Como si nada, en el interior del régimen, hubiera pasado ni cambiado.
Con una nueva administración que, queda visto, se disfraza de paloma, pero sigue siendo lo que era antes: violenta, agresiva y singularmente ladina. No hay entonces que bajar la guardia, ni alimentar ilusiones cuando la triste realidad queda -de pronto- a la vista. Nítida.
Irán no ha cambiado. Pese a las sonrisas y apretones de manos que despliegan el presidente Rohani y su Canciller, Mohammad Javad Zarif. Por aquello de que nada nos engaña tanto como nuestros deseos e ilusiones, no es posible dejar de tener en cuenta que los hechos ocurridos desmienten la existencia de un cambio de actitud sincero en el país de los persas. Irán y sus socios regionales siguen siendo un problema serio para la paz y seguridad del mundo.
Fuente:lanacion.com.ar
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