Enlace Judío México | Burkas y chadores, tutús, corpiños y túnicas de diversos colores y volúmenes, se combinan con vestidos de finas telas y bordados, en una exposición recién inaugurada, que muestra cómo vestían las comunidades judías en todo el mundo.
El Museo de Israel alberga la más amplia exhibición que aborda esta temática bajo el título de “Códigos de Vestimenta: Mostrando el Ropero Judío”, que se prolongará hasta octubre próximo.
Más de un centenar de atuendos procedentes de cuatro continentes muestran las costumbres y tradiciones, así como códigos de modestia y moda en las comunidades judías entre los siglos XVIII y XX.
“El mensaje que hay aquí es simple, y es la manera en la que la vestimenta en el mundo judío influyó en la moda fuera del mundo judío, y en cómo la moda fuera del mundo judío tuvo su impacto en la vestimenta del mundo judío y sus tradiciones”, anticipó en la inauguración el director del Museo, James S. Snyder.
Como plato fuerte, el visitante comprueba nada más adentrarse que las mujeres en determinadas comunidades se cubrían completamente hasta desaparecer.
A mediados del siglo XX en Herat, Afganistán, el atuendo diario de las judías era un burka de color blanco con celosía que cubría el rostro y por encima un chador negro, que difería del de las musulmanas porque estas lucían vivos colores.
“Es la primera vez que mostramos las tradiciones de tantas comunidades gracias a los vestidos de unos 23 países que nos dan la oportunidad de conocer cómo vestían y comprobar que no había muchas diferencias respecto a la moda de cada lugar”, explica a Efe la comisaria de la exposición, Daisy Raccah-Djivre.
Los atuendos expuestos forman parte de una colección museística de más de 10.000 piezas, la mayoría trajes festivos que sobrevivieron al paso del tiempo gracias a su excepcional utilidad.
Una de las temáticas de la exposición, “a través del velo”, ahonda en el debate sobre la libertad de elección a la hora de cubrirse totalmente el cuerpo y si es una decisión personal como símbolo de modestia e identidad religiosa, o una forma de coerción.
Otra parte pone al descubierto lo que no se puede ver a simple vista, como pololos, pantalones de coloridos tejidos, además de corpiños y prendas interiores.
En una vitrina aparecen tres sujetadores característicos de las colectividades hebreas bagdadíes en la India, que combinan la tradición local con fuertes influencias victorianas y tenían por objeto realzar el busto.
Llama la atención un bombacho confeccionado en seda de tres metros de diámetro y originario de Yebra, Túnez, que da una idea del gusto de la época.
“Las mujeres debían ser gordas para encajar en el canon de belleza, pues era considerado un signo de abundancia”, afirma la comisaria, quien apunta que una costumbre arraigada era la alimentar por las noches a las comprometidas antes de la boda.
Del siglo XIX son dos vestidos originarios de Bagdad de pequeñas dimensiones en los que el busto aparece claramente acentuado.
Fueron confeccionados para niñas, pues en esa época las casaban entre los 11 y 13 años, y curiosamente, los rabinos consideraban que el pecho era una señal de fertilidad y su realce no estaba reñido con la modestia, algo hoy impensable entre los más ortodoxos.
El eclecticismo también llegó a la moda judía y según se acerca el siglo XX la combinación de tejidos tradicionales con industriales se acentúa y da lugar a la fusión de estilos.
Un raro ejemplo es una especie de falda muy semejante al tutú que a principios del siglo pasado se hizo popular en Irán a raíz de un viaje que efectuó el Shá de Persia a París en 1873, de donde importó la prenda influido por el ballet.
Una sección dedicada a la moda infantil recoge la tradición de los faldones empleados en la circuncisión, usados posteriormente como vestidos de niñas, junto a otras prendas que ponen de manifiesto que el rol de los niños en sociedades tradicionales era el de “pequeños adultos”.
Cierra la muestra una sección en la que la ropa tiene un significado más allá del mero uso, donde se expone la pieza más antigua de la colección: un talit (chal litúrgico) del siglo XVIII y origen alemán con motivos muy actuales para la época.
También describe la tradición que seguían las mujeres sefardíes en comunidades bajo el Imperio Otomano de donar sus vestidos a las sinagogas o pasarse los trajes de novia entre las casaderas.
Del Yemen es una chilaba del siglo XIX y color negro que se colocaban las mujeres desde que daban a luz hasta su muerte.
Fuente:eldiario.es
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