Enlace Judío México – El teatro vive en Irán una revolución silenciosa: la aparición, desde que llegó al gobierno el presidente Hasán Rohaní, de musicales y obras que hace solo unos meses jamás hubieran pasado el filtro de la censura de la República Islámica.
La última muestra es el musical “En los últimos días de marzo” en el que, por primera vez en 35 años, se escucha a una mujer en Irán cantar solos y, más aún, de música pop, en inglés y, algunos de ellos de temas de intérpretes icónicos de Estados Unidos (archirrival de Irán) como Fran Sinatra o Nat King Cole.
“Es la primera vez que se hace un musical tipo Broadway desde la revolución islámica (1979). Además, es la primera vez que una mujer se pone detrás de un micrófono en un escenario y canta pop. Y, también, la primera obra en inglés y con música occidental”, explica a Efe, orgulloso, el actor principal, Ashkan Jatibi, en el teatro Vahdat de Teherán.
Tanto él como el director, Mohamad Rahmanian, no han obtenido permisos para hacer ningún espectáculo en el país en los últimos cinco años, lo que llevó al primero a irse dos años en Alemania y al segundo a instalarse en Vancouver (Canadá).
Decidieron volver para montar este musical, que tenían en la cabeza desde hace años, tras la elección, en junio, del moderado Rohaní.
“Ahora tenemos una sociedad un poco más abierta”, dice Jatibi, que recalca que, de todos modos, para montar un espectáculo así “hay que ser extremadamente cuidadoso con todo, porque los grupos radicales observan”.
Aquí, las reglas son estrictas. En las películas de cine o televisión está prohibido incluso mostrar instrumentos musicales, también los clásicos persas.
No pueden aparecer mujeres con la cabeza descubierta, ni cantar si no es dentro de un coro que tape sus voces y no se permite ninguna trama considerada “indecorosa” o “no islámica”, conceptos muy generales determinados por los censores.
En este contexto, resultaba hasta hace poco impensable poder escuchar en vivo el “Imagine” de los Beatles, “Back to Black” de Amy Winehouse, “I’ll do it my way” de Fran Sinatra o “The winner takes it all”, de Abba, que hoy suenan en un teatro iraní, siempre bajo la estricta mirada sobre las tablas de los omnipresentes retratos de los ayatolás Ruhola Jomeiní y Alí Jameneí.
“Después de las últimas elecciones se han abierto algunas puertas. Antes se cantaba pero de forma muy, muy limitada. Hemos tenido la suerte de poder hacer esto, aunque estamos bajo presión de muchos grupos e individuos y por eso hemos tenido que poner un coro de mujeres y combinarlo”, explica Rahmanian.
Aunque el coro exista, por obligación de la censura, los solos femeninos tanto de la protagonista como de las coristas se escuchan con total claridad y, pese a ello, han recibido el visto bueno del Ministerio de Cultura.
“Esta obra es importante porque hace nacer una esperanza muy poderosa en los espectadores de que no todo está muerto, todavía hay cosas que podemos hacer. Esa es la reacción que recibimos”, asegura Jatibi, que afirma que el cuarenta por ciento de la audiencia que llena el patio de butacas cada noche es religiosa.
“Vienen a vernos mujeres con chádor y … ¡resulta que les encanta!. Nos felicitan, nos abrazan. Creo que cuando los radicales (islámicos) vean que esto no hace ningún daño, podremos hacer más cosas”, señala esperanzado el actor protagonista.
Para él, lo que ocurre hoy en los escenarios es “sin duda, un signo de que las cosas están cambiando”.
Su compañera de reparto, la actriz y cantante Ghasal Shakerí, con el pelo cubierto como mandan las normas, se declara “muy contenta” de que “poco a poco la gente pueda contar sus historias de una forma real, ya sea cantando o actuando” y cree que esta obra es, sin duda, “un buen paso”.
La sorpresa de los musicales empezó el mes pasado, con una versión de “Sonrisas y Lágrimas” adaptada al persa, el primer espectáculo de este género hecho en el país.
Pero la tendencia promete continuar: Jatibi prepara otro para el próximo año con un centenar de actores en escena y el director Hosein Parsai, está montando para este otoño uno basado en la novela de Charles Dickens “Oliver Twist”.
Esta muestra de apertura, sin embargo, no es suficiente, asegura a Efe el renombrado actor de teatro iraní Reza Kianian que opina que las puertas, más que abrirse, todavía están “solo entreabiertas” y critica la existencia de una censura que “hace desaparecer las partes que no les gustan” de un guión.
Otra famosa actriz, la joven Negar Javaherian, opina, sonriente, que “ver a una mujer cantando es algo muy nuevo. Es un gesto de mayor libertad artística, pero queremos -subraya- más gestos. Los necesitamos”.
Fuente: El Confidencial
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