ESTHER PELED, DESDE ISRAEL, PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO
Enlace Judío México- La lista de candidatos para la presidencia de Israel aún está abierta. ¿Podría postularse un candidato árabe? Si así fuese, ¿podría un miembro de la minoría juntar firmas de 10 miembros del Parlamento para respaldar su candidatura? Y si este candidato se postula, ¿nos sorprendería el número de partidarios en una votación secreta?
Por supuesto que no existe una razón constitucional para que un no-judío no sea elegido presidente, aunque han habido intentos legales para impedir que esto suceda. Estos intentos han generado intensos debates.
En la víspera de la votación por el plan de partición en el otoño de 1947 en la ONU, un comité especial esbozó una constitución para el naciente estado judío. Un miembro de este comité, el jurista Zerah Warhaftig del movimiento Hapoel Hamizrají y el futuro ministro de asuntos religiosos, propuso que la ley debe de estipular que sólo un judío debe ser presidente. Según Warhaftig, ¨el simple hecho de que se trata de un estado judío requiere que esta noción se transmita simbólicamente, por lo menos respecto a este compromiso legal¨.
La propuesta de Warhaftig produjo reacciones a favor y en contra. El Gran Rabino Sefaradí Meir Hai Uziel apoyó firmemente la idea de un presidente judío. En cambio, David Ben Gurión, entonces presidente de la Agencia Judía optó por una igualdad absoluta de todos los ciudadanos Israelís. ¨Todo ciudadano – judío, árabe u otro – puede ser elegido presidente del estado, ¨ declaró.
La declaración de Ben Gurión produjo la ira del Rabino Meir Berlín, editor del periódico identificado con el partido Mizraji y Nacional Religioso, Hatzofeh. En un artículo titulado ¨Una Pregunta Abierta para el Sr. Ben Gurión,¨ escribió: ¨¿Quién te convirtió en legislador?¨ Berlín dio como ejemplo el caso de la Monarquía Británica, donde sólo un miembro de la Iglesia Anglicana puede fungir como soberano de la nación.
Cuatro días después de la votación de la ONU, Ben Gurión respondió: ¨Ahora, antes del establecimiento del estado, debe de recordarse que este no será un estado judío, sino un estado para todos sus ciudadanos. Será un estado judío sólo para Aliyah y asentamiento – todos sus ciudadanos serán iguales.¨
Según Ben Gurión, una constitución que impediría que un árabe sea presidente es inconcebible. Cualquier ciudadano puede ser electo presidente del estado y si la mayoría elige a un presidente árabe, no habrá discriminación alguna en el estado judío. Supongo que no será llamado estado judío.¨
Claramente, estas son declaraciones heréticas: ¨no un estado judío… estado para todos sus ciudadanos… presidente árabe.¨ Ben Gurión? Por cierto, este es el mismo Ben Gurión cuya voz fue inscrita seis meses más tarde por la grabadora de la historia: ¨Declaramos el establecimiento del Estado Judío en la tierra de Israel, reconocido como el Estado de Israel.¨
Para entender la tormenta sobre el asunto del presidente árabe, debemos recordar que de acuerdo al plan de partición aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas, el estado judío debía de integrar una gran minoría árabe, aproximadamente 500,000 ciudadanos y como 600,000 ciudadanos judíos. La elección de un presidente árabe en votación secreta era muy factible.
No sólo miembros judíos del partido comunista votarían por un candidato árabe; algunos miembros del partido de izquierda de Mapam, que en ese entonces apoyaban la existencia de un estado binacional optarían por un presidente árabe. La demanda de Warhaftig de asegurar el líder del estado judío constitucionalmente y el intenso debate que esto generó, formó parte de la realidad demográfica y política de ese tiempo.
En el mes de febrero, el escritor y veterano del Palmaj Nathan Shaham dijo a Haaretz: ¨Yo creo que si los árabes no nos hubiesen atacado (en 1948), hoy viviríamos en paz en nuestro territorio.¨
Probablemente, pero las buenas intenciones de los fundadores del sionismo respecto a la imagen del estado judío – desde Herzl (en su libro ‘Altneuland’), Weizmann (en su comentario ¨la Suiza del Medio Oriente¨) y Ben Gurión – fueron ilusiones, no expectativas para un futuro.
La guerra de 1948 fue aparentemente inevitable y cambió todo. Su resultado fue el establecimiento del Estado de Israel y la Nakba Palestina, el amargo y sangriento conflicto entre dos pueblos cargados de traumas, alienación mutua, enemistad y desconfianza. En ambos lados, la profundidad del conflicto requiere líderes con la inteligencia de Salomón y el altruismo de Mandela para construir un fuerte puente sobre aguas turbulentas. Estos líderes no son comunes a lo largo de las generaciones pero llegará su tiempo.
De cualquier manera, un no-judío no será el próximo presidente de Israel. Como máximo, si un personaje árabe impresionante y popular desafía a la Knesset y se postula como presidente, él o ella enriquecerán la competencia.
Ami Gluska, autor de este artículo, es profesor de historia y políticas de seguridad fue secretario, portavoz y agregado militar para los Presidentes Yitzhak Navon y Jaim Herzog.
Fuente: Haaretz
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