¿Cuál es tu potencial?

CO LIC. MARIE PESSO CALDERÓN

Enlace Judío México | Vamos por la vida resolviendo el día con esfuerzo y tesón cuidando nuestro trabajo, amigos, hijos, recorremos un camino enfocados en avanzar, en crecer. Y muchas veces sucede que al pasar de los años en vez de sentirnos plenos por haber logrado lo que nos propusimos, nos invade una sensación de vacío, como si nada de lo hecho fuera suficiente

¿Qué sucedió?

Hicimos lo correcto, aprendimos de los errores, construimos un futuro digno, nos mantuvimos fuertes ante la adversidad, seguimos haciendo lo que teníamos que hacer y sin embargo…

Cuando ya es tiempo de llegar, nos encontramos en el lugar donde no nos gusta estar.

¿Qué sucedió?

Cuenta la leyenda que un buen hombre, habiendo transitado una vida de esfuerzo, de honestidad y de fe, en su camino hacia el paraíso, se encuentra con Dios, quien lo interroga sobre el resultado de su existencia para evaluar sus opciones (algo así como un exámen para pasar a un grado mejor, o repetir el que ya hiciste)

Relajado, el hombre confía en aprobar la evaluación, pues sabe de la honestidad de su trayectoria.

Entonces, Dios le pregunta: ¿Cuántas conferencias diste?

¿Conferencias? ¿Yo? No, yo conferencias, no di ninguna (respondió asombrado)

Entonces, continuó preguntando Dios, ¿A cuántas personas mejoraste con el poder de tu palabra?

¿Yo? Pero si yo siempre fui de pocas palabras.

Entonces…. ¿Cuantos libros escribiste?

Señor, (respondió más sorprendido aún) Yo, yo no escribí ningún libro.

Dios , con voz grave, dijo seriamente: Hijo mío, entonces no has aprovechado el tiempo de vida que te he dado.

Pero Señor, yo fui un buen hombre, trabajé día a día para ganar el pan para mi familia, obedecí respetuosamente a mis patrones, cumplí siempre con mi deber… ¿Por qué me dices eso? ¿Qué debería haber hecho?

Hijo, no se trata de lo que debías hacer, sino de lo que podías hacer y no hiciste. A cada uno doy un don especial y a veces más. En tu caso, te dí el poder de la palabra, y nunca lo desarrollaste. Ese era tu don, y no lo usaste. Tus mejores momentos eran los que dedicabas a la lectura, o cuando les contabas cuentos a los niños, o cuando te quedabas absorto escuchando los discursos de párrocos y políticos. Escuchabas qué decían y también cómo lo decían. Y yo sé que en secreto, cuando nadie te veía, recitabas poesías que tú mismo habías escrito. Esas eran las señales de tus dones.

El personaje de esta leyenda comprendió las palabras de Dios y vio que eran ciertas.

Pero su tiempo se había terminado.

¡Tú tienes el tiempo!

Mientras hay vida siempre estás a tiempo de ser quien puedes ser.

Tú tienes un don o varios.

¡Búscalos! ¡Son tu potencial!

Para darte cuenta…

•¿Qué haces cuando el tiempo pasa sin que te des cuenta?
•¿A que jugabas cuando pequeño?
•¿Qué personajes admiras? ¿Qué hacen?
•¿Qué tareas que para otros es trabajo para ti es juego?
•Si te aseguraran que vas a tener éxito… ¿Qué harías?
•Si no tuvieras límite de tiempo, dinero y afecto… ¿a qué te dedicarías?
•Si en una vidriera se exhibieran ante ti todas las profesiones y pudieras elegir la que quisieras y al hacerlo adquirirías mágicamente todas las competencias…
•¿Cuál elegirías?

Reflexiona sobre las respuestas, escríbelas.

Siempre es tiempo

Siempre es todavía

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