Enlace Judío México | La campana nazi tenía 2 cilindros giratorios que contenían una sustancia parecida al mercurio, llamada xerum 525, y cuando giraban en sentido contrario desprendían un brillo de color violeta. El exterior del artefacto estaba forrado con material de cerámica; curiosamente los transbordadores espaciales de la Nasa, como el Columbia, estaban envueltos en su capa más superficial por un revestimiento de losetas de cerámica, que hacen la función de aislante térmico.
¿Pero qué era la Campana nazi y para qué servía?
Cuando se ponía en funcionamiento la Campana, los dos tambores rotatorios giraban contrariamente y el objeto se elevaba como los antiguos vimanas, y se podía desplazar; el artefacto despedía unas radiaciones que llegaron a afectar a los científicos del proyecto.
Era el primer prototipo de motor contra la gravedad y abrió un camino nuevo en el camino de la física y la tecnología. De este modo este ingenio técnico podía servir como el sistema de propulsión para los secretos ovnis nazis que se estuvieron desarrollando en la última fase del Tercer Reich.
El proyecto ultrasecreto de “Die Glocke”, The Bell, la Campana Nazi, estaba bajo el mando del misterioso General de las SS Hans Kammler, (a la izquierda en esta foto) un ingeniero científico que había estado involucrado también en el desarrollo de los misiles V-2, aviones reactores, alas volantes, ovnis nazis, y construcciones subterráneas, entre otros proyectos. También diseñó muchos de los Campos de Exterminio nazis y los hornos del horror, entre ellos el de Auswitch.
Hans Kammler era un personaje muy importante dentro de la tecnología militar nazi, pero que resultó siempre poco conocido, ya que después de la 2ª guerra mundial, el gobierno norteamericano tampoco tenía interés en divulgar la trayectoria tecnológica y los logros científicos de los ingenieros nazis como Kammler.
Igor Witkowski (arriba a la derecha) es un investigador polaco de tecnología militar que ha pasado más de 20 años estudiando el ingenio prodigioso de la Campana nazi.
El periodista Nick Cook, especialista en temas aeroespaciales y de defensa, que trabaja para la revista Jane’s Defense Weekly, se interesó por la información que Igor Witkowski tenía sobre los proyectos tecnológicos de los nazis, y especialmente por la Oficina de desarrollos secretos, la “Kammlerstab”, que dirigía Hans Kammler.
Igor Witkowski mostró a Nick Cook el campo de operaciones del proyecto de la Campana nazi, la mina de Ludwigsdorf, el anillo de pruebas de la campana, los respiraderos subterráneos y demás instalaciones relacionadas.
Era en la región montañosa de la frontera checa, entre los Sudetes y la Baja Silesia, y junto a la aldea de Ludwigsdorf, donde se encontraba una mina en la que los nazis desarrollaban el modelo revolucionario antigravitacional.
Cuando el Ejército soviético estaba llegando a la aldea de Ludwigsdorf, hoy llamada Ludwikowice, el oficial de las Waffen SS, Karl Sporrenberg, por orden directa de Hitler, llevó a cabo la ejecución de 62 científicos nazis que trabajaban en el proyecto Die Glocke; unos hechos por los cuales fué juzgado posteriormente en los tribunales como criminal de guerra. Según Sporrenberg, el prototipo secreto habría sido trasladado a una zona de seguridad en Noruega.
Lo cierto es que después de la guerra nunca más se volvió a saber de la Campana nazi ni del General Hans Kammler; desaparecieron con su secreto. Algunas teorías dicen que la Campana fué trasladada en un avión de carga, haciendo escala en Barcelona, España, hacia el cono sur americano, entre Chile y Argentina, o incluso a la zona de la Antártida. Y otra línea de investigación apunta a que la Campana fué llevada a Japón.
Sin embargo lo más sorprendente de la Campana nazi era que este proyecto secreto había sido desarrollado con los nombres de Kronos (tiempo) y Lanterntrager (portador de luz), figurando en los documentos secretos extrañas referencias a una “Puerta del Tiempo”.
Parece que el verdadero secreto de Die Glocke, The Bell, la Campana nazi, es que podía ser una “Máquina del Tiempo”, que para funcionar, necesitaba activar sus sistemas propulsores giratorios y realizar al mismo tiempo pequeños desplazamientos aéreos. Y es que, efectivamente, una máquina del tiempo podía ser una gran arma efectiva, el arma definitiva, para cambiar el curso de la guerra.
Fuente:taringa.net
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