Esto es lo que diría Ayaan Hirsi Ali en la Universidad de Brandeis

ESTI PELED PARA ENLACE JUDÍO

Enlace Judío México | La Universidad de Brandeis decidió no otorgar el título honorífico a Ayaan Hirsi Ali y ceder a presiones de grupos extremistas en su contra. Como defensora de los derechos humanos de mujeres y niñas, Hirsi Ali es acusada de ¨islamofobia.¨ Lo siguiente es un extracto del discurso que no se llevó a cabo.

Hace un año, la ciudad de Boston aún reflejaba el luto. Familias enteras que abrazaban a sus niños y hermanos ahora sólo se refugian en sus recuerdos. Otros yacían al lado de los lechos, mirando cómo jóvenes y niños soportaban dolorosas heridas y permanentes desfiguraciones. Todo esto debido a que dos hermanos Jidaístas decidieron colocar bombas caseras en mochilas cerca de la línea de meta de uno de los eventos deportivos más destacados, el maratón de Boston.

Todos ustedes, miembros de la generación de 2014, no olvidarán ese día ni los días que siguieron. Nunca olvidarán en qué momento escucharon la noticia, dónde estaban o qué hacían y cuando vuelvan en diez, quince o veinte años más lo recordarán. Las bombas explotaron a sólo 10 millas de este campus.

Recientemente, leí un artículo indicando que muchos adultos no recuerdan experiencias anteriores a los ocho años de edad. Eso significa que parte de los recuerdos de su infancia se relacionan con esa mañana de septiembre conocida como ¨9/11¨

Ustedes se merecen mejores recuerdos que los del 9/11 y el bombardeo en el maratón de Boston, y no sólo ustedes. En Siria, por lo menos 120,000 personas han muerto, no en campos de batalla, sino en masacres de gran escala, en una guerra civil librada a través de una división sectaria. La violencia se incrementa en Iraq, Líbano, Libia y Egipto. Actualmente, la violencia organizada mundial está desproporcionadamente concentrada en el mundo islámico.

Otra característica sorprendente de estos países y del Medio Oriente en general es el incremento de la violencia contra las mujeres. En Arabia Saudita, se ha registrado un evidente aumento en la práctica de la mutilación genital femenina. En Egipto, el 99% de las mujeres declaran haber sido sexualmente acosadas, con un índice de hasta ochenta agresiones en un sólo día.

Resulta particularmente alarmante la manera en que se ha cimentado el estatus de la mujer como ciudadana de segunda clase en la legislación. En Iraq, una ley propone que las niñas sean obligadas a contraer matrimonio a partir de los 9 años de edad. La misma ley otorga el derecho al hombre para que prohíba que la mujer salga de la casa.

Desgraciadamente, esta lista puede extenderse. Espero que hablo en nombre de muchos cuando digo que este no es el mundo que mi generación desea legar a las futuras generaciones. Cuando ustedes nacieron, el occidente estaba jubiloso tras de haber combatido al comunismo soviético. Una coalición internacional había forzado a Saddam Hussein a salir de Kuwait. La próxima misión de las fuerzas armadas americanas sería aliviar el hambre en mi tierra natal de Somalia. No existía el Departamento de Seguridad Nacional y pocos americanos hablaban sobre el terrorismo.

Hace dos décadas, ni siquiera el más pesimista hubiese anticipado todo lo que se ha ido deteriorando en la parte del mundo donde crecí. Tras de todos los logros del feminismo en el occidente, nadie hubiese imaginado que los derechos básicos de las mujeres se limitarían en tantos países conforme se iniciaba el siglo 21.

Sin embargo, el día de hoy visualizaré un mejor futuro porque considero que el péndulo ha oscilado lo más lejos posible en dirección opuesta.

Cuando millones de mujeres en Afganistán desafían las amenazas de los talibanes y se forman en fila para votar; cuando millones de mujeres en Arabia Saudita abogan para que se les permita conducir vehículos; cuando mujeres tunecinas celebran la condena de un grupo de policías por haber cometido violaciones atroces, entonces me siento más optimista que hace unos años. La mal nombrada Primavera Árabe ha sido una revolución llena de decepciones. Sin embargo, creo que ha sido una oportunidad para que formas tradicionales de autoridad – incluyendo la autoridad patriarcal – sean desafiadas y que justificaciones religiosas para oprimir a las mujeres sean cuestionadas.

A fin de que estas oportunidades se cristalicen, nosotros en el occidente debemos de proveer el estímulo adecuado. Así como la ciudad de Boston una vez fue la cuna de nuevos ideales de libertad, debemos volver a nuestras raíces y cultivar el pensamiento libre y el civismo en el siglo 21. Debemos imponernos a la injusticia, no sólo mediante la condena, sino por medio de acciones concretas.
Nuestras instituciones de aprendizaje superior son de los mejores lugares para llevar esto a cabo.
Necesitamos hacer de nuestras universidades templos no de ortodoxia dogmática, sino de genuino pensamiento crítico donde todas las ideas sean bienvenidas y donde se estimule el debate civil. Estoy acostumbrada a ser abucheada en las universidades. Entonces, me siento muy agradecida de tener la oportunidad de dirigirme a ustedes este día. No espero que todos ustedes estén de acuerdo conmigo, pero aprecio su disposición para escucharme.

Me presento ante ustedes como alguien que lucha por los derechos básicos de mujeres y niñas alrededor del mundo y, como alguien que no teme preguntar preguntas difíciles sobre la función de la religión en esta lucha.

El vínculo entre la violencia, especialmente violencia contra mujeres y el Islam es demasiado claro para ignorarlo. Al no ver este vínculo y justificarlo en lugar de reflejar, no beneficiamos a estudiantes, miembros de la facultad, no creyentes o personas de fe.

Y pregunto si el concepto de la guerra sagrada es compatible con nuestro ideal de tolerancia religiosa. Me pregunto si el cuestionamiento de ciertas doctrinas del siglo séptimo en nuestra era se puede considerar blasfemia y castigarse con la pena de muerte. Tanto el cristianismo como el judaísmo han lidiado con reformas. Yo diría que ha llegado el momento de un Islam Reformista.

¿Este argumento se considera inadmisible? No debe serlo en una universidad fundada en el despertar del Holocausto, cuando muchas universidades americanas imponían condiciones a judíos.

La Universidad de Brandeis se basa en el lema de ¨la verdad en lo más íntimo de sus partes.¨ Este también es mi lema, pues solamente mediante la verdad, la implacable verdad, su generación puede abordar la esperanza de hacer una mejor función en la lucha por la paz, la libertad y la igualdad de género.

Fuente: Ayaan Hirsi Ali, The Wall Street Journal.

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