Una deliciosa comida
es la mejor compañera
de los recuerdos que
más apreciamos
(Rawia Hishara)
AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO
Enlace Judío México | ¿Qué es aquello que nos enlaza tan fuertemente a nuestras raíces y tradiciones, sino las sensaciones? ¿Cómo encontrarnos en un lugar extraño –cualquiera que este sea- con lo acogedor de nuestro hogar?
La comida es una de las formas más permanentes de recordar nuestra esencia, y por sensitiva que ésta resulta, se vuelve un vehículo que nos traslada a nuestro anhelado hogar.
Es así como la palestina Rawia Hishara encuentra lo sagrado en el alimento casero y lo plasma en su libro de cocina Olives, Lemons & Za’atar.
“‘Rawia’, en árabe, significa ‘contadora de historias’. Y eso es lo que soy. Yo narro relatos de la trayectoria de mi vida, cultura y familia a través de mi cocina. Una deliciosa comida es la mejor compañera de los recuerdos que más apreciamos. Nací en una familia palestina amante de la comida, en Nazaret, una hermosa ciudad al sur de Galilea”.
Además del delicioso sabor, Rawia plantea algo nuevo que le transmitió su familia y es que el concepto de una deliciosa comida no se tiene que pelear con lo sano. “las palabras ‘orgánico’, ‘locavore’ y ’sustentable’ no se conocían entonces, el enfoque de mis padres calificó en todos los campos. Mi respeto por las fuentes de alimentos así como el modo de cultivo y preparación, se originan en mis primeros años en casa”.
Hay algo orgánico en crear el propio alimento de la materia prima que tomamos de la tierra, y es que con lo fácil que es hoy en día comprar alimento ya casi listo para comer, de pronto olvidamos la sensación y el amor que implica tomar el alimento de nuestra tierra, de nuestra siembra, etc. Rawia aprendió esto de su familia.
“Mi abuela tenía urnas de cerámica llenas de aceite de oliva con sabor a fruta, prensado de los árboles en la tierra de su familia y elegido por mis tías y tíos. Mi madre también hacía su propio aceite de oliva, y utilizaba el aceite “crudo” que sobraba para hacer jabón; ella también destilaba su propio vinagre, secando al sol sus propias hierbas y frutas, hacía lotes frescos de queso de cabra, así como el vino dulce de nuestros viñedos, y colocaba en tarros jalea del brillante color de las joyas emergente de la generosidad de los huertos locales”.
Cuando uno tiene tan presente su tierra en su memoria, junto con los sabores y los frutos de ésta, es más fácil llevarla hasta donde sea, incluso a Nueva York. Además, para Rawia, es posible hacer pequeños cambios sin abandonar la tradición, para así poder transmitir sus delicias, tanto a paladares conservadores, como a gustos contemporáneos.
“Después de mudarme a Nueva York, abrí mi restaurante Tanoreen, para honrar a mi madre y su imaginativa cocina, así como la rica cultura gastronómica del Medio Oriente, que rara vez se experimenta fuera de la región. Tanoreen es único, ya que muestra la cocina casera del Medio Oriente como lo viví mientras crecía. Las 135 recetas de este libro celebran la tradición y aceptan el cambio. Cocino sin seguir estrictamente las recetas, aunque yo respeto la tradición. Mis platos se basan en recetas de nuestra cultura que son lo suficientemente flexibles como para dar cabida a ambos paladares: aventureros contemporáneos y conservadores”.
Fuente:amazon.com
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