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Enlace Judío México | Serví en el ejército de defensa israelí como médico de combate. Durante mi servicio militar vi y experimenté varios eventos que influyeron gran parte en mi manera de pensar. Las bellas montañas de Judea y Samaria se ven diferentes con el uniforme y las armas. Los palestinos estaban cerca, pero más lejanos que nunca. Las detenciones, que hasta ese momento sólo sabía de ellas por los medios de comunicación, se convirtieron en rutina de todos los días. Los heridos que son reportados como número abstracto en las noticias, ahora eran soldados con cara y nombre, manchas de sangre en mi uniforme.
Los palestinos de aldeas cercanas disparaban constantemente a la base militar donde servía. Al salir, teníamos que usar protección especial y viajar en vehículos blindados. Cuando uno de los soldados murió por los balazos, entendimos que el peligro no sólo se enfrenta en las operaciones especiales fuera de la base, sino en lugares donde supuestamente estamos seguros. Éramos jóvenes normales de 18 años que habían sido expuestos a situaciones anormales. Cada uno de nosotros lidiaba con esto de manera distinta, pero todos experimentábamos el mismo tipo de negación. En uno de los recorridos rutinarios en patrulla, detuvimos a un vehículo sospechoso. Los soldados se acercaron con armas en mano y sacaron a la familia de palestinos locales. Los miembros de la familia se mantuvieron de pie temerosos, entre ellos una niña pequeña y dulce. Le sonreí cariñosamente por instinto, mientras que los soldados revisaban el vehículo y las tarjetas de identificación. La niña me miraba horrorizada, temía de mí hasta el fondo de su alma.
La mirada de la niña me hizo tomar conciencia sobre el significado que tenía para ella el uniforme militar; el significado del arma, el chaleco contra balas, las municiones y el casco. En sus ojos, yo no era una adolescente de 18 años que trataba de sacarle una sonrisa, sino una soldado amenazante con un arma cargada que acababa de sacarla del vehículo y posiblemente podía hacerle daño. Si hubiese podido, le explicaría que los soldados con sus armas en mano también temen. Para ellos, el acercarse a un vehículo sospechoso implica inmediato peligro de vida por cualquier bomba que pueda explotar, pero esto no cambiaría las cosas. En la balanza entre el terror y el miedo, el lado que lleva el arma aún es el fuerte.
Esta semana, apareció un video que muestra a un joven palestino acercándose a un soldado de la brigada del Najal, mientras lo provocaba. Por lo menos dos jóvenes filmaban el video, esperando el previsto estallido. El soldado confronta al joven, en lugar de neutralizar la innecesaria confrontación que se convierte en una lucha violenta. El soldado siente que su vida está en peligro, empuja al joven y apunta el arma de manera amenazante.
Decenas de miles de soldados, soldadas y ciudadanos apoyaron al soldado de la brigada del Najal, luego que el vocero de las FDI lo criticó, declarando que su comportamiento es ¨excepcional y no corresponde con lo que se espera de él¨. La hoja de Facebook que se abrió en su apoyo lleva el mensaje que ¨los soldados de las FDI están cansados de ser abandonados frente al enemigo¨ y ha tenido más de 65,000 partidarios en un día. La foto del soldado aparece en la parte superior, como héroe indefenso con las manos atadas.
El gran apoyo sin precedentes a este soldado debe de simbolizar una luz roja para las FDI. Miles de soldados de combate han expresado su frustración por el reglamento, requiriendo especificaciones más flexibles que les permitan un más amplio margen de acción en el momento adecuado. Los soldados solicitan apoyo de las FDI al enfrentarse a la población palestina, que conoce el reglamento y aprovecha las limitaciones de los soldados para crear provocaciones filmadas.
David Najlawi no es el tema primordial, sino la reacción que el caso causó en los soldados. Miles de soldados son entrenados para luchar hasta ganar la batalla, mientras que ellos sienten que el ejército los envía a la guerra con las manos atadas y armas que les es prohibido usar. La balanza de fuerzas no es objetiva, sino que está influida por la visión que cualquier roce con palestinos implica una batalla que vencer.
Entiendo la frustración de los soldados que sienten que ponen su vida en peligro sin los medios necesarios para enfrentar la situación y, aparentemente, cualquier decisión que tomen no será la correcta. En mi opinión, la solución no está en permitir más flexibilidad, sino en disminuir el roce directo entre los soldados y la población civil palestina. Mientras que la realidad política sigue exponiendo a los soldados en circunstancias imposibles, debemos adoptar la visión que la moderación es fuerza. Antes de rendirse al miedo, cada soldado debe recordar lo que aprendí de la pequeña niña temerosa: En la balanza entre el terror y el miedo, el lado que lleva el arma aún es el fuerte.
Fuente: Orit Koppel, Hamakom.
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