*MARIO FERNÁNDEZ MÁRQUEZ PARA ENLACE JUDÍO
Enlace Judío México | ¿Cómo es posible que Israel – un país de 7,1 millones de habitantes, 60 años, rodeado de enemigos, en un constante estado de guerra desde su fundación, sin recursos naturales – produzca más empresas start-ups, conocidos como proyectos emprendedores, que naciones grandes, pacíficas y estables como Japón, China, India, Corea, Canadá y el Reino Unido?, de este modo, comienza uno de los grandes relatos empresariales de nuestro tiempo: la construcción del Estado de Israel.
Lejanos quedaron los tiempos, aquellos de la fundación del estado de Israel en 1947 y posteriores décadas, en los que esta nación padecía los flagelos de la desolación y el aislamiento económico al que era sometido por los países árabes, tenía una economía basada en la producción de naranjas como principal producto de exportación y una deuda pública del 30% de la década perdida que siguió a la Guerra de Yom Kippur de 1973.
Hoy en día, Israel tiene una de las economías más vibrantes de todo el mundo, especializada en la industria de alta tecnología en los sectores de productos informáticos, servicios hospitalarios, biotecnología y los productos farmacéuticos. La lección es clara, Israel emprendió uno de los proyectos de libertad individual e innovación más ambiciosos para regenerar su economía: promover el emprendedurismo.
En Israel se crean anualmente 500 nuevas empresas, que unidas a las ya existentes atraen alrededor de 300 millones anuales de fondos de capital riesgo. Incluso, se estima que Israel es el lugar del mundo con mayor número de proyectos emprendedores sostenibles fuera de Silicon Valley, California.[1]
Aunado a lo anterior, es un hecho que Israel cuenta al día de hoy con más de 4.000 empresas startups sostenibles, de las cuales, 63 empresas cotizan en el índice tecnológico NASDAQ, especializadas en más de un 75% de sus exportaciones en el sector de alta tecnología. La OCDE estima que más del 50% del total de las exportaciones de Israel están especializadas en este sector.
El boom del emprendedurismo en Israel se debe en gran parte a un programa del gobierno de Israel denominado Yozma iniciado en 1993.
Fundado con un presupuesto público de $100 millones de doláres, a través de Yozma fueron creados 10 fondos de “venture capital” que contribuyeron al desarrollo de las primeras 15 empresas “start-up” apoyados por este programa. De las quince, nueve de ellas fueran adquiridas por empresas más grandes o empezaron a cotizar en la bolsa. Sólo cuatro años después de su inicio, el gobierno de Israel no sólo había recuperado su inversión original, sino que recibió más del 50% de intereses de su inversión original. La OCDE ha calificado a Yozam como el proyecto más original y exitoso en la historia de la innovación en Israel.[1]
A diferencia de lo que sucede en Israel, en México la Secretaría de Economía a través del Instituto Nacional del Emprendedor mediante el Fondo Pyme y Fondo Emprendedor sólo destinará 350 millones de pesos, alrededor de 26 millones de dólares, para 150 incubadoras de empresas en el país.
De acuerdo con diversos índices de competitividad y emprendedurismo, la posición de México en esos rankings internacionales no corresponde al potencial económico del país. Por ejemplo, en el Índice Global de Emprendedurismo y Desarrollo, México se encuentra en el lugar número 62, dentro de un total de 118 países. Entre estos se encentra el Doing Business Index, donde México ocupa el lugar 53 de 183, el Índice Global de Competitividad del World Economic Forum, donde ocupa el lugar 58 de 142, y el Índice de Libertad Económica, donde ocupa el lugar 29 de 179.
Por lo tanto, México, y toda la región de América Latina, tiene mucho que aprender del caso de éxito del emprendedurismo en Israel, modelo ejemplar en los incentivos que otorga a las nuevas empresas bajo un esquema subsidiario de colaboración financiera que consolida el crecimiento económico en ese país e impulsa la libertad individual y la innovación de las personas en la empresa.
Entre otras virtudes, los latinoamericanos debemos aprender eso que los israelís denominan chutzpah, una palabra intraducible al castellano que significa simultáneamente audacia, valentía, atrevimiento y tenacidad, en suma, seguridad plena en sí mismo para emprender proyectos magnánimos. La ruta es clara, el emprendedurismo para una sociedad libre y próspera, el camino está marcado, Israel es el ejemplo.
*Abogado especializado en comercio internacional.
[1]Para mayor información en los índices económicos de Israel se puede consultar en: https://www.oecdobserver.org/news/fullstory.php/aid/3546/Start-up_nation:_An_innovation_story.html#sthash.BtjzYodV.dpuf
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