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Enlace Judío México | Una serie de iniciativas y declaraciones por parte de Arabia Saudita han despertado especulaciones respecto a un cambio de postura de los sauditas en relación a Irán.
Por lo menos a nivel declarativo, parecen adaptarse a Teherán, mientras que se alejan de su enfoque anterior basado en la idea que los objetivos iraníes representan una amenaza que debe ser combatida.
Estas especulaciones provienen de la interpretación de tres eventos públicos recientes: El primero se relaciona con la reunión del nuevo embajador de Arabia Saudita en Teherán, Abdul Rahman al-Shehri y el ex Presidente iraní, Ali Akbar Hashemi Rafsanjani.
Shehri besa la frente de Rafsanjani, mostrando así su intención de modificar las relaciones entre los dos países.
El segundo evento se refiere a la invitación del ministro de relaciones exteriores iraní a Arabia Saudita.
El tercer elemento corresponde al reciente reemplazo del Príncipe Bandar bin Sultan por Muhammad Bin Nayef como jefe los servicios de inteligencia sauditas.
Bandar se asocia con una política proactiva de Arabia Saudita en Siria, Líbano, Bahrein y otros focos de tensión entre Irán y los sauditas, mientras que Nayef es considerado menos activista.
Esto se aúna al reemplazo del vice Ministro de Defensa Salman bin Sultan, medio hermano de Bandar, relacionado con una política activista de resistencia contra el avance regional de Irán.
Estos gestos de Arabia Saudita deben de considerarse en el contexto de una presión americana sobre sus clientes del Golfo para ponerse a la par con la política de Washington en la región, a través de la cual Irán se transforma en amigo.
Según un informe que aparece en el sitio Web de Inteligencia, tanto el Presidente Obama como el Secretario de Defensa Chuck Hagel enfatizaron este asunto en su reciente visita al Golfo.
Obama abordó el tema en su reunión con el Rey Abdul bin Abdulaziz, mientras que Hagel pidió una mayor ¨apertura¨ de los sauditas hacia Irán.
A medida que las negociaciones nucleares con Teherán tropiezan y los clientes de Irán salen victoriosos en Líbano, Siria e Iraq, EE.UU. parece estar convencido de su estrategia a fin de normalizar sus relaciones con Teherán a través de un compromiso.
Hasta ahora, Arabia Saudita, junto con Bahrein y los Emiratos Árabes Unidos, han estado convencidos que las ambiciones de Teherán son inaceptables, perjudicando los intereses vitales de los sauditas y el occidente. Por lo tanto, hasta la fecha han considerado que la presión americana para acercarse a Teherán es una misión inútil.
De acuerdo al informe del sitio Web de Inteligencia, el General Jalifa bin Ahmad al-Jalifa, Jefe del Estado Mayor de Bahrein, ha expresado las inquietudes de los países miembros del Consejo de Cooperación del Golfo respecto a la amenaza iraní y la actual respuesta americana de la siguiente manera:
¨Las naciones del Golfo están profundamente preocupadas por las intenciones de Irán de desestabilizar la región a través de su apoyo al terrorismo desde las costas del Mediterráneo hasta las provincias del sur de Yemen… Los servicios de inteligencia americanos poseen evidencias de este terrorismo. ¿Qué hacen ustedes para detener esta expansión? A continuación, Jalifa acusó a EE.UU. de permitir que los ataques químicos propiciados por Assad en Siria no sean castigados.¨
Las inquietudes del Golfo no son difíciles de entender. Irán pretende poner fin a la presencia de fuerzas extranjeras (americanas) en el Golfo. Al mismo tiempo, considera que su propio dominio del Golfo Pérsico es un proceso natural que refleja su gran fuerza demográfica y social en comparación con las ricas pero frágiles monarquías árabes del otro lado del Golfo.
Asimismo, durante los últimos diez turbulentos años, Irán ha demostrado destreza y determinación para lograr sus objetivos.
Entonces, ¿cómo se explica la aparente media vuelta de los sauditas y su intento por respaldar la política americana? Los sauditas saben que EE.UU. sigue siendo la mejor garantía física para la seguridad del Golfo, independientemente de los problemas y la estrategia actual. Otras naciones del Golfo están conscientes de esto también.
Por lo pronto, no hay indicios de que el actual gobierno americano tenga la intención de reducir su presencia militar en el Golfo, que incluye un personal de 35,000 soldados, la Quinta Flota y sistemas avanzados de defensa de misiles.
Asimismo, analistas del Golfo afirman que sería un error imaginar que Arabia Saudita funcionaría como un muro inflexible de defensa, cuando EE.UU. y el occidente optan por adaptarse a los iraníes.
El Reino Saudita es demasiado frágil para jugar ese papel. Por lo tanto, si el occidente se muestra débil frente al avance iraní, Riad se adaptará a esta nueva situación.
Durante los últimos tres años, los sauditas han modificado su estrategia en Siria de tal manera que en un principio apoyaron a los grupos islamistas y jidaístas para después ofrecer apoyo limitado a los rebeldes, siguiendo las definiciones y los dictados de EE.UU. El cambio de estrategia ofrece una perspectiva de la actual dirección de política saudita hacia Teherán.
Esto se da en un marco de desacuerdo básico de la estrategia regional del gobierno de Obama, una consciencia pragmática de la necesidad de intentar adaptar la dirección y esfuerzos declarados de Washington a fin de que Riad se prepare de la mejor manera posible para lidiar con los desafíos de un Medio Oriente determinado por el continuo avance iraní.
Estas evidencias efectivamente podrían producir un cambio en la política de Arabia Saudita hacia Irán. Por lo tanto, un mayor diálogo directo o mediado entre los dos países es muy factible.
Asimismo, es posible que el cambio producirá una política de contención regional como en Yemen, Líbano y hasta en Siria, tomando en cuenta que los sauditas buscan evitar confrontaciones con el creciente poder de Irán.
Esto significa que no existe una fuerza regional que sustituya el liderazgo de EE.UU. respecto a su esfuerzo para obstaculizar el avance de Irán, tanto en el tema nuclear como respecto a otros objetivos de control regional relacionados con sus intenciones nucleares. El problema es que la trayectoria del actual gobierno de los Estados Unidos fomenta logros por parte de Irán.
Aparentemente, Arabia Saudita se ajusta a esta estrategia por necesidad.
Fuente: Jonathan Spyer, Middle East Forum.
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