Nostalgia, añoranza… difíciles de manejar

RUTH ATRI PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

¿Cuántas obligaciones tenemos a lo largo de la vida? Muchas.

¿Cuántos compromisos laborales, familiares, morales? Muchos también.

¿Cuántos momentos de felicidad, tristeza, serenidad, placer? Incontables, ya depende de cada quien cuáles experimente más.

¿Cuántos instantes cumbre, de esos en los que la alegría es completa y se desborda hasta rebasar toda emoción? No muchos… de hecho, podrían hasta contarse, no solo por la cantidad, sino por la intensidad inolvidable con que se vivieron.

Aquellos momentos son tan cortos como la duración de un cierre final en una carrera, cargados de tal explosión de energía que por lo mismo no pueden durar mucho.

Lo difícil de enfrentar viene después, cuando ya se fueron al pasado, dando lugar a la nostalgia porque ya no están más y a la añoranza por regresar a ellos.

Para decidirse a continuar inclusive hay que lidiar con el agotamiento que viene después de aquella descarga de adrenalina espiritual, una parte quiere permanecer como espectadora reviviendo las emociones, pero otra quiere dar la espalda porque es mucho sufrimiento recordar ese momento aún muy fresco en la memoria.

La verdad es que toma un proceso el advenimiento de la resignación y de los bríos para seguir avanzando.

Para poder manejar la nostalgia y la añoranza que a veces hasta pueden caer en ansiedad hay que recordar:

-Cualquier decisión tomada es como adquirir un paquete que contiene aventuras y desventuras, momentos dulces y amargos, lágrimas y sonrisas; es lo mismo que sucede con las promociones de todo tipo, ninguna está exenta de las letras chicas. Pero finalmente, es más gratificante y enriquecedor vivir con nuestra decisión a nunca haberla experimentado, ya que eso se traduciría en un vacío total, en quedar estático en cuatro paredes mientras afuera hay un universo por explorar.

-La naturaleza de estos momentos mágicos es justamente que son pocos y rápidos, de otra manera no serían lo que son, sabiendo esta realidad de antemano, nos ayuda a sobrellevar lo que viene después.

-También el sufrimiento es temporal, es sano darnos un tiempo para vivir ese duelo, mas no prolongarlo, ya que todo un recorrido nos espera adelante.

-Llega el momento de la superación, y la sensación de alivio es muy grata. Es cuando realmente se puede disfrutar el recuerdo.

-Finalmente, hay que recordar que tenemos la capacidad de a diario rellenar nuestra rutina con momentos dulces a través de nuestros sentidos: ver un paisaje, la risa de un niño, degustar un café, escuchar esa canción que hace tiempo no sonaba en la radio, o tan sólo suspirar para liberar tensión; también son muy breves, pero suficientes para darnos ánimo y placer, y lejos de orillarnos a la nostalgia y añoranza, nos conducen al optimismo y a la certeza de que en el futuro seremos sorprendidos por tantos otros momentos cumbre.

El estado de ánimo es como un foco intermitente, apagándose y encendiéndose dependiendo de los altibajos. Cuando estamos a acecho de nuevos problemas, parece estar poco encendido, y conforme vamos resolviéndolos, la oscuridad es menor y más tiempo duran los intervalos encendidos. Es cuestión de creer en nosotros mismos… y sobretodo, saber que pase lo que pase, nos tenemos a nosotros mismos.

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