JAMES PHILLIPS
La política del presidente estadounidense Barack Obama frente a Medio Oriente continúa desenvolviéndose con peligrosas consecuencias…
La política del presidente estadounidense Barack Obama frente a Medio Oriente continúa desenvolviéndose con peligrosas consecuencias para los intereses nacionales de EE.UU. y los de sus aliados. El pasado lunes, el movimiento palestino Hamás, de carácter islamista y extremista, se integró en un gobierno de unidad nacional con su movimiento rival, al-Fatah, la facción dominante dentro de la Organización para la Liberación de Palestina.
Esta maniobra supone un revés para Estados Unidos, un golpe a las perspectivas de paz y una significativa amenaza para Israel, en virtud de que Hamás sigue comprometido con la destrucción de este país, al tiempo que rechaza las negociaciones con el Estado judío.
El gabinete de seguridad de Israel votó unánimemente a favor de imponer sanciones económicas contra el nuevo gobierno y hacerlo responsable de cualquier atentado terrorista lanzado desde la Franja de Gaza, controlada por Hamás. El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu advirtió de que el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas, estaba diciendo, de manera efectiva, “sí al terrorismo y no a la paz”.
Sin embargo, la Administración Obama ha adoptado la postura de esperar a ver, argumentando que ninguno de los tecnócratas nombrados como ministros en el nuevo gobierno de transición ha sido públicamente relacionado con Hamás. Pero Hamás participó en la selección de los cargos y, sin lugar a dudas, desempeñará un importante papel entre bambalinas para dar forma a la política de ese gobierno provisional.
Más aún, Hamás sigue estando designada como organización terrorista por Estados Unidos, Israel y la Unión Europea. Ha convertido a Gaza en una base fortificada para el terrorismo, en la que se esconde detrás de civiles palestinos para lanzar ataques con cohetes contra civiles israelíes, lo que provocó las guerras con Israel de 2008 y 2012.
La ayuda de Estados Unidos a Hamás está prohibida por ley. La Ley de Antiterrorismo Palestino de 2006 prohíbe que fondos de Estados Unidos vayan a Hamás, a entidades controladas por esta organización o a un gobierno palestino que incluya a miembros de Hamás.
La Sección 7040 de la Ley Consolidada de Asignaciones Presupuestarias también impide que la ayuda de Estados Unidos a la Autoridad Palestina vaya a “Hamás o a cualquier gobierno compartido o controlado por Hamás a menos que el presidente certifique ante el Congreso que ésta ha aceptado el derecho de Israel a existir y que se adhiere a los acuerdos previos con Estados Unidos, Israel y la comunidad internacional”.
Pero ambas leyes permiten al presidente emitir una dispensa por razones de seguridad nacional, lo que le ofrece a la administración otro camino para continuar con su fallido acercamiento a la Autoridad Palestina, que se está alejando de las negociaciones con Israel, prefiriendo en su lugar la reconciliación con Hamás.
El parlamento estadounidense debería celebrar una sesión para examinar la conveniencia de subvencionar este peligroso distanciamiento palestino. Y si los palestinos continúan dando la espalda a los acuerdos de paz de Oslo adoptando a un grupo terrorista, entonces Capitol Hill debería dejar de enviar a la Autoridad Palestina la ayuda convenida a través de tales acuerdos.
Fuente:elojodigital.com
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