Disputa política o corrupción

SAMUEL SCHMIDT PARA ENLACE JUDÍO

Cuál es el tema de un artículo de la Ley de partidos como para motivar a los partidos a pasar cuentas chantajistas en torno a las reformas consentidas y apetecidas del gobierno. Porque al parecer cada vez que se quiere lograr algo del gobierno los partidos se levantan de la mesa de negociación, para volver con excusas anodinas.

El PAN exigió que primero pasara la reforma política como condición para que pasara la reforma energética, todos hicieron lo que quería el PAN, aunque el PRD se levanta y sienta de la mesa de negociación de una forma al parecer errática, por lo menos para los que no sabemos qué se oculta en la negociación que ha generado una especie de sillas musicales. Alguien había sugerido que había una especie de guión donde a uno le tocaba protestar en una reforma y a otro en otra reforma. Pero ahora vemos que lo aprobado se renegocie, fue la pensión vitalicia para magistrados y ahora este artículo de la ley de partidos que los ha hecho enojar. Aunque muchas veces el enojo es para sacar ganancias adicionales.

El artículo en cuestión determina eliminar la posibilidad de que se partan los votos recibidos para los partidos que van en coalición y que se queden íntegros para el partido que puso el candidato. Algunos dicen que se trata de dos votos y otros dicen que son dos finalidades del mismo voto.

El voto en México tiene dos componentes: sirve para elegir a alguien por mayoría y a alguien por minoría o relación proporcional. Así que si dos partidos se unen, el candidato se beneficia de la convocatoria de ambos, pero entonces, el mismo voto se reparte entre ambos para que el partido que no puso candidato se beneficie para las listas plurinominales y para la recepción de prerrogativas, o sea, recibe dinero por ese voto.

Uno diría que ese arreglo es correcto, si un partido invirtió parte de su capital justo es que reciba algo de regreso. Luego entonces, si esto parece justo, ¿por qué el PAN se opone al mismo con tanta vehemencia?

El PAN lleva tiempo yendo solo a las elecciones y al no beneficiarse de la energía de otros partidos, parece no tener la necesidad de aceptar que las fuerzas menores se beneficien del voto que generan.

El PRD teme que si desaparecen los enanos de pseudo izquierda tenga que repartir el botín político o se le vayan a MORENA, en cuyo caso las tribus pierden su razón de existir: contar con mayores cotos de poder que generan dinero, prestigio y mayor poder.

La postura del PAN es abiertamente elitista, ellos buscan que queden solamente tres grandes fuerzas, en lo que parece ser un diseño simplón de ellos, derecha, el PRD izquierda y el PRI en el centro.

La postura del PRD es oportunista, y derivada de la incapacidad histórica de unidad de la izquierda.

El PRI simplemente sabe que tiene una moneda de cambio más que le permite negociar lo que ideológicamente le interesa al presidente: privatizar todo lo posible.

El resultado de la negociación es interesante.

Inicialmente el PRI le dio la concesión al PAN, cuando el PRD se dio cuenta que había perdido forzó al PRI a renegociar, y todo volvió al lugar de inicio.

Como bien dijo un perredista, la razón de ser de las coaliciones son desbancar al PRI, luego entonces, si en una elección de gobernador se da la aberración de alianza PAN/PRD, tendrá que quedar muy claro quién se lleva el beneficio de los votos y el dinero, porque como bien reconocen esos actores políticos, no son alianzas programáticas y mucho menos de gobierno: terminan con la elección y el ganador gobierna prácticamente solo. Esto era aceptable con el beneficio del dinero, pero ahora el PAN quiere plantear un esquema de todo o nada; eliminar el incentivo del dinero y posiciones plurinominales dificultará las alianzas y coaliciones, con lo cual, dado lo común de las elecciones de estado, el partido en el poder podrá asegurar que no sea derrotado.

Por el otro lado, el esquema de reparto del voto, asegura que los partidos Bonsái se eternicen jugando a bisagras inapropiadas mientras mantienen su condición de partidos negocio.

Como se les vea, ambas opciones son anti democráticas. El elitismo político, partidista, despoja a la sociedad de opciones ideológicas; el reparto de posiciones y dinero como resultado de decisiones cupulares, corrompe a la política. Y ninguno de los partidos políticos tiene una visión ética de la política.

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Samuel Schmidt: Escritor y periodista mexicano, Samuel Schmidt ha destacado por su análisis de la situación política mexicana durante los últimos veinte años. Profesor en varias universidades, Schmidt también ha colaborado con numerosos medios, siendo director de El Reto. Además, ha publicado artículos y ensayos en los que habla de la relación entre la sociedad y el estado.