TAMARA FARIÑAS / EVA FERNÁNDEZ
El uso de drones en el contexto de los conflictos ha avivado un debate que va un paso más allá del eterno dilema sobre la guerra justa. Como explica Federico Aznar Fernández-Montesinos, profesor de Ciencia Política, en su análisis politológico sobre la Guerra Justa, “la guerra es una actividad sutancialmente política y desborda cualquier posible plano de evaluación, incluido el jurídico y el ético”.
Entre estos dos aspectos se centra el debate sobre el recurso a los aviones no tripulados en conflictos armados: entre la ética y el Derecho. Por eso, es habitual ver diferentes posturas entre los que están a favor y los que están en contra del uso militar de los ‘drones’ ya que, como el agua y el aceite, sus argumentos no pueden confluir de forma conjunta para llegar a ningún tipo de acuerdo.
Entre los que están en contra de este tipo de ataques se encuentra la organización Amnistía Internacional (AI), que cree que su uso contra objetivos, como ocurre habitualmente en Pakistán, donde este mismo miércoles han muerto al menos 18 insurgentes, podrían constituir crímenes de guerra.
El organismo alude, principalmente, a la falta de transparencia del Gobierno de Estados Unidos, el país que más ataques con ‘drones’ comete, secretismo que, según el investigador Mustafá Qadri, se queda fuera del alcance de las normas fundamentales del Derecho internacional.
No obstante, sí asegura que “los ataques de aviones no tripulados pueden ser legítimos en algunas circunstancias”, un argumento que comparten muchos expertos, pero con licencias. Los ‘drones’ lanzan un tipo de misil que es un arma aceptada y legal según el Derecho internacional…
¿Entonces dónde pierde la legitimidad el uso de estos aparatos? En su bombardeo indiscriminado, en el lanzamiento de bombas en zonas donde, sin comprobarse, puede haber civiles.
Rechazo nacional a la muerte de ciudadanos en Irak y Afganistán
Además, según AI, más allá del concepto de homicidio arbitrario, recurre al Derecho internacional, que indica que sólo los combatientes y personas que participan “directamente en las hostilidades” pueden ser objeto de un ataque directo y, en caso de no serlo, sólo se le puede atacar “para proteger frente a una amenaza inminente para la vida”.
También Roberto Montoya, periodista y autor del libro ‘Drones, la muerte por control remoto’, se muestra contrario a lo que ha denominado como “la fórmula ideal (de Barack Obama) de dar continuidad a la guerra contra el terror de Bush”.
Montoya, por su parte, explica el uso de este tipo de aviación por parte de Estados Unidos para evitar “el rechazo nacional, cada vez mayor, que ya provocaba en Estados Unidos la muerte de miles de jóvenes soldados caídos en las guerras de Irak y Afgaistán”.
Así, además, Obama podía desprenderse de las acusaciones de numerosas tropelías de las que suelen ser acusados los soldados cuando están en territorio en conflicto, como las violaciones o las torturas. Además, explica que con este tipo de ataques lo que se está cometiendo son “ejecuciones extrajudiciales”.
“La ‘democracia’ más grande del mundo asume como natural utilizar un arma con la cual puede entrar en el espacio aéreo del país que quiera en busca de un determinado objetivo y liquidarlo en el acto”, asegura, durante un encuentro digital promovido por el diario ‘El Mundo’. Así, según Montoya, esto viola “todas las reglas de la guerra interncionalmente asumidas, el Derecho Penal Internacional, el Derecho Humanitario, las Convenciones de Ginebra y, en la medida en que ya se han matado a (…) ciudadanos nacidos en Estados Unidos, también se están violando las respetadísimas enmiendas promulgados por los llamados padres fundadores”.
En el informe ‘Living under drones’ (Viviendo bajo los ‘drones’), presentado de forma conjunta en 2012 por las universidades de Stanford y Nueva York, explican además que la cifra de civiles muertos en ataques de aviones no tripulados siempre es mucho más elevada del que finalmente reconoce el Gobierno, convirtiéndose así en otro golpe al uso de este tipo de aparatos.
Cada vez más asesinatos selectivos
La primera incursión letal con drones data de 2002 y se produce durante el mandato de George W. Bush. Entre ese año y 2009 -último año del mandato de Bush- se produjeron 48 ataques que provocaron decesnas de muertos.
Mientras, según el autor del libro Drones. La muerte por control remoto. el periodista Roberto Montoya, en la era Obama -que se inicia en 2009-, la cifra se disparó. En sólo cinco años se produjeron 390 ataques, con un saldo de entre 4.000 y 5.000 víctimas mortales. Dos de cada diez víctimas eran civiles. Montoya apunta que el grueso de las víctimas eran talibán o activistas de Al Qaeda u otros grupos de escaso valor y muchas veces campesinos reclutados a la fuerza o atraídos por la posibilidad de contar con una paga miserable y comida. Pero los auténticos objetivos, los dirigentes apenas suponen el 2% de las víctimas.
Los ataque con drones comezaron en 2002 en Yemen y Afganistán y luego se extenderían a Pakistán, Irak, Somalia y Libia. La mayoría de los ataques fueron ordenados por la CIA o el Pentágono, pero el Reino Unido, ha tenido también participación en operaciones conjuntas con EE UU o en solitario, con objetivos propios.
El efecto de los ataques con drones son brutales. Así lo evidencia la declaración ante un subcomité del Senado de EE UU en 2013 del activista yemení Farea al Muslimi. “Los cuerpos estaban tan deshechos que fue imposible diferenciar entre niños, jóvenes, adultos y ancianos, todos fueron enterrados como animales en una fosa común”, aseguraba este testigo de la matanza provocada por los misiles disparados desde un dron estadounidense contra su aldea, en la remota localidad de Wessab. “Lo que antes los violentos no lograban, un ataque de drones lo consiguió en un instante: ahora hay un intenso odio contra América en Wessab”, señalaba Muslimi.
El “subidón” de los pilotos
En el otro lado, las sensaciones que experimentan los pilotos de drones, que operan en general desde bases militares a gran distancia, incluso a más de 10.000 kilómetros de sus objetivos. “Es un juego de Play Station hecho realidad”, comenta Montoya. “Son dos los pilotos que se sientan uno al lado del otro en sus cómodos butacones, con varios monitores en los cuales van viendo lo que ve el drone, que escudriñan todo desde miles de metros de altura, haya oscuridad, lluvia o viento. Pueden estar 40 horas volando”, asegura Montoya.
Cuando los pilotos del drono localizan el objetivo, se comunican con sus superiores a través de unos auriculares y reciben la orden de disparar, una orden que ejecutan simplemente pulsando el botón de un joystick. Luego revisa rápidamente el resultado conseguido, si necesita un segundo o si se acercan otros sospechosos al lugar y ahí dispara el segundo.
Tras conseguirse el objetivo, viene en muchos casos la euforia, aunque no siempre. Algunos pilotos cuentan que sienten un “subidón de adrenalina increíble”. Otros se sienten felices de su trabajo, que hacen horario de oficina, y cuando acaba puede hacer su vida normal. Esa sensación viene porque muchos lo sienten como un juego, en el que no calibran el efecto real, y además sin riesgo alguno.
El coronel estadounidense Matt Martin aseguró en su libro Predator que, a veces, se sentía “como Dios lanzando rayos desde lejos”, escribió en su libro Predator. Otros, sin embargo, quedaron traumatizados y abandonaron las fuerzas armadas. Brandon Bryant aseguró: “A través de los monitores he visto morir a hombres, mujeres y niños; en aquella época nuestros misiles no dejaban nada vivo donde impactaban”.
La ‘Kill list’ de Obama
El presidente estadounidense y los máximos jefes de Inteligencia y de las Fuerzas Armadas se reúnen cada martes en la Situation Room para discutir los objetivos de los drones, recogidos en una lista de muertes o kill list. Los militares muestran informes sobre los enemigos, dónde encontrarlos, los daños colaterales, los riesgos… Finalmente es Obama quien decide.E s una metodología similar a la que emplea Israel, dónde un equipo comuesto por responsables militares, del Mossad y de la lucha antiterrorista ofrece informes periódicos al Primer Ministro.
Los ‘drones’, enormemente útiles por su precisión tecnológica
No es de extrañar que sea la parte estadounidense la que esté a favor del uso de aviones no tripulados contra objetivos terroristas. En una entrevista en la cadena norteamericana CNN, Robert Gates, que fue secretario de Defensa de esta que Montoya define como “la ‘democracia’ más grande del mundo”, poniendo cierto énfasis en, precisamente, esas comillas, asegura que estos aparatos son “enormemente útiles” para labores de vigilancia y por su “precisión tecnológica” que permite seguir al objetivo hasta que no haya nadie a su alrededor.
No obstante, dentro de este debate en el que Gates se muestra favorable al uso de ‘drones’ también lo ha hecho a favor de consultar con el Congreso en caso de que el ataque tenga como objetivo un ciudadano estadounidense. Así, Gates sostiene que “por muy horribles que sean” los delitos que hayan cometido ciertos nacionales, una revisión con el Congreso “inspirará más confianza a los ciudadanos”.
Los ‘drones’ como creadores de nuevos insurgentes
También en este sentido se expresan Ann Rogers y John Hill, autores del libro ‘Guerra de ‘drones’ y seguridad global’ aunque aseguran que sólo por el hecho de que se puedan utilizar contra objetivos individuales, sin importar su eficacia en la finalidad de crear seguridad, Estados Unidos está, no sólo fallando en su intento de aislar a la insurgencia de la población, sino que además está creando cierto antagonismo entre la propia población de países como Pakistán o Yemen, donde los ataques son más comunes, e impulsando a los que están al borde de convertirse en insurgentes a llegar al punto final.
La Guardia Civil española, a favor de su uso… para evitar la entrada de inmigrantes
No sólo los ‘drones’ tienen usos bélicos. Estados Unidos y Reino Unido ofrecieron sus aviones no tripulados a Nigeria para encontrar a las más de 200 niñas secuestradas por Boko Haram; también Washington envió algunos de sus aviones a Irak para ayudar al Ejército a comprobar la ubicación y coordenadas de los islamistas extremistas del ISIS, que avanzan irrefrenablemente hacia su objetivo: la consecución de un califato en territorio sirio e iraquí.
Así, uno de los usos a los que, en este caso la Guardia Civil española estaría dispuesta a darle a estos ‘drones’ es el de detectar acercamientos de inmigrantes a la frontera de Melilla, esa frontera que decenas, cientos de inmigrantes quieren atravesar para dejar atrás sus países, en conflicto o con condiciones humanas deplorables, para alcanzar lo que consideran su paraíso.
En este sentido, la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) se expresó a favor de este uso, ya que indica que los ‘drones podrían ayudar a prevenir la entrada de inmigrantes y permitirían que la Policía marroquí pudiera colaborar conjuntamente en patrullas comunes para evitar los “asaltos”.
Fuente:lainformacion.com
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