RABINO CARLOS TAPIEIRO
Escribo estas líneas en forma reactiva – en respuesta a un pedido que me hiciera una madrijá de Argentina de darle una “respuesta imparcial” a la propaganda del Hamás a través de los medios de ese país. Las escribo para mis y nuestros amigos; para quienes quieren entender lo que está ocurriendo en Israel en estos días de Operación Defensiva contra el terrorismo de Hamás desde Gaza.
Pues bien: comienzo diciendo que no puedo hablar desde la “imparcialidad”: no se puede ser imparcial cuando el hijo de nuestros mejores amigos en Israel – un matrimonio de médicos muy destacados de Argentina que hicieron aliá en 1988 – está hoy en la línea de próximo ingreso a la operación en curso; cuando el marido de una muy buena compañera de trabajo está allí ya por más de 10 días; cuando 55.000 reservistas se sumaron a nuestras fuerzas de defensa activas – más del 1% de nuestra población, entre unos y otros … No puedo ser imparcial cuando cada familia de este país tiene a alguien querido en peligro en la Operación, o cuando todos estamos bajo el peligro de los ya más de 1.600 misiles disparados contra virtualmente todo el país – mi casa incluida -. No puedo ser imparcial: se trata de la vida de este país y de su gente: mi gente, nuestra gente – si hablo del pequeño pueblo judío, con apenas 15 o 16 millones de judíos en todo el mundo -. Hablo de proteger al único país democrático, occidental, justo, estable, progresista, desarrollado, abierto y reflexivo en una región que es todo un polvorín de enfrentamientos, de discriminación contra la mujer y la homosexualidad, de intolerancia religiosa, de asesinatos en masa – ya van 170.000 los asesinados en Siria en su nuevo conflicto –, de mesianismos y sueños (¡y acciones!) de Jihad – la maldita Guerra Santa que es el motor de esta nueva etapa del conflicto –, de brutalidad extrema… Hablo de proteger a mi casa y a mi familia; de que mi hijo menor, hoy entrenándose para defendernos – qué absolutamente loco es escribir y leer que mi hijito, que ayer mismo estaba en nuestro nido, en nuestro hogar, nos tenga que proteger a nosotros – no se vea expuesto a la agresión asesina de un grupo (Hamás) en cuya Carta Orgánica tiene como objetivo central la destrucción del Estado de Israel – la destrucción de mi hogar, en chiquito, y de Nuestro Hogar: el Hogar Nacional del Pueblo Judío.
Éste es un conflicto, para nosotros, insoportable: NO SE TRATA DE TIERRAS, DE TERRITORIOS, DE DESEOS REDENTORES NACIONALES. SE TRATA DE LA DESTRUCCIÓN DE TODA EXISTENCIA NO-MUSULMANA EN LA REGIÓN. Se trata de “redenciones mesiánicas”: de “devolverle” al Islam “su gloria del medioevo” con la constitución de una nueva “Dar Al Islam”, una patria para el Islam que vaya desde España hasta Pakistán. Israel es apenas “la mancha” (tan pequeña) en el mapa del Medio Oriente en el delirio islamista; pero el deseo, expreso, es del “retorno” a los “tiempos de gloria” del Islam de hace muchos siglos – así, en la visión de los islamistas -. Quiero que este punto quede muy claro: hablo de islamistas, fundamentalistas islámicos con una visión basada en una nueva interpretación del Islam, y NO de las masas y masas de islámicos que creen como todos, judíos y cristianos, en el valor de la religión como un sostén moral para el mundo. Hablo de aquellos que venden una interpretación asesina de textos que no predican en su origen el asesinato – de quienes abusan del texto sagrado de los musulmanes para desarrollar una narrativa de guerra permanente, desde Al Qaeda a los Hermanos Musulmanes, y por supuesto, a su hijo dilecto, Hamás.
Hamás es el opresor asesino del pueblo palestino en Gaza. Un año después de la retirada unilateral del ejército de Israel de Gaza y del otorgamiento de la autonomía completa palestina a la zona, Hamás tomó el poder a la fuerza en el 2.006, asesinando públicamente a incontables miembros y simpatizantes del gobierno electo del Al Fatah, el partido del Presidente de la Autoridad Palestina Mahmoud Abbas, Abu Mazen. Hamás sembró desde entonces un régimen de violencia asesina contra todos sus opositores – recordemos que la religión más perseguida del mundo es el Islam… por seguidores del Islam mismo; la religión más perseguida por otra religión es el Cristianismo, perseguida por islamistas asesinos –. Hamás tiene de rehén a su pueblo civil por ya 8 años. Son criminales de guerra en doble crimen: atacan con sus misiles (más de 13.500 en estos 8 años) a las poblaciones civiles de Israel, y usan a sus propios civiles de “escudos humanos”, ubicando a los lanzadores de misiles al lado de colegios, hospitales, etc; arengando a la población a que no abandone las áreas a las que el Ejército de Defensa de Israel avisa que desalojen para poder combatir a las fuerzas terroristas; enviando a niños a las zonas de conflicto, y más. En su cultura de martirologio – “morir por Allah” garantiza la entrada al Paraíso –, Hamás desprecia el valor de la vida – ése mismo valor que es cimiento de la cultura judeo-cristiana occidental –. Es por ello que Hamás rechazó la tregua propuesta por Egipto y que Israel aceptó inmediatamente, hace una semana. Es por ello que Hamás buscó que Israel ingrese por tierra a Gaza – algo muy deseado por Hamás, para generar bajas ENTRE SU PROPIA GENTE, y para poder matar a algunos combatientes israelíes, y, con ello, justificar el baño de sangre que producen en la región -. Las imágenes que los medios de habla hispana reproducen – especialmente las que vienen “empaquetadas” por EFE y la Televisión Española, sencillamente antisemitas, con ese antisemitismo clásico que ve en los judíos a la razón del mal en el mundo (“ayer”, los asesinos de Dios; hoy, los asesinos de la gente) –, que se concentran en el dolor de la pobre gente regida por los asesinos de Hamás, glorifican al terrorismo y se desentienden del odio islamista. Niegan, además, el tan simple hecho – indiscutible hecho – que Israel está bajo el fuego de misiles (pasamos ya los 1.600 en estos días), y que lo único que ha salvado la vida de nuestros ciudadanos – la vida de todos nosotros, aquí – es que estamos bien entrenados para ingresar a nuestros refugios, y que Israel construyó un sistema antimisiles (sí: nosotros sí invertimos nuestro dinero para salvar vidas) que ha derribado a los más poderosos misiles de Hamás destinados a nuestras grandes ciudades.
Cuando vean las imágenes en la TV o en internet de madres palestinas llorando por la muerte de sus hijos, o maridos civiles, salgan a las calles: salgan a pedir que Hamás deje de enviar a la muerte a su propia gente. Salgan a exigir que Israel deje de ser atacado con misiles. Salgan a demandar que nuestros niños no tengan que correr, a los 2 o 3 años de vida, a refugios en 15 segundos (¡15 segundos!). Salgan a gritar para que nuestros soldados, nuestros hijos, no tengan que exponer sus vidas una y otra y otra vez. Salgan a la calle para que nosotros, aquí, podamos vivir como Ustedes, allí, en un mundo de valores judeo-cristianos con una cultura que celebra la vida – a diferencia del islamismo de Hamás, que se impone al Islam moderado y milenario, y que glorifica la muerte más violenta –.
Salgan y hagan algo. Aquí, nosotros, nuestro pueblo, nuestros hijos, están y estamos manteniendo nuestro Hogar Judío para todos los que creemos que el Pueblo Judío tiene derecho a existir en su tierra ancestral; para que podamos seguir contando con ese Hogar, que acaba con 18 siglos de indefensión del pueblo judío.
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