Juntos venceremos
miércoles 30 de octubre de 2024

¿Por qué preocuparse examinando el pasado?

FANIA OZ-SALZBERG (HIJA DE AMOS OZ)- Es extremadamente difícil, sobre todo en estos días, ser una israelí políticamente moderada. Mientras comento y publico mis puntos de vista sobre Gaza en los periódicos y en las redes sociales, recibo una cantidad enorme de mensajes de odio tanto de simpatizantes de Israel como de Palestina de corrientes políticas de izquierda.

Por más de diez años he estado escribiendo y hablando acerca del diálogo entre Europa e Israel, sobre todo en lo que respecta al contexto del conflicto israelí-palestino. He adquirido experiencia en distinguir entre las críticas a las políticas de Israel (que he aceptado, la mayoría de las veces) y la compasión por las víctimas inocentes del conflicto (la cual comparto con muchas personas), pero también me he topado muchas veces con un sentimiento “anti-israelí” severo, ignorante y generalizado que desemboca fácilmente en antisemitismo.

El actual conflicto en Gaza ha liberado a todos los demonios de sus botellas de nuevo.

Los israelís amantes de la paz (que somos muchos), estamos atrapados entre Scylla y Caribdis. Permítanme mostrarles cómo está sucediendo esto en internet a través de comentarios a mis artículos y en mis cuentas de facebook y twitter.

Conforme las hostilidades se encrudecían, escribí que me lamentaba profundamente por todas las víctimas palestinas inocentes, especialmente por los niños, sin poner excusas, “peros” y sin hacer analogías con las víctimas del lado israelí. Mucha gente  consideró auténtica mi postura. Muchos otros, árabes y europeos, me acusaron de derramar lágrimas de cocodrilo y dijeron que lo que los judíos están haciendo en Palestina se llama genocidio.

Los judíos, no los israelís. Los millones de judíos que viven fuera de Israel son tan inocentes como la población civil en Gaza. Sin embargo, ahora están siendo amenazados y atacados físicamente por ser judíos y, por lo tanto, culpables.

Cualquier norteamericano o sirio puede camiar tranquilamente por las calles de París, Roma o Berlín, a pesar de la matanza de miles de civiles por el ejército norteamericano en Irak o por las tropas de Bashar al Assad en Siria. Un judío usando kipá, ya no puede hacer eso. Si esto no es anti semitismo, ¿qué es? Genocidio. No una guerra sucia y mala. No una confrontación entre un ejército como cualquier otro defendiendo a la población civil de su país y una milicia terrorista disparando desde un asentamiento urbano pobre, desprotegido y sobre poblado.

No se equivoquen. Es verdad que el ejército israelí se ha excedido en el uso de su fuerza y ha matado a cientos de inocentes en su intento por dar en el blanco de las milicias de Hamás y de los misiles. Pero Hamás se ha asegurado de que sus militantes y sus misiles se hallen justamente en medio de la población civil.

Esos desafortunados civiles no tienen refugios anti bombas (el dinero de la ayuda humanitaria internacional a Gaza se ha destinado a otros fines y los materiales para la reconstrucción se han usado para hacer túneles de ataque) y son forzados por Hamás a permanecer en sus casas aun cuando el ejército israelí los haya prevenido para que se fueran antes de atacar.

Estos son los hechos. Ciertamente una guerra sucia. Incluso las guerras justas ( y tengo motives para creer que Israel tuvo una razón de peso para responder al torrente de los cohetes lanzados por Hamás el mes pasado), se pueden tornar en guerras sucias. La justicia obtenida bélicamente, no asegura que todo será “miel sobre hojuelas”. Pero ciertamente esto no es un genocidio.

La fórmula judíos-genocidio se está volviendo más popular últimamente en los discursos de odio de algunos árabes y de algunos europeos, quienes se empeñan en borrar el recuerdo del Holocausto (tergiversado por muchos de ellos como un pretexto de Israel para invadir Gaza), y ha convertido a los judíos en “asesinos masivos”. Me gustaría pensar que ningún alemán aceptaría este pretexto para disminuir y erradicar el verdadero Holocausto, pero sé que algunos alemanes sí lo hacen.

Me pregunto si alguien en Gaza logró salir bien librado por oponerse a los ataques de Hamás a israelís inocentes. Me pregunto si alguien quedó sin castigo por expresar compasión por las docenas de niños israelís masacrados por bombarderos suicidas

palestinos en los últimos diez años. No hay necesidad de preguntárselo: la respuesta es “No”. Cualquier ciudadano de Gaza que se oponga a los ataques a Israel o simplemente a cuestionar la legitimidad de esta guerra a la vista de la evidente

calamidad en Gaza, es castigado por traidor. Hamás silencia a su propio pueblo con la ejecución. Ser moderado, como apuntaba Aristóteles, no siempre significa estar exactamente en medio. La realidad es siempre asimétrica.

Para empezar, Hamás es mucho peor, como régimen, que cualquier gobierno que haya tenido Israel en su historia. Los militantes de Hamás y la Yihad islámica en Gaza son mucho más brutales, por tierra, que el ejército israelí. Rodean a sus “soldados” (las comillas son mías), con niños; almacenan su arsenal en escuelas y hospitales, incluyendo las instalaciones de instituciones como la UNRWA, (Organización de las Naciones Unidas para los Refugiados) y amenazan y echan de ahí a los periodistas que se atrevan a reportar lo que está pasando. Deliberadamente, lanzan sus cohetes en jardines de niños y hospitales israelís. Si tuviesen el poderío de la fuerza aérea y de la artillería de Israel, la masacre a la población sería mucho peor que lo que estamos viendo en Gaza hoy. Cada vez que señalo estas verdades, algunos de los comentaristas las califican de propaganda israelí. Pero yo soy una proselitista terrible.

Como miembro crítico de la sociedad civil, jamás acepto totalmente los reportes oficiales de mi gobierno y de mi ejército, pero la verdad es la verdad, no importa de qué fuente venga.

Debido a que el poderío de Hamás es demasiado débil, el sufrimiento de la población civil es también desproporcionado. Gaza es una zona de desastre. Israel es parcialmente responsable. Decir esto, y además agregar que Hamás es mucho más culpable, seguirá siendo cierto, independientemente de los negacionistas de ambos lados. Si Hamás y Hezbolá tuviesen el poderío y la estrategia militar de Israel, yo no estaría escribiendo esto. Estaría muerta. Aunque a algunos “pro-Palestina” no les importaría eso, de seguro.

Déjeme aclarar una cosa: Yo soy pro-Gaza. Le deseo la paz, la libertad y la prosperidad. Soy anti-Hamás, y le deseo que se vaya al infierno. Ambos, Israel y Hamás han fallado miserablemente, hasta el día de hoy, en dos de sus misiones principales. Hamás ha fallado en su intento de matar niños israelís, mientras que Israel no ha fallado en su intento de no matar niños de Gaza.

Pero, ¿qué hay del encarcelamiento de palestinos en su triste, sobre poblada y maltrecha franja de tierra? Hace algunos años, publiqué un artículo en un periódico alemán usando la metáfora del vecino que se sienta en su balcón, con un bebé en el regazo y disparando hacia las recámaras de tus hijos, ¿Le devolverías los disparos?

Sí, seguro que lo harías. Mi padre, Amos Oz, ha tomado prestada mi metáfora recientemente (nuestra familia se permite ese tipo de licencias), para describir la reciente oleada de violencia. Mi artículo fue interceptado, tergiversado y atacado por los críticos de Israel. ¿Cómo podía referirme a los palestinos como “vecinos”, cuando en realidad eran prisioneros israelís? Como ocurre con frecuencia, las respuestas de odio ignoraron el resto de mi artículo, alegando que esta condición de “vecinos”, era claramente desproporcionada. Las lecturas sesgadas y los comentarios mal informados, son parte integral del sentimiento anti israelí y del anti semitismo actual. Los hechos históricos se olvidan fácilmente, para su conveniencia. Los matices no son parte de su juego.

Permítame insistir. La Historia (con mayúscula) y los matices son cruciales. Muchos de los 1,800,000 residentes de Gaza son refugiados de la guerra de 1948 y sus descendientes. La guerra la iniciaron los árabes, quienes rechazaron la resolución de las Naciones Unidas de dividir la tierra en dos estados, uno judío y uno palestino. Israel ganó, los palestinos huyeron y algunos fueron desalojados. Por muchos años, Egipto gobernó Gaza y no permitió a sus refugiados salir de ahí o reconstruir sus vidas. Desde 1967, Israel y Egipto comparten la responsabilidad de esta terrible situación. Pero Israel se retiró de la franja de Gaza en 2006, sólo para ver a Hamás hacerse con el poder y poniendo a Israel bajo una barrera de cohetes.

¿Por qué no quieren negociar la paz? Porque Hamás quiere destruir a Israel y ver muertos a todos los judíos. Su carta fundacional lo dice muy claro. También seamos justos, los gobiernos y el público israelí se han vuelto cada vez más de línea dura y han abandonado la esperanza de alcanzar un acuerdo de paz, incluso con el presidente moderado Mahmoud Abbas en la franja de Gaza.

Pero, ¿por qué molestarse examinando la Historia? Hoy, a los anti semitas enmascarados de “anti Israelís” o les interesa la Historia. Quieren hacer desaparecer el Holocausto y que los judíos sean culpables y permanezcan culpables. Esto es una nueva forma de anti semitismo, evidentemente, pues señala a Israel como un mega judío gigante y malo. Pero es también un antisemitismo añejo y atemporal, porque es meta histórico, apoyado más en la psicología que en los hechos. La religión, me temo, a menudo desempeña un papel irracional en esta historia. El conflicto Israel-Palestina jamás ha sido entre el Judaísmo y el Islam, sino entre territorio y soberanía.

Hoy, los fanáticos islamistas han secuestrado la causa palestina, mientras que los fundamentalistas ortodoxos judíos insisten en asentarse en cada palmo de tierra de la Israel bíblica a expensas de los compromisos hechos. Algunos cristianos radicales han entrado a la disputa también, preconizando su ayuda incondicional a un bando u al otro, sin que esto ayude a nadie.

Es por esta razón que los ateos moderados como yo, necesitamos todo el apoyo que podamos obtener de parte de los musulmanes, cristianos y practicantes judíos moderados. La línea divisoria en el actual conflicto no es lentre as tres religiones, sino entre ateos y creyentes. Se desarrolla (y esta vez tomo prestada una frase de mi padre), entre todos los fanáticos y todos los moderados. Así que, ¿para qué preocuparse por levantar una voz moderada, analizar de cerca la tragedia en ambos lados (incluyendo la incomparable tragedia en las calles de Gaza convertidas en ruinas) y apelar a eventos históricos, verdades cruciales, complejidades y matices?

Porque yo no creo que la mayoría de los europeos, o incluso la m ayoría de los árabes estén dispuestos a ser alimentados por mentiras y regados por el odio. Porque como una estudiosa de la Ilustración y como una política liberal creo que el diálogo racional emparejado con la compasión humana, vencerán al final. Porque como humanista israelí, judía y sionista que cree en la solución del doble estado, espero que la esperanza vencerá. Pero sólo si nosotros la ayudamos a vencer.

Fania Oz-Salzberg es una historiadora y ensayista israelí. Es profesora en la facultad de derecho de la Universidad de Haifa. Su último libro, Juden und Worte (Los judíos y las palabras), fue escrito junto a su padre, el novelista Amos Oz. Teresa Padrón Benavides es traductora del Inglés y del hebreo y colaboradora con diversos diarios incluidos The Independent, Enlace Judío, Haaretz, entre otros.

Por Fania Oz Salzberg / Traducción al español por Teresa Padrón

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