LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO
En la Conferencia de Verano de la empresa consultora IHS de EUA, realizada el pasado 7 de agosto en la Ciudad de México, sobre las perspectivas de la economía de México en el futuro próximo, se concluyó que mostrará un crecimiento de 2.2% este año y cobrará mayor dinamismo en los próximos dos, con un adelanto medio anual superior a 3.0%, en virtud del impacto que se espera de la reactivación paulatina de la inversión productiva, alentada por las reformas estructurales recientemente aprobadas por el Congreso de la Unión, particularmente las de los sectores energético y el de las telecomunicaciones, y sobre todo, por el mejor desempeño que tendrá la actividad productiva en EUA, de 3.0% en el 2015 y 3.3% en el 2016, frente a un estimado de 2.1% este año y 2.2% en el 2013. México mantiene una elevada dependencia de la economía de EUA.
Cabe destacar que la actividad económica de EUA superó el riesgo que enfrentó su gobierno en el 2013 de caer en una moratoria por insuficiencia de recursos para financiar el déficit público que en la cima de la crisis financiera mundial (2008-2009) representó 10.0% de su PIB. Al evitarse el denominado “secuestro del gasto” (no ingresos, no gasto), autorizándose el incremento del techo de la deuda pública, estableciéndose el fondeo necesario para el presupuesto gubernamental. Así, el déficit del sector público declinó a 3.0%, porcentaje que se contempla se podrá mantener en el futuro próximo, y que se evalúa como financiable.
Asimismo, se vislumbra el control de la inflación de una tasa de 2.0% este año a 1.5% el próximo y 1.4% en el 2016, ello en virtud al exceso de capacidad productiva existente; a la aceleración de la competencia global; al incremento general de la productividad que compensará el alza de los costos laborales y al término del reciente ciclo de aumentos de las cotizaciones de las materias primas a nivel internacional, que fueron un importante factor del repunte inflacionario general en el pasado reciente.
En este ámbito, se estima que el precio de los hidrocarburos que subieron alrededor de 20.0% en los últimos cuatro años, se acrecentará en un porcentaje similar en el próximo lustro, aunque el alza podría ser mayor si se agravan los conflictos geopolíticos en las principales zonas petroleras del Medio Oriente y en las de los países de la ex Unión Soviética.
Por otra parte, se considera que el aumento de los impuestos en EUA será moderado en los próximos años, lo que favorecerá la ampliación del ingreso de las familias para el consumo y el de las empresas para la inversión. Igualmente, una vez superado el saneamiento de los balances del sistema financiero, habrá una mayor disponibilidad de crédito, especialmente para el sector vivienda, que tiene un importante efecto multiplicador en el empleo, y para el automotriz, principalmente. La cartera hipotecaria vencida de los bancos que representó aproximadamente 3.0% del total en la reciente crisis, ha declinado a 0.35% hoy día, lo que también evidencia que los hogares también sanearon sus finanzas.
Sin embargo, el favorable panorama descrito para EUA enfrenta algunos riesgos, entre otros, que se puedan presentar presiones inflacionarias originadas en la escasez de mano de obra calificada que se registra en ese país y que las autoridades financieras vuelvan a instrumentar una política monetaria expansiva para estimular la actividad productiva. Al mismo tiempo existe temor de que la economía de China, que muestra desaceleración en sus tasas históricas de avance, de 10.0% anual a entre 7.0% y 7.5%, se vea precisada a realizar un “aterrizaje forzoso”, para evitar burbujas inflacionarias; asimismo, no se descarta que la economía europea, que aporta alrededor del 25.0% del PIB mundial (17 trillones de dólares anuales), similar a la contribución de EUA, no consolide el proceso de recuperación que se ha advertido recientemente en algunas naciones de ese Continente.
En este marco, los analistas de IHS expresan, que si bien, México en buena medida, depende del ciclo económico de EUA para su desempeño, necesita que el gobierno fije reglas claras para que este sea exitoso, a la vez que logre aminorar los efectos negativos derivados de las dos guerras que simultáneamente experimenta: la de las fuerzas armadas y las policías contra el crimen organizado y la que los carteles delictivos sostienen entre sí. También el Estado tiene que contrarrestar los desafíos que presentan las autodefensas a su autoridad y la creciente violencia que han desatado los grupos de izquierda, que por la aprobación de la Reforma Energética podrían amenazar las instalaciones de Pemex, como lo han hecho en el pasado. Igualmente, tendrá que negociar hábilmente con las comunidades que ven afectadas su hábitat por la actividad productiva de esa empresa o las que se verán envueltas en conflictos de tenencia de la tierra ante las nuevas disposiciones originadas en la Reforma. Existe temor de que grupos sindicales de Pemex y otras organizaciones políticas se movilicen y realicen manifestaciones masivas, que puedan ser violentas contra las nuevas instalaciones petroleras de extranjeros.
Analistas de IHS consideran que con la reforma energética se crearán más opciones de inversión en el país; las nuevas formas de asociación con los inversionistas podrían ser más atractivas y menos riesgosas para estos. Se pronostica que se incrementará la producción de petróleo y gas; el gobierno proyecta que los volúmenes extraídos de petróleo, 2.5 millones de barriles diarios, aumentarán a 3.0 millones en el 2018 y hasta 3.5 millones en el 2025 y los de gas de 5.7 millones de metros cúbicos a 8 millones en el 2018 y 10.4 millones en el 2025.
Se vislumbra una mejoría en la productividad y en la competencia, que significará que en el mercado se reducirán los costos energéticos. En este contexto, los objetivos y operaciones de Pemex y de la CFE adquirirán otra dimensión, relacionada con los mercados y con esquemas modernos de administración y tributación, no obstante, permanecerán como empresas gubernamentales, lo que implicará que seguirán sujetas a directrices de índole político y de la Secretaría de Hacienda.
En la Conferencia de IHS se planteó que en el entorno existen múltiples incógnitas que podrían dificultar la concretización de la Reforma; algunas de éstas vinculadas con aspectos técnicos, legales, financieros (disponibilidad de recursos y/o rentabilidad) y consideraciones sociales y políticas. Así por ejemplo, no se sabe cuál va a ser la evolución del mercado petrolero global, en la que Pemex no tiene control.
Por otra parte, habrá que tomar en cuenta que por lo menos en los próximos seis años una parte sustancial del presupuesto mantendrá su dependencia de los ingresos de Pemex. En general el gobierno tendrá que “aterrizar” sus expectativas a la realidad, y los efectos principales de las reformas estructurales se observarán en el largo plazo, quizá más de 10 años, siempre que el proceso de cambio se efectúe con prudencia, profesionalismo y transparencia.
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