F. J. CALERO
Ambos grupos se disputan la supremacía del yihadismo global. Sin embargo, el EI, antes EIIL, ya no es un simple movimiento de fanáticos, sino toda una amenaza.
La historia del Estado Islámico (EI) no puede entenderse sin tener en cuenta su antigua alianza con Al Qaida, aunque ambos se disputen ahora la supremacía del movimiento yihadista global. Su separación definitiva se consumó el pasado mes de enero cuando, la que fuera franquicia de Al Qaida, se saltó las indicaciones y decidió hacer caso omiso para extender el terror por su cuenta.
En 2013, el líder del Estado Islámico, Abu Bakr al Baghdadi, se rebeló por primera vez contra la voluntad de la matriz yihadista. Decidió extender sus fronteras y combatir, además de en Irak (donde en 2006 tomó el relevo de Al Qaida), en Siria donde ya obraba el Frente Al Nusra, otro de los tentáculos. Este era, hasta la irrupción del EIIL, el grupo yihadista principal dentro de lo que se enfrentaban al presidente Bashar Al Assad.
Pero fue este enero cuando Al Qaida decidió romper definitivamente con el EIIL. La organización fundada por Osama Bin Laden argumentó su decisión por los excesos que empleaban los yihadistas de nuevo cuño para la conquista de territorios donde aplicar la ley islámica o sharia entre los civiles. Según Aaron Y. Zelin, investigador del Instituto Washington y autor de la web especializada jihadology.net, detrás del extremismo hay una razón estratégica, de adhesión, por ello difunden abiertamente sus matanzas; el objetivo no es solo asustar a los chiíes, sino radicalizarlos para que se unan en milicias y cometan atrocidades.
Los desencuentros entre Baghdadi, a quien no le importó disputarle el terreno al Frente al Nusra, y Al Qaida se deben, según Zelin, a que los yihadistas del EI son de una generación distinta, de esta década, lo que la aleja del modus operandi de quienes combatieron en Afganistán contra la URSS en los años ochenta.
Sin embargo, a Baghdadi no le importó demasiado aislarse: «Tengo que elegir entre el gobierno de Dios y el Estado de Zawahiri [jefe de mando de Al Qaida y sucesor de Bin Laden], y yo elijo el gobierno de Dios».
El profesor de Estudios Árabes e Islámicos la Universidad de Alicante Ignacio Álvarez-Ossorio cree que los yihadistas del Estado Islámico se aprovechan del vacío político, de las divisiones que hay entre los partidos, para conseguir un lugar, una base territorial que no ha tenido nunca Al Qaida y que claramente ha conseguido el EI. «¿Pero la mantendrán por mucho tiempo?», se pregunta.
Fuente:abc.es
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