ARNOLDO KRAUS
En El enfermo imaginario, Moliere, quien odiaba a los doctores, dice, en voz de uno de sus personajes, palabras más, palabras menos, “¿Para qué quieres ver a dos médicos si con uno basta para que te maten?”. El gran dramaturgo francés vivió en el ya lejano siglo XVII. En ese tiempo la mayoría de los enfermos, a diferencia de lo que ahora sucede, eran tratados sólo por un galeno, un galeno que acumulaba todos los saberes. Hoy, sobre todo en los hospitales, la mayoría de los pacientes son atendidos (víctimas y atendidos pueden ser sinónimos) por varios doctores. ¿Qué hubiese pensado Moliere si supiese cómo se ha fragmentado y especializado la medicina contemporánea? Hubiese dicho lo que escribió en otra obra: “Casi todos los hombres mueren de sus remedios, no por sus enfermedades”.
Los médicos son pésimos pacientes. Aunque no hay estudios comparativos entre doctores y otros profesionistas de la misma edad y condición económica, encaminados a analizar la frecuencia con la cual ambos grupos buscan ayuda médica, estoy seguro de que los galenos acuden menos. Muchos no lo hacen porque conocen las caras malas de la medicina.
El abuso y mal uso de la medicina moderna es una de las razones, por la cual, los galenos, cuando se sienten mal, prefieren auto atenderse antes de acudir con otros colegas. Los médicos alejados de las ofertas tecnológicas, de los nuevos fármacos o de la idea de que muchos médicos ofrecen más que uno, están condenados a cierto ostracismo, son galenos fuera de moda (demodé). Esa camada médica confronta su padecimiento con un mínimo de herramientas, y opta por no subsumirse a la moda y a los dictados de quienes ejercen la medicina a partir de la técnica y no de la clínica. Atenderse de acuerdo a los dictados de las modas médicas no siempre es óptimo. “Teocracia es la regla de Dios”, escribió Thomas Szasz, “democracia es la regla de las mayorías y farmacracia son las reglas de la medicina y de (algunos) doctores”; y agrego: tecnocracia es el imperio de la técnica. Sin embargo, médicos y enfermos lo saben y lo padecen: no rendirse ante la fascinación —fascinitis— de la tecnología médica, es difícil.
La farmacracia, la tecnocracia, y la ausencia de cuestionamiento de médicos que tienen acceso a tecnología de punta —la onerosa—, acerca de supuestas beldades de la medicina moderna, han alejado al ser humano enfermo del ser humano médico. El binomio farmacracia y tecnocraciaconvierte al médico que no cuestiona en herramienta de la medicina moderna, y lo transforma, como advertía a principios del siglo XIX, Henry David Thoreau, en un instrumento: “Los hombres se han convertido en herramientas de sus herramientas”.
Otros médicos no acuden con sus vecinos porque saben lo que ignoran sus enfermos y la mayoría de sus pares. Un estudio reciente, publicado en una revista médica de calidad (Mayo Clinical Proceedings, agosto, 2013) demostró, después de analizar varias publicaciones, que no todo lo que se vende o se publica es adecuado. Al utilizar nuevas tecnologías o recetar fármacos innovadores, los doctores esperan que esas acciones ofrezcan mayores beneficios, y que tengan menos afectos adversos. El estudio encontró, después de analizar suficientes publicaciones, que algunas acciones médicas, basadas en los nuevos descubrimientos, no sólo no sirven, sino que pueden producir otros problemas. Aunque en el trabajo no se menciona, cualquier médico avezado sabe que algunos medicamentos nuevos y ciertas innovaciones biotecnológicas no son necesariamente mejores que los fármacos y aparatos “viejos”. La apuesta en la medicina moderna, auspiciada por las compañías farmacológicas y las compañías biotecnológicas radica en que los usuarios utilicen los nuevos fármacos y los nuevos aparatos, los cuales, por supuesto, generan mayores ganancias.
Los médicos que no acuden con sus pares y eligen tratarse a sí mismos cuando tienen problemas de salud conforman un grupo de galenos que se rige por lo que llamaré el Síndrome Moliere: “Sabiduría propia del médico, usualmente no compartida con sus enfermos, quien, cuando enferma, opta por tratarse a sí mismo en lugar de someterse a la tecnocracia, la farmacracia, y lafascinitis”.
Médico
Fuente:eluniversalmas.com.mx
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