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viernes 22 de noviembre de 2024

El Estado Islámico es a EEUU lo que Hamás a Israel

barack-obama

ALAN M. DERSHOWITZ

El presidente Barack Obama ha condenado en los términos más enérgicos, como debe ser, la decapitación del norteamericano James Foley por el Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL). Ha dicho lo siguiente:

Debe realizarse un esfuerzo común para extirpar este cáncer a fin de que no se extienda. Debe haber un claro rechazo a este tipo de ideologías nihilistas. Algo en lo que todos podemos estar de acuerdo es en que un grupo así [el EIIL] no tiene cabida en el siglo XXI. Amigos y aliados de todo el mundo: compartimos un bien común, un conjunto de valores opuestos a lo que vimos ayer. Seguiremos enfrentándonos a este odioso terrorismo y lo sustituiremos por un sentimiento de esperanza y estabilidad.

El presidente Obama, al mismo tiempo que ha llamado a una guerra abierta contra el cáncer del EIIL, ha considerado que Hamás tiene una enfermedad que se puede curar con facilidad, y ha instado a Israel a aceptar a este grupo terrorista (cuya carta fundacional llama a destruir a Israel) como parte de un Gobierno palestino de unidad. No puedo imaginármelo instando a Irak o a cualquier otro país árabe a aceptar al EIIL como parte de un Gobierno de unidad.

El expresidente Jimmy Carter y el obispo Desmond Tutu han ido aún más lejos, instando a la comunidad internacional a reconocer la legitimidad de Hamás como partido político y a reconocerlo diplomáticamente. Resulta difícil imaginarlos exigiendo que se le conceda esa misma legitimidad al Estado Islámico.

¿Por qué, entonces, ese doble rasero respecto al EIIL y a Hamás? ¿Es porque el Estado Islámico es menos salvaje y violento que el movimiento islamista palestino? Resulta difícil sostener eso. Hamás ha matado, probablemente, a más civiles (mediante sus terroristas suicidas, sus asesinatos de miembros de la Autoridad Palestina, sus ataques con cohetes y sus túneles del terror) que el EIIL. De no ser por el sistema Cúpula de Hierro y por las Fuerzas de Defensa de Israel, Hamás habría asesinado todavía a más civiles inocentes. De hecho, sus estatutos instan al asesinato de judíos en todo el mundo, independientemente de donde vivan o de la “roca” tras la que se oculten. Si el grupo terrorista palestino se saliera con la suya, mataría al menos a tantas personas como el Estado Islámico.

¿Es por la forma en la que mata el EIIL? La decapitación, por supuesto, es una forma de matar visiblemente grotesca, pero los muertos son muertos y el asesinato es asesinato. Y a la familia de la víctima le importa poco si la muerte fue causada por decapitación, ahorcamiento o por una bala en la nuca. En realidad, a la mayor parte de las víctimas del EIIL les han disparado y no decapitado, mientras que los terroristas de Hamás han asesinado a bebés inocentes en sus cunas, a adolescentes que volvían a casa desde la escuela, a mujeres que estaban comprando, a judíos que rezaban y a estudiantes que estaban comiendo pizza.

¿Es porque el EIIL ha asesinado a un estadounidense? Hamás ha matado a numerosos norteamericanos y a ciudadanos de otros países. También ellos asesinan de forma indiscriminada.

¿Es porque el Estado Islámico ha amenazado específicamente con traer su terrorismo a territorio estadounidense, mientras que Hamás concentra el suyo en Israel? La carta fundacional de Hamás no limita sus criminales intenciones a un país. Al igual que el EIIL, llama a un Califato mundial, instaurado mediante una violenta yihad.

Todo lo que hacemos bien en temer y despreciar en el EIIL deberíamos temerlo y despreciarlo también en Hamás. Así como nunca le otorgaríamos legitimidad al Estado Islámico, tampoco debemos concedérsela al Movimiento de Resistencia Islámico, al menos hasta que derogue sus estatutos y renuncie a la violencia. Por desgracia, eso tiene las mismas probabilidades de suceder que que Estados Unidos derogue su Constitución. La violencia, el antisemitismo y el antiamericanismo son el sine qua non de la misión de Hamás.

Así como al EIIL hay que derrotarlo militarmente y destruirlo como ejército terrorista, a Hamás también hay que responderle con las armas y sus cohetes y túneles han de ser destruidos.

Muchos estudiosos y diplomáticos argumentan –en mi opinión, de forma errónea– que nunca podrá haber una solución militar al terrorismo en general y a las demandas de Hamás en particular. Esa opinión generalizada ignora lo que nos enseña la historia. Chamberlain creyó que podía haber una solución diplomática a las exigencias de Hitler. Churchill no estuvo de acuerdo, y la historia demostró que tenía razón. Los fascistas nazis y los militaristas japoneses tenían que ser derrotados por las armas antes de poder alcanzar una solución diplomática.

Así sucede también con el EIIL y con Hamás. Primero hay que derrotarlos militarmente, y sólo entonces podrán considerar aceptar unos compromisos diplomáticos y políticos razonables. Otra similitud entre el Estado Islámico y el movimiento islamista palestino es que si estos grupos terroristas depusieran las armas podría haber paz, mientras que si fueran sus enemigos quienes las depusieran, lo que se produciría es un genocidio.

Hay una fantástica viñeta que ilustra esto: en un lado de la mesa está Hamás con una papel en el que se exige “Muerte a todos los judíos”. Al otro lado está el primer ministro israelí Netanyahu. En el centro está el mediador, que se vuelve hacia Netanyahu y le pregunta: “¿No podría aceptar al menos un término medio?”.

Ninguna nación democrática puede aceptar su propia destrucción. No podemos aceptar un compromiso –alcanzar un término medio– con unos terroristas que piden la muerte de todos los que se interponen en su exigencia de un califato suní, llámense Estado Islámico o Hamás. Ambos son, en palabras del presidente Obama, cánceres que deben ser extirpados antes de que se extiendan. Ambos son igual de malignos. Ambos deben ser derrotados en el campo de batalla, en el tribunal de la opinión pública y en los tribunales de Justicia. No puede existir compromiso alguno con los prejuicios, el terrorismo o las exigencias de un califato. Antes de que se pueda considerar a Hamás o al EIIL interlocutores políticos legítimos, deben cesar en su violenta búsqueda de un califato islámico mundial.

© elmed.io – Gatestone Institute

Fuente:libertaddigital.com

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