MIGUEL STEUERMANN
Queridos hermanos y hombres amantes de la vida. Nuevamente horas aciagas se ciernen sobre nuestro mundo. Como un ciclo de perpetuo retorno se renueva el desafío de la lucha por los valores de la libertad responsable, la Santidad de la vida y el respeto por la diversidad humana.
Grupos totalitarios, oscurantistas, de pensamiento único, sanguinarios, llenos de odio, resentimiento y pulsión de muerte en nombre de un falso D.s se expanden por doquier y ponen en jaque los pequeños avances y logros de la civilización.
Es hora de despertar de plácidos e inocentes sueños de progreso donde nuestra ingenuidad de hombres de bien se ve imposibilitada de acceder a las categorías de pensamiento de lo impensable y es testigo de la locura humana encarnada en el mal absoluto.
Los libros de historia no deben ser una simple recopilación de datos, sino un manual que nos lleve a comprender fenomenologías arquetípicas de nuestras conductas de masas. Los errores y atrocidades de un pasado siempre presente. No repetir en el campo de lo individual como de lo colectivo parece un desafío mayor.
No es nuevo que cuando el antisemitismo aflora sin importar sus disfraces de época, el termómetro de la sanidad humana muestra fiebre y el virus vuelve a atacar.
Comienza por los Judíos, los primeros anticuerpos y exponentes de los mejores valores de lo humano, pero rápidamente irá por todos aquellos que los han incorporado en el deseo de un mundo que evolucione hacía nuevas conquistas y que, con todos sus defectos, miserias, contradicciones y pendientes es infinitamente superior y más ética que el modelo de barbarie, pensamiento único y esclavitud que en sus más variadas formas proponen estos grupos de mercaderes de la muerte de lo humano y lo Divino.
Occidente sigue como en tantas ocasiones mirando atónito, anestesiado, agazapado y asustado cómo atacan sus cimientos. En nombre de un relativismo suicida busca justificar en un autoanálisis culposo de su propia identidad las motivaciones reaccionarias de las ideologías que pretenden destruirlo. Occidente vuelve a creer que la manera de contener la pulsión que pretende destruirlo es buscando congraciarse con su verdugo.
Tal vez una sonrisa a Hitler o Stalin disfrazados ahora con kefiot, burkas y bellos turbantes harán que finalmente nos respeten, quieran y concedan la gracia de seguir viviendo de acuerdo a nuestros estilos y creencias.
Digámoslo con claridad: hay un aspecto en nuestra matriz primitiva que en su inconsciente animal e irreflexivo tiene nostalgia y se enamora de las épicas de los enanos fascistas de turno y se fascina en el deseo de las bacanales orgiásticas de las mil y una noches. Cuando las grandes masas despiertan de sus sueños eróticos se encuentran con una destrucción inconmensurable y millones de cadáveres esparcidos que dejó esa fiesta del éxtasis.
El desafío es mayor. Cómo hacer para confrontar lo irracional que está alojado en ese aspecto primitivo del hombre con argumentos racionales. Cómo hacer para rescatar la memoria de experiencias terribles ya vividas. Cómo hacer para que los supuestos estadistas y líderes sean mejores, más ilustrados y responsables que sus bases. Cómo hacer para despertar a las grandes masas indiferentes que prefieren alienarse y preocuparse de su pequeño mundo de la supervivencia del día a día, sabiendo que la vida es corta y que mejor quedarse en el molde del “no te metas” y gozar mientras se pueda.
Lo judío y los amantes de los valores que se encarnan en nuestra cosmovisión siempre estamos a la vanguardia, somos una contracultura rebelde frente a la barbarie del oscurantismo, el pensamiento único y la pulsión de bacanales primitivas e irreflexivas de la muerte. Ese es el verdadero odio antisemita: el intento de extirpar de la humanidad el grito de lo Divino que sigue clamando a la conciencia humana. Es D.s inquiriéndole al hombre por su responsabilidad. Es D.s preguntándole a Caín por Abel y recordándole que la sangre de su hermano clama desde las entrañas de la tierra. El gran contaminante del planeta es la sangre humana derramada, con la cual regamos a borbotones el mismo.
¿Qué hacer? No resulta fácil dar una respuesta. Seguramente comenzar por salir de la indiferencia, la indolencia y el miedo paralizante. De la sensación de impotencia frente a este nuevo tsunami enorme. Transformarte en activista, en militante, en un aguijón que no claudica. Pensar como enseñaron nuestros Maestros que el mundo depende de tí. Saber que en la lucha del bien contra el mal cada uno cuenta. No asimilarte a las grandes, conocidas y habituales masas indiferentes y alienadas que como ganado caminan sin conciencia al matadero.
No es momento de recordar los conocidos slogans de Brecht, Mahatma Ghandi, Einstein o tantos otros genios; es momento de corporizarlos en acción.
Evocar las gestas y dignidad de los Mordejai Anilevich, los Janusz Korczak, los Wallenberg, las Janas Senesh, los Luther King, los Mandela y tantos hombres dignos a través de la historia humana que merecieron el calificativo de verdaderos imprescindibles e inmortales. Tener presente nuestro rol y responsabilidad para con el presente y futuro. Un privilegio muy poco agradable pero ineludible.
Desde Radio Jai, los invitamos a subir el volumen. Necesitamos que cada uno se transforme en un activo militante. Hay muchos espacios que te requieren y donde puedes aportar tu compromiso, tiempo, capacidad y dinero.
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Fuente:radiojai.com.ar
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