Qatar expulsa a líderes prominentes de los Hermanos Musulmanes

AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO

Destacados dirigentes de los Hermanos Musulmanes han acordado abandonar su exilio dorado en Qatar en lo que parece una victoria de los países vecinos del golfo Pérsico, enemigos acérrimos del islam político, que han presionado durante meses para que Doha cambiara su política, ha confirmado este sábado un alto cargo del movimiento islamista.

“Las autoridades solicitaron a algunas figuras de los Hermanos Musulmanes y su brazo político [La Libertad y la Justicia] que trasladaran su residencia fuera del estado de Qatar y han aceptado hacerlo”, ha reconocido Amr Darrag, ministro en tiempos del derrocado Mohamed Mursi y pieza clave de la sucursal política de la cofradía, en un comunicado publicado en su página de Facebook. Según Darrag, se trata de “evitar inconvenientes a Qatar” que -ha apostillado- ha sido “un anfitrión muy acogedor y compasivo”.

Parte de la cúpula de la Hermandad, una organización fundada en 1928 que cuenta con una amplia base social, se refugió en el emirato tras el golpe de Estado que en julio de 2013 desalojó del poder a la cofradía y derrocó a Mursi, el primer presidente elegido en las urnas de la historia egipcia. El éxodo se incrementó un mes después tras el feroz desalojo de las acampadas islamistas de El Cairo que segó la vida de al menos 600 personas.

Desde entonces, el régimen de Abdelfatah al Sisi ha llevado a cabo una brutal represión contra la cofradía: Mursi ha sido encarcelado y afronta una miríada de juicios; el guía supremo del grupo Mohamed Badía ha sido condenado a muerte junto a otros cientos de simpatizantes; el movimiento ha sido catalogado como “organización terrorista” ante la incredulidad de la comunidad internacional y la red de caridad y las empresas vinculadas a miembros de la Hermandad han sido confiscadas.

Hasta ahora, Qatar -sede del canal de televisión Al Yazira, cercano a la cofradía- había acogido a los fugitivos, lo que provocó rifirrafes constantes con otras monarquías del golfo Pérsico como Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, que celebraron el derrocamiento y han enviado millones de petrodólares a El Cairo para apuntalar su maltrecha economía. En marzo, ambos países junto a Báhrein retiraron a sus embajadores de Doha, al que acusaron de apoyar y financiar a los Hermanos Musulmanes, una organización que fue incluida en sus listas de organizaciones terroristas.

La cofradía, que renunció hace décadas a la violencia y ha negado estar involucrada en los ataques a las fuerzas de seguridad que se han sucedido desde la asonada, es una amenaza para la propia supervivencia de unas monarquías puritanas a las que perturba un ideario político políticamente reformista y moralmente ultraconservador que propugna las elecciones. Ahora, las presiones ejercidas durante meses parecen haber surtido efecto.

Doha -enzarzada en disputas con Emiratos en Libia, donde apoyan a milicias rivales- había sido hasta la fecha el cuartel de Mahmud Husein, el secretario general de la Hermandad a quien se considera que -tras las embestidas de la policía egipcia- actúa como líder del grupo desde el exilio.

Los dirigentes a los que afecta la decisión conocida este sábado serán recolocados probablemente en Turquía, donde el flamante presidente del país Recep Tayyip Erdogan es un adalid del grupo, o en Reino Unido, donde se ubica la oficina internacional del movimiento a pesar de que se espera pronto la publicación de una investigación encargada a los servicios de inteligencia británicos por el primer ministro sobre las actividades del grupo.

“Valoramos el gran papel del Estado de Qatar al respaldar al pueblo egipcio en su revolución contra la junta militar y comprender bien la coyuntura a la que se enfrenta la región”, ha declarado Amr Darrag al anunciar la salida de altos cargos de la Hermandad. El clérigo Wagdi Ghoneim, uno de los afectados por la medida, ha aclarado en su página de Facebook que se marcha por voluntad propia: “Gracias a Dios he decidido dejar mi querido Qatar sin presiones ni problemas”.

Fuente: El Mundo