SAMUEL SCHMIDT PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO
Son de dar pena los judeofobos actuales, si acaso porque son cobardes y hacen esfuerzos inauditos para esconder su desviación, en lugar de manejar abiertamente sus odios.
Javier Bardem es proclive a hacer declaraciones a la ligera, equiparando las acciones israelíes con genocidios, si por cada acusación del actor se hubiera realizado un genocidio contra los palestinos, estos ya no existirían; en la pasada guerra entre Israel y Hamas, volvió a las andadas, pero le tomó muy poco desdecirse, hay quien sugiere que alguien en Hollywood le jaló las orejas, de ser así, es incomprensible que no haya decidido pagar cualquier consecuencia posible y sostener su dicho; ¿se acobardó ante una fuerza mayor?, ¿no tiene principios?, o ¿no está dispuesto a luchar por sus ideas? ¿Judeofobo vergonzante?
Hace unos meses tuve una discusión con un tipo muy menor, que sin la menor provocación empezó a quejarse de lo que hacían y decían “los judíos”, cuando presioné para que explicara específicamente a qué se refería, acertó a decir que un tío de él en Argentina hacía y decía esas cosas; el silogismo era muy sencillo: su tío es tarado, su tío es judío, por lo tanto todos los judíos son tarados. Cuando indiqué que era judeofobo, su reacción fue: “yo soy en parte judío, porque mi madre es judía”.
Es interesante que un judeofobo se acobarde para reconocer que odia a los judíos y que se escude en la explicación matrilineal de la ortodoxia judía, que establece que los hijos tienen la religión de la madre. El racista no se ha enterado que esa postura/explicación tiene una razón histórica y que dentro del judaísmo hay proponentes del reconocimiento de la línea patrilineal. Es judío aquel que vive como judío, no el que reclama una herencia que no tiene.
Un personaje que se dice progresista, no se recata en subir al internet información falsa sobre la guerra entre Israel y Hamas, reclama que él solamente sube información que no se publica en los medios, lo que es mentira; se envuelve en la bandera del humanismo para criticar a Israel, pero la bandera desaparece cuando se trata de reconocer actos ignominiosos contra muchos grupos étnicos y religiosos; ante el reclamo se acobarda y sostiene que él tiene algo de sangre sefaradí –ningún sefaradí merece esa afrenta-. Dos judeofobos cobardes juegan a la tesis que siendo de casa, sin serlo, tienen la autoridad moral para criticar.
Un personaje en televisión se queja que siendo estadounidense y Estados Unidos una democracia, él tiene la libertad de criticar a Estados Unidos, mientras que si critica a Israel se le considera anti-semita. Esta es una trampa muy socorrida entre los judeofobos: “debo tener la libertad de criticar a quién quiera, ¿por qué los judíos me descalifican diciéndome lo que soy cuando critico a su gobierno.
Aquí hay varias falacias:
1) Aunque Israel sea un estado judío, solamente representa a sus ciudadanos, entre los que se encuentran musulmanes, cristianos, católicos, drusos, etc.
2) Una cosa es criticar a tu gobierno y país, otra muy diferente es meterte en los asuntos de otros países, a menos que,
3) ¿Tengas la autoridad moral para criticar a otros países, o pueblos? Carece de ella quien dice luchar a favor de valores universales, pero lo hace parcialmente. Es el caso de Human Rights Watch, cuya postura parcial en contra de Israel lo descalifica.
Es inaceptable que alguien grite contra la muerte de niños palestinos cuando su muerte se debe a Israel, pero que guarde silencio si quién los mató son palestinos como Hamas, ni siquiera se conmueva por los asesinatos de infantes en manos de la Yihad Islámica.
Se habrá dado cuenta el lector, que he decidido no usar el apelativo convencional de antisemita a cambio de judeofobo. Aunque los antisemitas se han salido del closet, muchos de ellos se deslindan diciendo que la categoría está mal utilizada porque los judíos no son los únicos semitas, cosa en la que tienen razón. Lo que deja claro es que realmente odian a los judíos, pero quien odia a uno, normalmente odia a muchos, seguramente odiarán a los negros, son homófobos y misóginos.
El juego de palabras los ayuda a esconder su desviación, o al menos eso creen. No son anti-semitas, son anti-sionistas, y llevan algo de sangre judía encima. Pero destaca su cobardía, tal vez quieren ser vistos como políticamente correctos, o siguiendo su forma de pensar, deben temer que el pueblo judío se vuelque en su contra, porque si algo queda claro del Holocausto, es que este nunca jamás volverá a suceder, porque los judíos le plantan cara a los racistas; y el pueblo judío y el estado judío son una muestra de fortaleza.
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