Mitos y realidades de la Independencia de México

AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO

Te presentamos algunos mitos construidos alrededor de la Independencia de México, establecidos por el profesor Alejandro Torres Huitrón, especialista en Historia del siglo XIX.

Es bien sabido que la Historia contada en los libros no responde en gran medida a las preguntas que se hacen fuera de las aulas: ¿era en realidad Miguel Hidalgo el cura benevolente entregado a la causa?, ¿es cierto que Guerrero e Iturbide desfilaron juntos cuando México se convirtió en nación?, ¿fue la Independencia un movimiento originado por el pueblo? Pues más bien responde a una visión “atrasada, anacrónica y positivista”, afanosa por mitificar a los héroes de la Independencia e interesada en generar un sentimiento por la causa más que un pensamiento crítico.

El historiador de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) Carlos Aguirre Rojas señala la importancia de desarrollar una contrahistoria que cuente la versión no oficial de aquellos quienes no poseen la gloria y el reconocimiento, para homologar ambas versiones y hacer una crítica objetiva ausente de cualquier interpretación.

Historiadores afirman que las fechas del 15 y 16 de septiembre no son más que una construcción simbólica que se reconoce como Independencia, pues el México de 1821, en el proceso de transición a convertirse en una nación independiente, no conocía otro modelo político y de organización que el monárquico, ni social que no fuera el cristianismo.

Aquí, algunos mitos construidos alrededor de la Independencia de México, establecidos por el profesor Alejandro Torres Huitrón, especialista en Historia del siglo XIX:

El grito de Independencia ocurrió, en realidad, la madrugada del 16 de septiembre, no la noche del 15 como se acostumbra mencionar.

Erróneamente se celebra el 15 de septiembre como el Día de la Independencia, y se reconoce la fecha como en la que dio inicio el movimiento armado por la soberanía de la nación. En la madrugada del domingo 16 de septiembre de 1810, el cura Miguel Hidalgo y Costilla acudió al atrio de la iglesia de su parroquia en el pueblo de Dolores, seguido de un grupo simpatizante. Llamó a misa y exhortó a los feligreses a “que se uniesen con él y le ayudasen a defender el reino porque querían entregarlo a los franceses. Que ya se había acabado la opresión y ya no había más tributos, y que quienes se alistasen con caballos y armas les pagaría a peso diario y los de a pie a quatro reales […] Todo esto pasó desde las cuatro de la mañana del día diez y seis que llegó a Dolores, hasta las once de la misma mañana […]”.

No existió una depresión en la economía americana en el siglo XIX que provocara la Independencia de México.

Contrario a este mito, diversas causas internas y externas fueron las que originaron el movimiento de Independencia, entre ellas se reconocen las sociales. La desigualdad social entre los grupos que configuraban la Nueva España generaba descontento y un ambiente de tensión que desembocaría en la lucha armada: los criollos se sentían en una posición menos favorecida, a pesar de su origen europeo; los mestizos, por su parte, eran rezagados por su condición ilegítima y los indígenas y las castas estaban en una posición inferior a la que hasta entonces guardaban.

Por otro lado, las condiciones económicas implementadas por España en América habían dejado un inestable sistema compuesto por monopolios y barreras que impedían el comercio exterior, además imperaban altos impuestos y España no se encontraba en su mejor momento para sustentar esta crisis.

Entre las causas externas se reconocen las ideas enciclopedistas y de la Ilustración que comenzaron a extenderse por las colonias españolas, la independencia de las colonias inglesas de Norteamérica en 1776, la Revolución Francesa, en 1789, reconocida como el movimiento en el que se luchó, más que con las armas, con las ideas de pensadores ilustrados, la Revolución Industrial de finales del siglo XVII, la que creó una nueva clase social y enfrentó a las potencias industrializadas en la competencia por los mercados.

No existió un movimiento ilustrado originado en la Nueva España que alentara la Independencia.

Si bien, se sabe que en la Nueva España comenzaron a escucharse las ideas libertarias y los pensamientos de la Ilustración, no existió propiamente un movimiento que se tejiera desde dentro, reconocido como los nacientes en Europa bajo una configuración formal. El liberalismo en general, establecido en sociedades secretas, y las consecuencias de las causas externas, como Los Derechos del Hombre y del Ciudadano, los principios de la Constitución Americana o las ideas de libertad del comercio y la industria, sirvieron como ejemplo para los países de América Latina, que comenzaron a buscar su soberanía a través de nuevos sistemas políticos.

La figura de “El Pipila” es difundida ampliamente en la tradición mexicana; sin embargo, no existen registros sobre su relación con el movimiento insurgente.

El personaje de “El Pipila”, de nombre Juan José de los Reyes Martínez Amaro, fue un hombre quien supuestamente participó en la Independencia como parte de las filas insurgentes, popular porque en la historia se menciona que se colocó una piedra sobre la espalda para evitar las balas durante la Toma de la Alhóndiga de Granaditas.

Lo que se sabe es que no existen pruebas sobre la existencia de “El Pípila”, pues, se dice, cualquiera pudo ser uno de los barreteros quien fuera utilizado por el ejército como carne de cañón. La figura de este hombre es reconocida como el representante de los héroes anónimos sacrificados en la Independencia.

La guerra de Independencia no fue una revolución como se piensa, sino una contrarrevolución de las élites coloniales.

El proyecto de Independencia que llevaría a México a consolidarse como nación surgió entre contradicciones y desacuerdos entre sus propios iniciadores, por lo que nunca hubo un proyecto consolidado como tal: el movimiento nació desde dentro, en las élites criollas coloniales que buscaban el reconocimiento y la igualdad con los españoles peninsulares, quienes dominaban la Nueva España, por lo tanto, estrictamente no hay una guerra de Independencia en 1810.

La revuelta nace del sentir de estos criollos, hijos de españoles nacidos en la Nueva España, los que se sentían rezagados respecto a sus padres, pues no tenían el mismo acceso a los derechos políticos, sociales y económicos de los españoles nacidos en España, y, por supuesto, no eran partícipes de la vida social de la Nueva España ni podían aspirar a uno de los principales puestos de gobierno.

Reconocer que después de 1821 nació una nueva nación, pues realmente se utilizó el corte administrativo heredado de los españoles, el que conjuntaba regiones poblacionales mucho más heterogéneas que homogéneas.

En la historia oficial se reconoce a 1821 como el año en el que México alcanzó su condición como nación independiente, sin embargo esto sólo es cuestión de etiqueta, pues fue cuando, jurídicamente, deja de ser Nueva España.

De acuerdo con el historiador Enrique Krauze, la Independencia adquirida en 1821 fue la consecuencia natural del sentimiento “dependentista” que había caracterizado al pueblo mexicano, más que un proyecto bien organizado.

Después de once años de guerra, en 1821 la Nueva España dejó de serlo y se convirtió en México, a través del Plan de Iguala que derivó en Los Tratados de Córdova, en estos el proyecto entre Iturbide y Guerrero establecía como primer punto ofrecer el trono de México al rey de España: Fernando VII, con lo que se pretendía regresar al dominio español. Ante la negativa y el rechazo de otro gobernante europeo quien decidiera tomar el mando de la nación, no quedó otra posibilidad mas que ser independientes. En palabras de María Luisa Aspe Armella: “la Independencia de México nace al intemperie porque no era ni lo buscado ni lo querido”, diferente a la independencia proclamada en otros países.

Finalmente, ¿por qué se celebra el año 1810 y no 1821? Sucede que a Agustín de Iturbide, al caer en la tentación de querer fundar un imperio, se le consideró un traidor y la tradición mexicana del siglo XIX lo relegó en la Historia para hacer “olvidar” el pasado monárquico.

Es un mito pensar que somos una nación independiente.

Fuente:vanguardia.com.mx

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