AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO
Domingo al mediodía. Fue una explosión poderosa al este de Kobane, la villa siria de mayoría kurda, pegada a la frontera con Turquía y asediada salvajemente por el Estado Islámico (IS, en siglas inglesas). Este periódico fue testigo del torbellino de fuego que subió al cielo en el lugar de la deflagración y del jaleo y los aplausos de cientos de kurdos que, desde el lado turco de la divisoria, contemplaban el ataque a unos 500 metros de distancia.
Nadie sabía en ese momento que, en la tupida humareda que provocó el golpe a un carro blindado del IS, se estaba evaporando la vida de la comandante de las YPJ – ala femenina de las Unidades de Protección Popular (YPG) – Arin Mirkan. Ante lo crítico de la situación, los guerrilleros defensores recurrieron, por primera vez desde que se intensificó el cerco del IS hace veinte días, al uso de suicidas.
“Fue capaz de matar a docenas de mercenarios del IS y detener su avance. Tal voluntad fuerte y determinación mostrados por la camarada Arîn serán el espíritu de resistencia de todos nuestros combatientes”, anunció el órgano de propaganda de las YPG a posteriori. Junto a Mîkan, detalló el órgano de la milicia, 14 combatientes más fueron asesinados mientras trataban de parar el ariete del IS.
Pero no está siendo posible. A lo largo del lunes, y a pesar de que la coalición internacional ha bombardeado por aire dos posiciones de los yihadistas al sur de Kobane, el Estado Islámico ha seguido avanzando por el entramado urbano. Su objetivo es tomar la colina de Mishtenur, un promontorio que domina toda la ciudad. De hacerlo, tendrá a tiro, desde la altura, cualquier punto de Kobane.
Las YPG, a diferencia de los miembros del Estado Islámico, no se han destacado por la conducción de ataques suicidas. Sí ha sido el caso, en algunas oleadas durante años anteriores, de la guerrilla hermana, el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), hoy día en un proceso de paz con el gobierno turco que pende de un hilo por la postura de éste en los hechos de Kobane.
El primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, aseguró la semana pasada que “no permitiremos que Kobane caiga”. Salih Muslim, líder del kurdo-sirio Partido de la Unión Democrática (PYD) -con amplio control sobre las YPG-, estuvo el fin de semana en Ankara dialogando con la administración turca. Según el periódico ‘Hürriyet’, Turquía le impone, como condición para ayudarle a defender Kobane, que las YPG rompan relaciones con el PKK y se integren en una coalición con otras fuerzas rebeldes sirias para derrocar al presidente sirio Bashar Asad.
Mientras tanto, decenas de tanques turcos siguen aparcados junto a la frontera o haciendo guardia a lo largo de la divisoria. A pocos metros, la artillería del IS castiga con ferocidad Kobane, que a duras penas, con respuestas como la suicida de Arîn Mîkan, logran infligir cierto daño a los yihadistas.
Fuente: El Mundo
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