SAMUEL SCHMIDT PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO
La economía mexicana da muestras de enfermedad por todos lados y parece ser que solamente el gobierno no puede, o no quiere enterarse, sobre la gravedad del paciente. Claro está que ya nos estamos acostumbrando al autismo gubernamental, o será ¿que simplemente se han separado de la realidad y ya no les interesa?
Múltiples han sido las señales de alerta que se han lanzado sobre el camino ruinoso que lleva la economía mexicana; múltiples las llamadas de atención sobre el impacto negativo que tendrían algunas decisiones, como por ejemplo, la homologación del IVA en la frontera, pero el gobierno decidió ignorar a la sociedad, porque pusieron en práctica la máxima: las minorías (ellos) se equivocan a veces, las mayorías (todos los demás) siempre. En su favor hay que decir que por este gobierno votaron las minorías.
Confía el gobierno en que la sociedad está desarticulada y tiene poca capacidad para actuar frente a un gobierno errático; y saben muy bien que las oposiciones tienen precio, así que pueden darse el lujo que algunos diputados hagan ruido, que seguramente las protestas no provocarán una corrección en una camino de por sí equivocado.
Algunos de los indicadores que nos muestran el tamaño del precipicio al que nos encaminamos incluyen: las compras en tiendas de abarrotes, aquellas afiliadas a la ANTAD (Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales) muestran reducción, los datos incluyen al mayor minorista del país, Wal-Mart; los indicadores de la cartera vencida en tarjetas de crédito, o sea que la gente no paga sus deudas, van en aumento. Crece el número de casas de empeño, las que resuelven problemas de corto plazo a un costo elevado, la gente históricamente empeña sus propiedades con la esperanza de recuperarlas rápido, aunque deja la piel en el camino.
La caída económica impacta las finanzas públicas. El freno económico provoca que se capten menos impuestos, con menos captación el déficit fiscal aumenta, en 2014 creció 152% respecto a 2013, al parecer no se tenía un saldo negativo tan amplio desde 1988. Dentro de su ineficiencia, el gobierno gasta poco y mal, se encuentran subejercicios en muchas áreas y gobiernos, porque la Secretaría de Hacienda frena el gasto (recién frenaron el proyecto de salud universal) y con éstos frenos debilita el mercado interno de consumo, lo que provoca una pobre captación fiscal. El gobierno creó un círculo vicioso que lo ahoga y los lleva a tomar decisiones que nos están hundiendo.
Las dificultades económicas han desatado desacuerdos en el equipo económico del gobierno que constantemente saltan a la superficie. La disputa más reciente, que no es la primera entre ambos, fue entre Luis Videgaray, Secretario de Hacienda, que alertó sobre el impacto que tendrán los sucesos en Iguala sobre las inversiones extranjeras, y el gobernador del Banco de México. Agustín Carstens, que sale al paso diciendo lo contrario; Carstens tiene razón, la inversión extranjera no llega en las cantidades que espera el gobierno desde hace mucho tiempo, el freno en la inversión antecede a los condenables sucesos en Iguala; mientras tanto, Videgaray está en la búsqueda de una excusa aceptable para justificar la ruina que está produciendo su política fiscal.
Hay una falta estructural de inversión. Durante décadas los capitalistas mexicanos han preferido enviar su dinero a los paraísos fiscales o a cuentas bancarias fuera del país, no quieren arriesgarlos en la economía nacional, en parte por la actitud del gobierno de considerar a todo mundo como delincuentes fiscales.
Entra dinero al país, pero la cantidad que entra, para aprovechar la cercanía con Estados Unidos, es insuficiente para resolver las necesidades de empleo; sin embargo, entra lo suficiente como para que la bolsa mexicana de valores sea un buen medio para ganar dinero rápido y fácil, pero esos capitales se comportan como golondrinas y se van a otro mercado para seguir ganando dinero rápido.
Para aprobar las reformas nos vendieron cuentas de vidrio, nos prometieron que el país vería ganancias inmediatas, se vería inundado de capitales con la reforma energética, pero esa emoción se ha visto confrontada con la realidad y es que los capitales son precavidos hasta poder ver con claridad las nuevas reglas y garantías de comportamiento futuro. Un experto está iniciando un proyecto tipo Wikipedia donde se incluya información sobre la parafernalia legal que se ha desatado con la reforma, para que los inversionistas sepan a qué se atienen. Suponiendo que el gobierno convenza a los inversionistas sobre sus reglas, todavía falta ver qué harán los capitales frente a la iniciativa de llevar a consulta popular la reforma energética el año entrante.
La economía se cayó antes de Iguala, ya nadie, ni Carstens, creen las patrañas de Videgaray frente a la ruina económica. ¿Cuánto aguantará el Secretario?
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