SAGI MELAMED
TRADUCCIÓN: SILVIA SCHNESSEL
¿Por qué no de una vez por todas? El joven levantó la mano para hacer “una pregunta ingenua”: “¿Por qué Israel no acaba con Hamas de una vez por todas?! El mundo los aborrece de todos modos y piensa que Israel es siempre culpable”.
Dirigía un grupo de Sar-El en una base militar. Cada año, la organización Sar-El trae a Israel miles de voluntarios, judíos y no judíos, de todas las edades y todas las nacionalidades, a trabajar por un par de semanas en las bases de mantenimiento de las FDI. Más allá de la importante labor que los voluntarios hacen para el ejército y la motivación que su presencia da a los soldados con los que trabajan, las decenas de miles de veteranos de Sar-El se convierten en dedicados embajadores de Israel en todo el mundo. El grupo, vestidos con uniformes de trabajo de las FDI, contaba con unos 15 voluntarios de varios países, entre ellos China, Alemania, Italia, Estados Unidos, Canadá, la República Checa y Gran Bretaña. Este grupo de voluntarios resultó ser todo cristiano.
A pesar de mi familiaridad con el fenómeno de los cristianos que apoyan a Israel, siempre me sorprende el compromiso y amor de nuestros amigos no judíos. Cuando les felicité por haber venido hoy a pesar de los ataques con cohetes desde Gaza, una pareja mayor de un país europeo que participó en el programa de Sar-El, por quinta vez, respondió: “Usted realmente no entiende lo que significa venir aquí para nuestras relaciones con familiares y amigos. Se nos considera parias por muchos de nuestros vecinos. Muchos de ellos nos dejaron de hablar cuando supieron que nos ofrecimos de voluntarios al ejército de Israel!”
Mi interrogador “ingenuo” era de China, de unos treinta años y educado en Canadá. Esta era su primera visita a Israel. Su corta pregunta se alargó. No dejaba de repetir el mensaje desafiante, marcado por fuertes movimientos de mano. “En China enseñaríamos lo que Israel debería hacer a Hamas así”, dijo, con la mano imitando el movimiento de un cuchillo. “Israel necesita terminar el trabajo. No sigáis entrando en Gaza. Todo el mundo piensa que sois los malos de todos modos y os condenan. Así que terminen el trabajo como debe ser! ¿Por qué no lo entendéis?!”
Mientras lo escuchaba con atención, miré los rostros de los demás en la sala. Algunos asentían en acuerdo, mientras que otros parecían perturbados por la pregunta y el pensamiento detrás de él. Todos esperaban mi respuesta. Cuando terminó, el joven se echó hacia atrás, respiró hondo y esperó mi respuesta. “Esa es una excelente pregunta y no ingenua en absoluto”, le dije. “De hecho, es una de las preguntas más importantes que enfrenta Israel durante décadas, ya que hace frente al terrorismo palestino. Estoy seguro de que otros países, como China, Rusia o Siria, ya habrían aplicado la solución que imitaste con la mano. Habrían utilizado una fuerza brutal para erradicar a sus enemigos, cruelmente, sin pensar en personas inocentes. No habrían dejado caer volantes de advertencia, dando tiempo a los civiles a evacuar, o se abstendrían de destruir un bastión terrorista escondido en una escuela. Pero Israel no es China, Rusia ni Siria. Como cristianos creyentes, estoy seguro que la mayoría de ustedes llegaron a Israel desde la creencia del papel único que desempeñamos en el mundo. El pueblo judío es llamado “el pueblo elegido”. Ser “elegido” conlleva una obligación. Después de todo, si tomamos la solución “simple” que tú propones, no seríamos el pueblo y el país que amas y aprecias”.
No estoy seguro de haber convencido al joven voluntario chino. Nosotros mismos, los israelíes no siempre estamos convencidos – hay una razón para que la cuestión se plantee en cada ocasión. Pero no hay mejor respuesta. Si no fuéramos un poco locos, especiales, y sin duda muy diferentes de otros pueblos, habríamos buscado un lugar diferente donde poner las estacas, nos habríamos aferrado a otra fe y a un lenguaje más fácil de hablar. Y habríamos buscado vecinos un poco más amistosos.
Sin embargo, … ser “elegido” conlleva una obligación.
Sagi Melamed vive con su familia en la comunidad de Hoshaya en la Galilea. Se desempeña como vicepresidente de Asuntos Exteriores de la Max Stern Yezreel Valley College, y como Jefe Instructor del Club de Karate Hoshaya. Sagi recibió su título de maestría de la Universidad de Harvard, en Estudios de Oriente Medio en la especialidad de Resolución de Conflictos. Su libro “Hijo de mi tierra” fue publicado en 2013 .
Fuente: The Israel Network
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