NATALIO DAITCH
Siempre he pensado que esta nueva ola mundial de antisemitismo no es espontánea. Por el contrario, y acorde a mi parecer, tras esta furiosa embestida contra el Estado de Israel y los judíos en todo el orbe se oculta o se esconde una planificación (muy similar a la de los nazis de Hitler), pero en este caso fundamentalmente fogoneada por árabes en especial los que se llaman árabes-palestinos, y todos sus acólitos o aliados o lacayos que logran reclutar y asociar en todo el mundo sin demasiada dificultad (antisemitas nativos que profesan otros credos o aún laicos o izquierdistas, derechistas marginales, y aún y penosamente también algunos y no pocos judíos de apellido o desaparecidos como judíos) que se prestan a la maligna e indignante tarea de difamar y esparcir la ponzoña contra el pueblo hebreo sea en Eretz Israel o en todas sus diásporas.
Vivir tras los pilotes
Sinagogas, escuelas y clubes o cualquier institución judía, debe hoy por hoy intentar resguardase tras pilotes, cuya misión es dificultar el accionar de un eventual ataque terrorista suicida.
Y es que la terrible experiencia de la Comunidad judía argentina con dos atentados antijudíos con más de 100 personas masacradas obliga a prestar mayor servicio de seguridad a los fines de posibilitar el diario funcionamiento institucional, con la necesidad de contratar seguridad interna privada y externa, empleando a la policía u otras fuerzas de seguridad.
Obvio que hubieron otros atentados como el ataque al Beit Jabad de Mumbai (India) o al museo de la Shoa en Bruselas (Bélgica), y claro que estas medidas de protección también son similares en casi todas partes del mundo, donde se quiera activar en judaísmo con relativa o cierta seguridad.
Para cerrar este bloque la consigna sería: “poder ser y desarrollarse como judío y no morir o ser asesinado en el intento”.
Antisemitas con GPS
Los terroristas palestinos, sean de fajina o vestidos de paisano tienen un norte.
La idea es ensuciar lo más posible las palabras “Israel, judíos, y judaísmo”. Y es que utilizando como palanca el conflicto árabe-israelí y el real o supuesto sufrimiento árabe-palestino, la idea es quitar legitimidad a la existencia de Israel, negar la Shoá (holocausto nazi), y poner sobre el tapete el problema del medio-oriente que traducido al idioma del vulgo la supuesta ocupación o genocidio israelí para con los palestinos supone una remake del famoso “problema judío” o “el problema que traen los judíos al mundo” sea con su propio Estado o por su mera presencia o actuación en cualquiera de las diásporas en uno de los cinco continentes.
Limitar, atemorizar, ahogar la vida…
De los hebreos en cualquier terreno o localidad o plaza o ciudad. Y en cualquier orden de la actividad humana, sea a nivel grupal o con ataques individuales a personas o rabinos o simplemente contra ancianos o niños judíos. Contra artistas, intelectuales o escritores que apoyan a Israel. O contra dirigentes, o contra cualquiera que intente rechazar o gritar que lo que se dice es parcial y/o mentiroso.
Y si dudamos de estas palabras, basta poder leer el discurso del primer ministro de Israel (en la ONU) donde le aclara al mundo que: “Israel no es ocupante en su propia tierra”.
Asfixiar la vida judía
Según nuestros enemigos Israel no puede construir nuevos asentamientos, ni ampliar los ya existentes. Tampoco puede reinaugurar sinagogas en Jerusalén ya que según ellos el objetivo es “judaizar la ciudad” (y obvio que así es y se trata de un legítimo derecho judío). Pero también las comunidades del mundo sufren este ataque, como en el viejo continente donde en cierto barrio la policía advierte “lo inconveniente” que es construir una Sucá cerca de un barrio musulmán, o en Alemania donde para las altas fiestas la comunidad debe protegerse de las constantes amenazas nazi-islamitas imponiendo medidas de seguridad sin precedentes.
Reflexión final
Hoy por hoy, ser y exhibirse como judío implica un riesgo personal adicional. Días pasados, aquí en Buenos Aires, dentro de los límites del barrio judío de once, sufrí en dos oportunidades una agresión verbal de un individuo joven, que al identificarme como judío dado que uso kipá o solideo, intentó discutir o increparme a viva voz por el tema del Medio-Oriente y la situación de los pobres y oprimidos palestinos de Gaza.
Sé que mi experiencia la han sufrido muchos otros judíos, y que en ciertos países de Europa en especial Inglaterra o Francia, muchos judíos por temor al ataque de bandas árabes se sacan la kipá al transitar por las calles o en ciertos barrios.
Y obvio que del dicho al hecho hay un corto trecho, y hemos visto por los medios de televisión o por Internet manifestaciones en distintas capitales donde se grita: ¡“muerte a los judíos!, o en lugares como Caracas (Venezuela) donde manifestantes contrarios a Israel terminan apedreando una sinagoga.
Entonces, y para concluir, los judíos no debemos dejarnos amedrentar pero tendríamos que estar bien alertas e intentar aunar fuerzas, ya que frente a nosotros y entre nosotros se ha instalado un enemigo mortal, el salvajismo de los descendientes de Ismael, que emulando a los antiguos nazis, intentan en forma persistente aniquilarnos por asfixia buscando todos los caminos posibles hacia un holocausto en versión siglo XXI.
Hoy por hoy el círculo se cierra, ya que durante la Segunda Guerra Mundial los nazis buscaron y obtuvieron el apoyo de los árabes contra los aliados y los judíos. Pero en el presente son los árabes musulmanes los que toman la iniciativa y buscan dentro del mundo occidental y cristiano (al cual ellos también detestan) sumar socios y voluntades para exterminar a nuestro pequeño y único Estado de Israel y a todo el pueblo hebreo en cualquier lugar de su dispersión.
D’os nos de fuerzas y su protección.
Fuente:aurora-israel.co.il
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